El equipo del presidente electo Donald Trump está desarrollando una estrategia agresiva hacia Latinoamérica que será un elemento crucial para los planes de deportación de migrantes a gran escala, según dos fuentes implicadas en las discusiones sobre la política de transición.
Durante su primer mandato, Trump adoptó un enfoque de línea dura –y en ocasiones, disperso– hacia la región, que fue en gran medida la fuente de migración hacia Estados Unidos, incluyendo la imposición de consecuencias, como sanciones, y amenazando e imponiendo aranceles.
En su segundo mandato, la región continuará desempeñando un papel central en los planes para frenar el flujo de migración y devolver a las personas que no tienen documentos en EE.UU. La deportación a menudo depende de la diplomacia –y ha sido un gran desafío para EE.UU. al tratar con países donde hay relaciones frías.
Esta vez, las fuentes involucradas y cercanas a la transición dijeron que están mejor preparadas mientras buscan formas de involucrarse de manera contundente y aprovechar a los aliados, al tiempo que plantean la posibilidad de consecuencias severas para los países que no cumplan. En conjunto, es un regreso a un enfoque de línea dura destinado a lograr que los países que reciben deportados cumplan y a intentar frenar la migración.
El presidente electo Donald Trump prometió el uso de las fuerzas armadas para su estrategia de remover millones de inmigrantes indocumentados, en su segundo mandato en la Casa Blanca.(Eric Gay / AP)
“Cada herramienta está en nuestro arsenal. Hay un flujo constante de creatividad”, dijo una de las fuentes.
La estrategia implica depender en gran medida de México, como tradicionalmente ha hecho EE.UU., para controlar la migración hacia su frontera norte, retomando acuerdos que prohibían a los migrantes solicitar asilo en EE. UU. si pasaban por ciertos países, y trabajando estrechamente con Panamá para detener el flujo de migrantes a través del Tapón del Darién.
Es un plan que requiere el apoyo de los socios regionales. Pero fuentes cercanas y participantes en las discusiones afirman que se han identificado los incentivos y los puntos de presión para que los países cooperen.
“Todo está sobre la mesa”, dijo la fuente, refiriéndose a garantizar que los países devuelvan a sus nacionales. “Una vez que el presidente restablezca la credibilidad y las consecuencias, no es algo que se tome a la ligera”.
En los últimos años, el hemisferio occidental ha enfrentado una migración récord impulsada por el deterioro de las condiciones, que no hizo sino empeorar durante la pandemia de coronavirus. El resultado fue un aumento de la inmigración en la frontera entre EE.UU. y México que puso a prueba los ya desbordados recursos federales.
Los cambios demográficos que llegan a la frontera también han complicado las deportaciones. Por ejemplo, las malas condiciones económicas, la escasez de alimentos y el acceso limitado a la atención sanitaria han empujado a más de 7,7 millones de personas a huir de Venezuela, lo que supone el mayor desplazamiento del hemisferio occidental, y muchos optaron por ir hacia el norte.
Venezuela aceptó brevemente vuelos de deportación, pero luego se detuvo.
El equipo de Trump está preparado para traer de vuelta las sanciones, que el Gobierno de Biden suavizó para tratar de estabilizar el país, si Venezuela no cumple, dijeron las fuentes, aunque no está claro si eso movería la aguja.
“Ha habido cambios y rotación en el plano bilateral, pero al final del primer mandato éramos muy conscientes de los incentivos y los puntos de presión, algo que no sabíamos ni comprendíamos del todo al llegar. Los demás gobiernos también conocen nuestras prioridades y saben que nos lo tomamos en serio”, declaró un antiguo funcionario que participa actualmente en la planificación.
El Gobierno de Biden consiguió algunos avances, como la posibilidad de realizar vuelos de repatriación a China.
Los gobiernos de la región también han señalado que son muy conscientes del enfoque que probablemente adopte Trump y que se están preparando para ello.
“Esperan que sea feroz y destructivo con la región. Va a aprovechar todas las oportunidades que se le presenten”, según una fuente familiarizada con las conversaciones. “Ha sido muy práctico. Todo el mundo se está preparando de una manera muy inteligente para los enfoques que va a tomar”.
La promesa de Trump de deportar a los inmigrantes indocumentados, si se aprueba, también podría causar estragos en toda la región, donde muchos países dependen de las remesas de Estados Unidos para impulsar sus economías.
Los decretos y revisiones en curso por parte del equipo de Trump incluyen el regreso del programa conocido informalmente como “permanecer en México”, que obliga a los inmigrantes a quedarse en México durante sus trámites migratorios en EE.UU.
Poco después de que Trump ganara las elecciones presidenciales, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo que tuvo una llamada “cordial” con Trump en la que hablaron de la “buena relación” entre México y EE.UU., según un mensaje en X.
El equipo de Trump también se prepara para lanzar negociaciones para volver a implementar lo que antes se conocía como Acuerdos de Cooperación en Materia de Asilo, según las fuentes.
Los acuerdos -iniciados durante el primer mandato de Trump- marcaron un cambio significativo en la política de asilo estadounidense, ya que los migrantes que pudieran tener solicitudes legítimas de asilo podrían ser enviados a otros países para presentar sus casos.
Estados Unidos se encontraba en varias fases de los acuerdos con los países del Triángulo Norte de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero solo el acuerdo con Guatemala llegó a estar realmente en marcha.
Se espera que El Salvador sea un aliado clave para recuperar esos acuerdos, según una de las fuentes, que declaró que los Gobiernos de Guatemala y Honduras pueden suponer un reto. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, fue uno de los primeros líderes en felicitar a Trump.
“Una administración Trump en su segundo mandato ampliará los acuerdos de ‘reparto de la carga’ con Honduras, Guatemala y El Salvador que cortan las vías de entrada a EE.UU. a los solicitantes de asilo. El objetivo es ampliar el alcance de los mismos a tantos países, continentes y regiones como sea posible”, dijo el exfuncionario.
Los funcionarios del Gobierno de Biden también trataron de conseguir compromisos de los socios regionales para frenar la migración y compartir las responsabilidades migratorias, incluso a través de lo que se conoció como la declaración de Los Ángeles, pero también se enfrentaron a desafíos en medio de las limitaciones de los países.
Los expertos afirman que el enfoque esperado de Trump también puede encontrar obstáculos.
“Es un baile”, afirmó Andrew Selee, presidente del laboratorio de ideas no partidista Migration Policy Institute. “Estados Unidos tiene muchas cartas, pero no todas”.