El Papa Francisco ha ordenado la disolución del Sodalicio de Vida Cristiana, una sociedad de vida apostólica fundada en Perú en 1971. La decisión, confirmada por fuentes cercanas a la organización, responde a la ausencia de un carisma fundacional legítimo y a los graves casos de abusos cometidos por su fundador, Luis Fernando Figari, y otros miembros destacados.
La disolución del Sodalicio: un fin a las controversias
El Vaticano tomó esta histórica decisión tras años de investigaciones y denuncias contra la organización, que había sido uno de los grupos más influyentes dentro de la Iglesia en América Latina. La disolución del Sodalicio marca el final de un largo historial de irregularidades y escándalos, que comprometieron tanto la misión religiosa como la estructura interna del grupo.
La cúpula de la sociedad de vida apostólica. Foto:
Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio, fue expulsado en 2024 tras una exhaustiva investigación que lo implicó en numerosos abusos sexuales, psicológicos y físicos cometidos contra varias víctimas, tanto dentro de la organización como fuera de ella. La situación de Figari y su comportamiento en el seno de la institución llevó al Vaticano a considerar que el Sodalicio carecía de legitimidad espiritual.
Más de 20 miembros del Sodalicio, incluyendo laicos consagrados y sacerdotes, también estuvieron implicados en estos crímenes. Esta implicación generalizada hizo que el Vaticano tomara la decisión de intervenir y disolver la organización, para evitar que continuaran ocurriendo más casos de abusos.
El proceso de disolución del Sodalicio y las implicaciones para la Iglesia
El Vaticano informó al Sodalicio sobre la medida, aunque la organización aún espera recibir instrucciones detalladas desde Roma para llevar a cabo el proceso de disolución. Esta decisión no solo afecta a los miembros actuales del Sodalicio, sino también a su legado y a las iniciativas apostólicas que habían formado parte de su misión en América Latina.
El proceso de reforma iniciado en 2016, que incluyó la designación de comisarios apostólicos y diversas medidas disciplinarias, no logró corregir las irregularidades éticas y estructurales que afectaron a la organización. Aunque se intentaron implementar cambios, la misión especial enviada en 2023 para investigar la situación resultó en la expulsión de varios líderes, incluidos antiguos superiores que estuvieron involucrados en los abusos. La disolución del Sodalicio es, en efecto, el último paso en un proceso que ha buscado restaurar la confianza y la integridad dentro de la Iglesia.
Críticas a la disolución
A pesar de la gravedad de los abusos y la decisión del Papa Francisco, la disolución del Sodalicio no ha estado exenta de críticas. Algunos miembros y exmiembros de la organización, como el periodista Alejandro Bermúdez, exmiembro del Sodalicio, han cuestionado la legitimidad del proceso que lidera el sacerdote Jordi Bertomeu, encargado de gestionar la disolución. Bermúdez ha expresado su preocupación por la conducta de Bertomeu y su relación con algunos medios de comunicación, a los que considera hostiles hacia la comunidad religiosa.
La controversia sobre la disolución del Sodalicio resalta las tensiones internas dentro de la Iglesia, especialmente cuando se trata de abordar cuestiones de abuso y las respuestas de la jerarquía eclesiástica. La situación ha generado un debate sobre cómo manejar casos tan delicados sin perjudicar a las personas que han formado parte de la comunidad de buena fe.