David Lynch, el director de cine cuyo estilo único marcó la historia del cine contemporáneo, falleció el pasado jueves a los 78 años. Reconocido no solo por su legado en películas como Terciopelo Azul, Mulholland Drive y la emblemática serie Twin Peaks, Lynch también fue un ferviente practicante de la meditación trascendental, una práctica que, según él, fue clave en su proceso creativo. En su libro Atrapa el pez dorado (2006), el cineasta compartió su visión sobre cómo la meditación le permitió acceder a niveles más profundos de la mente, los cuales le ayudaron a crear sus obras más aclamadas.
La relación de David Lynch con la meditación trascendental
David Lynch no solo fue un innovador del cine, sino también un creyente en el poder transformador de la meditación trascendental. En su libro, el director explica que, al igual que un pescador busca el gran pez dorado, el artista debe sumergirse en aguas profundas para encontrar las ideas más grandes y significativas. “Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas”, escribe Lynch, sugiriendo que la creatividad exige esfuerzo y dedicación.
Lynch comenzó a practicar meditación trascendental a principios de la década de 1970, después de que su hermana le contara sobre los beneficios que experimentaba gracias a la técnica. A pesar de que en un inicio no sentía interés por la meditación, fue la frase “La verdadera felicidad está en el interior” la que despertó su curiosidad. Eventualmente, Lynch se sumergió en la práctica y, durante más de 30 años, meditó diariamente, lo que él mismo atribuía a una mayor claridad y fluidez creativa.
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La influencia de la meditación en el proceso creativo de Lynch
Para Lynch, la meditación trascendental no solo era una técnica espiritual, sino una herramienta creativa. Según su testimonio, la práctica le permitía acceder a una «conciencia pura» que se reflejaba en su trabajo artístico. En Atrapa el pez dorado, el director describe cómo la meditación le ayudó a encontrar ideas y visiones que de otro modo no habrían surgido. “La meditación permite a cualquier ser humano sumergirse en su interior, experimentar niveles más sutiles de la mente y el intelecto, y adentrarse en ese océano de conciencia pura”, explica en su libro.
Lynch creía que cuanto más se expandía la conciencia a través de la meditación, más profundo podía llegar a sus ideas. Este enfoque no solo influenció su cine, sino también su trabajo como pintor, músico y escritor. Según el director, la meditación le ofreció la intuición y la paz necesarias para plasmar sus inquietudes artísticas en diferentes formatos. En el cine, por ejemplo, Lynch usaba su capacidad de concentrarse en el flujo de pensamientos e imágenes, permitiendo que sus películas fueran una mezcla de surrealismo y un realismo inquietante.
La conexión entre cine y meditación en el trabajo de David Lynch
El cine de David Lynch no se caracteriza solo por sus tramas inusuales, sino también por sus atmósferas densas y de ensueño. En Atrapa el pez dorado, Lynch cuenta cómo, a través de la meditación, aprendió a ver el cine como un medio mágico, un lenguaje en el que las imágenes y los sonidos se unen para crear algo que no puede lograrse de otra manera. “El cine es un lenguaje. Puede decir cosas grandes, abstractas. A mí me parece muy bello pensar en imágenes y sonidos que fluyen juntos en el tiempo y en una secuencia, creando algo que solo puede hacerse mediante el cine”, reflexionaba Lynch.
El director comparaba el proceso creativo con la pesca de un pez dorado. De acuerdo con su visión, una idea comienza como una chispa, un destello de inspiración que puede surgir en cualquier momento. Sin embargo, desarrollar esa idea implica sumergirse en la profundidad de la mente, lugar donde las ideas más poderosas y complejas esperan ser descubiertas. Este proceso es lo que Lynch describía como el “gran pez dorado” de la creatividad.
El cine como reflejo de la mente humana según Lynch
David Lynch también creía que el cine es un reflejo de cómo la mente humana trabaja. De acuerdo con él, las películas, al igual que las personas, son únicas, ya que cada proyección de una misma película es diferente, dependiendo de la perspectiva de quien la ve. “Me gusta el dicho: ‘El mundo es como tú’. Y creo que las películas son como tú eres. Por eso, aunque los fotogramas de una película sean siempre los mismos, cada proyección es distinta”, escribió el director en Atrapa el pez dorado.
Esta visión de las películas como un reflejo de la mente humana es uno de los aspectos que definió su estilo único. Lynch tenía la capacidad de crear narrativas que se desarrollaban no solo en el plano físico, sino también en el emocional y el psicológico, llevando a los espectadores a lugares oscuros e inquietantes de la psique humana. Su habilidad para transformar experiencias internas en imágenes visuales es lo que lo convirtió en uno de los cineastas más influyentes y admirados de la historia del cine contemporáneo.
“Más intuición. El placer de vivir crece. Y la negatividad remite”, decía Lynch sobre los efectos de la meditación en su vida cotidiana.