No es común que le den ganas a uno de regañar a hijos ajenos, pero hace poco estuve a punto de hacerlo en una zapatería, con una niña que me tenía con los nervios de punta. Les cuento.
Había una señora con dos hijos; un bebé de escasos meses y una niña de ocho años, y esta le dijo a la mamá que quería un par de zapatos porque tenía la fiesta de su amiguita. Primero en tono exigente, luego llorando y gritando, a todo pulmón pedía sin parar ¡Mamá, quiero los zapatos! ¡Cómprame los zapatoooos! Gritaba.
La madre estaba ocupada probándole los zapatos al bebé, le dijo dulcemente que esperara unos minutos que estaba ocupada con el hermanito. La chiquita seguía con su llanto hostigoso, hasta que a la madre se le crisparon los nervios y le pidió a la vendedora que le trajera los zapatos que la niña quería…. Yo, que estaba allí, también probándome unos zapatos, ya estaba con dolor de cabeza por los gritos y llanto de la niña; yo quería salir corriendo de la tienda por no escuchar a esta dichosa niña.
Ceder a las demandas de un niño es el camino más fácil. Sin embargo, hacerlo constantemente puede dar pie a que el niño adquiera el hábito de pedir cada vez más cosas y a gritos.
“La televisión y la publicidad inculcan el afán de consumo en los niños” y todos los juguetes o videojuegos que ven en la TV lo quieren.
Yo creo que, desde un principio, y cuando tienen uso de razón hay que aclararle al niño que todo aquello que se les compra es resultado de una profunda deliberación. Dele una idea de las consideraciones económicas que intervienen, por ejemplo, la decisión de comprarle un videojuego o un celular.
No obstante, cuando esté en posibilidad de comprarle algo imprevisto, no le dé el pretexto de que no tiene dinero. Si sus hijos ven a ustedes comprar sus caprichitos, ellos creerán con razón que también deberían ceder a los de ellos. Como ven esto no es fácil.
Pero, pueden recordarles que la felicidad no radica en poseer muchas cosas, y que hay artículos de no buena calidad que no vale la pena comprar.
Enseñarles estas distinciones los ayudará a ser consumidores sensatos y ahorradores disciplinados cuando sean mayores.
Bueno, tampoco es que todo debe ser negativo. En el caso del niño, si le pide algo que es útil para él, dele la oportunidad de ganarse el dinero para que él lo compre. Dígale algo así como: “Hoy no puedo comprarte ese juego, pero te lo compraré después, si me ayudas a sacar la basura de hoy en adelante”. Esto le servirá de incentivo para desarrollar su iniciativa de ayudar y ganar su propio dinero.
Hay muchas tareas dentro del hogar, que los niños pueden ayudar y ganarse su dinerito, como, por ejemplo: recoger la mesa después de la cena, dar de comer al gato, perro, regar las plantas y otros quehaceres sencillos. Los hijos mayores pueden hacer las camas, regar el jardín y clasificar la ropa que se va a lavar. etc.
Tampoco usted crea que es su obligación mantener ocupados a los niños dentro de la casa. Ellos tienen que encontrar la manera y, como niños, de entretenerse con sus juguetes o también hacer las tareas de la escuela.
No compre cosas a sus hijos cada vez que va a la tienda o al súper. Muchas veces esta práctica es consecuencia de un sentimiento de culpa. “Los padres que trabajan creen que porque no pueden pasar más tiempo con sus hijos tienen que compensarlos dándoles regalos constantemente, tal vez lo haga sentirse generoso, pero sus hijos pueden llegar a creer que tienen derecho a recibirlos y empiecen a exigírselos a cada rato, o con mayor frecuencia.
Un niño que se sale con la suya cada vez que hace un berrinche con gritos y llanto, y si usted lo complace, aprende que puede conseguir lo que quiere comportándose de esta manera, como en el caso de la muchachita de los zapatos.