Cuatro años después de lanzar un ataque sin precedentes contra la democracia estadounidense, y de abandonar la Casa Blanca tras su caída en desgracia, Donald Trump vuelve a Washington y será el 47º presidente de Estados Unidos.
Su victoria contra la vicepresidenta Kamala Harris supone un sorprendente arco de redención político para el demagogo republicano desde que perdió las elecciones en 2020, amén de un giro profundamente preocupante para todo el país, ya que un delincuente condenado sometido en dos ocasiones a sendos procesos de destitución como presidente y con vocación autoritaria asumirá el cargo que más poder ostenta en el mundo.
Así concluye un largo (y turbulento) ciclo presidencial, uno que Trump salda tras haber sobrevivido a un intento de asesinato y ver cómo su primer oponente, el presidente Joe Biden, abandonó inesperadamente la carrera presidencial por las preocupaciones que suscitaba su avanzada edad. Mientras tanto, a sus 78 años, se ha convertido en el presidente electo más longevo de la historia de Estados Unidos. Harris, de 60 años, lo sustituyó en el mes de julio, insuflando una más que necesaria dosis de energía y optimismo en el Partido Demócrata. Al mes siguiente eligió como compañero de campaña al gobernador de Minnesota, Tim Walz. De haber ganado, se habría convertido en la primera mujer (y en la primera mujer negra y de ascendencia asiática) en hacerse con la Casa Blanca.