La Unión Europea ha encajado con desánimo la victoria de Donald Trump. A pesar de que era un escenario más que plausible para el que llevaba tiempo preparándose, la entrada en la carrera de la vicepresidenta Kamala Harris dio esperanzas en el lado europeo del Atlántico, donde temían que la vuelta del líder populista republicano a la Casa Blanca devolviera lo peor de su anterior mandato: guerra comercial, desorden, falta de entendimiento, salida de los acuerdos multilaterales… Y ahora que las urnas se han cerrado, se ha convertido en realidad y los gobiernos europeos le dan una tibia enhorabuena mientras la ultraderecha se regocija por tener a uno de los suyos de nuevo en los mandos de la gran potencia mundial.
“La UE y EEUU son más que simples aliados. Estamos unidos por una verdadera asociación entre nuestros pueblos, que une a 800 millones de ciudadanos. Trabajemos, pues, juntos en una agenda transatlántica sólida que siga brindando resultados para ellos”, ha escrito en la red social X (antes Twitter) la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que creó un grupo de trabajo específico en su equipo para prepararse para las consecuencias de las elecciones en Estados Unidos.
El comunicado de Von der Leyen incorpora, no obstante, una advertencia para el mantenimiento de las buenas relaciones entre los dos principales socios comerciales del mundo: “Millones de puestos de trabajo y miles de millones en comercio e inversión a ambos lados del Atlántico dependen del dinamismo y la estabilidad de nuestra relación económica”.
Lo que se esperaba de Harris era básicamente una línea continuista de la política de Joe Biden, con el que se retomaron los lazos tras cuatro años de complicadas relaciones durante el primer mandato de Trump. Su vuelta hace sonar todas las alarmas por la posibilidad de que imponga aranceles genéricos a la UE, que supondrían un duro golpe para las finanzas europeas. Y en términos geopolíticos, la gran preocupción es lo que pueda pasar con el apoyo a Ucrania. Trump, que no tiene precisamente buena sintonía con Volodímir Zelenski, siempre ha dicho que acabaría con esa guerra. La gran incógnita es cómo y a qué precio.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido uno de los primeros en reaccionar felicitando a Trump. “Preparado para trabajar juntos, como hicimos durante cuatro años. Con sus convicciones y las mías. Con respeto y ambición. Por más paz y prosperidad”, ha dicho en X. También ha revelado que ha hablado con el canciller alemán, Olaf Scholz, para abordar el “nuevo contexto” en el que trabajarán “por una Europa más unida, más fuerte y más soberana” mientras se “coopera con Estados Unidos y defendiendo intereses y valores” europeos. La victoria de Trump llega precisamente cuando los líderes del eje franco-alemán están en horas bajas por la crisis de la coalición tripartita en Berlín, que no remonta, y la derrota de los liberales en las legislativas francesas.
Las contenidas felicitaciones se han ido sucediendo, como la de Pedro Sánchez, que se ha limitado a darle la enhorabuena y a subrayar el trabajo en las “relaciones bilaterales estratégicas y en una asociación transatlántica más fuerte”.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha sido más enfática al dar sus “sinceras felicitaciones” al presidente electo. “Italia y Estados Unidos son naciones ”hermanas“, unidas por una alianza inquebrantable, valores comunes y una amistad histórica. Es un vínculo estratégico, que estoy seguro que ahora fortaleceremos aún más”, ha expresado también a través de esa red social.