El exfuncionario de las Naciones Unidas designado para dirigir Haití en medio de una crisis avivada por las pandillas ha sido despedido por el consejo de gobierno del país, tras una lucha por el poder político que se desarrolló en medio de una oleada de secuestros y asesinatos.
El funcionario, Garry Conille, de 58 años, médico que anteriormente dirigió la oficina regional de UNICEF para América Latina, fue contratado a finales de mayo como primer ministro interino de Haití. Se supone que él y el consejo de gobierno del país allanarán el camino para las elecciones del año que viene, en las que se elegirá un nuevo presidente.
El consejo de transición de Haití nombró a Alix Didier Fils-Aimé, propietario de una cadena de lavanderías y antiguo candidato al Senado haitiano, como su sustituto, según una orden ejecutiva publicada el domingo por la tarde en el diario oficial del país, Le Moniteur. Expresidente de la Cámara de Comercio de Haití, estudió en la Universidad de Boston y se describe a sí mismo en LinkedIn como “empresario” y “ciudadano comprometido”.
El último presidente de Haití fue asesinado en julio de 2021 y desde entonces no se han celebrado elecciones. El anterior primer ministro se vio obligado a abandonar su cargo a principios de este año por una coalición de pandillas que habían tomado la capital, Puerto Príncipe, perpetrando ataques contra diversos objetivos, desde comisarías a prisiones y hospitales.
Ariel Henry, el anterior primer ministro que ni siquiera pudo regresar a casa tras un viaje al extranjero, dimitió en abril, mientras se disparaban los asesinatos y miles de personas se veían obligadas a abandonar sus hogares a causa de la violencia de las pandillas.
Conille, que habla inglés con fluidez y era visto como alguien alejado de la política partidista tradicional por no haber vivido en Haití durante más de una década, era considerado uno de los favoritos de la comunidad internacional, que es un donante financiero clave y tiene un peso considerable en los asuntos haitianos.
La decisión de destituirlo fue calificada por algunos analistas como un golpe de Estado por motivos políticos, y cuestionaron que el consejo presidencial tuviera autoridad legal para hacerlo. La autoridad para destituir a un primer ministro corresponde al Parlamento, pero como no se han celebrado elecciones, Haití carece actualmente de uno.
La destitución es otro revés para el país, ya que los vacíos de poder y la falta de estabilidad política se citan a menudo como algunas de las razones clave por las que Haití ha sido incapaz de hacer retroceder a las pandillas que han tomado el control de muchos barrios.
Conille había ayudado a supervisar una fuerza internacional de agentes de policía, en su mayoría kenianos, que llegaron a Haití en junio para intentar restablecer el orden.