En tiempos recientes, la algarroba ha atraído la atención en el ámbito de la alimentación saludable. Aunque ha sido utilizada desde la antigüedad, este fruto mediterráneo ha pasado desapercibido frente a otros productos más populares. Ahora, su redescubrimiento como sustituto del chocolate y sus propiedades nutricionales han hecho que se convierta en un ingrediente destacado en la cocina moderna, especialmente para personas con restricciones alimenticias.
Uno de los usos más conocidos de la algarroba en la actualidad es como alternativa al cacao en la preparación de productos de panadería, especialmente en opciones sin gluten y aptas para diabéticos. A diferencia del cacao, la algarroba tiene un contenido muy bajo de grasa (solo un 1%) y no contiene cafeína ni teobromina, compuestos estimulantes que se encuentran en el chocolate.
Este fruto se presenta en diferentes formas: en polvo, sirope o harina. La harina de algarroba se obtiene al moler la pulpa deshidratada de las vainas de este árbol, y su sabor naturalmente dulce la hace ideal para reemplazar el cacao en recetas como brownies, galletas y batidos. Además, a diferencia del cacao, no contiene ácido oxálico, lo que permite una mejor absorción de minerales esenciales como el calcio y el hierro.
A nivel nutricional, la algarroba es un alimento versátil y rico en nutrientes que la destacan frente a otros ingredientes. Su bajo contenido en grasas y su aporte significativo de carbohidratos de alta calidad, vitaminas del grupo B y minerales como calcio, magnesio y hierro, la convierten en una opción interesante para dietas saludables.
La harina de algarroba, con su sabor dulce, sustituye al cacao en múltiples recetas (Horizonte A)
Los 100 gramos de harina de algarroba contienen:
- Calorías: 13 kcal
- Grasas: 0,1 g
- Carbohidratos: 5,3 g
- Proteínas: 0,3 g
- Fibra: 2,4 g
- Calcio: 20 mg
- Hierro: 0,2 mg.
A pesar de contener una buena cantidad de azúcares naturales (sacarosa, glucosa, maltosa y fructosa), su alto contenido en fibra (38,9 g por cada 100 g de harina) hace que estos se absorban de manera lenta, evitando picos de glucosa en sangre.
Uno de los principales beneficios de la algarroba para la salud es su capacidad de mejorar el tránsito intestinal gracias a su alto contenido en fibra soluble, lo que contribuye a regular la función intestinal y a prevenir el estreñimiento. Además, la pulpa de la algarroba, junto con su corteza, tiene propiedades astringentes y antidiarreicas.
Además de sus beneficios para la digestión, se ha demostrado que la algarroba tiene propiedades bactericidas, antivirales, anticancerígenas y coagulantes, atribuidas en parte a su alto contenido de pectina. Por estos motivos, es un ingrediente cada vez más utilizado en productos dietéticos y sin gluten.
Su alto contenido de fibra mejora la función intestinal y previene el estreñimiento
La algarroba es un alimento apto para personas con diabetes, principalmente debido a su capacidad para controlar los niveles de azúcar en sangre. Varios estudios han demostrado que sus derivados pueden tener efectos antidiabéticos, además de ayudar a prevenir enfermedades crónicas como la hipercolesterolemia o el cáncer gracias a sus antioxidantes y polifenoles.
Es importante tener en cuenta que, aunque contiene carbohidratos, su absorción lenta debido a la fibra ayuda a evitar fluctuaciones rápidas en los niveles de glucosa. De todos modos, los diabéticos deben siempre consultar con su médico antes de incluirla en su dieta.
Como ya se ha señalado, la algarroba no es un alimento nuevo; fue utilizada durante siglos en la alimentación humana y animal, especialmente en las regiones mediterráneas. En el pasado, era valorada por su alto contenido nutritivo y su versatilidad. De la algarroba se obtenía goma de garrofín, utilizada como espesante en la industria alimentaria.
Sin embargo, el uso de este fruto disminuyó considerablemente tras la irrupción de aditivos más económicos y la mecanización de la agricultura en la segunda mitad del siglo XX. En las últimas décadas, la algarroba ha resurgido como producto saludable y sostenible, gracias a la creciente demanda de alimentos naturales y ricos en nutrientes.
Además de su uso como sustituto del cacao, la algarroba ofrece una gran versatilidad en la cocina. Permite reducir la cantidad de azúcares refinados en las recetas. Algunas de sus aplicaciones culinarias más comunes son:
- Brownies y galletas: la harina de algarroba sustituye al cacao o al chocolate, total o parcialmente.
- Batidos y bebidas: mezclar harina de algarroba con frutas o bebidas vegetales es una opción saludable para el desayuno.
- Infusiones y siropes: la pulpa de la algarroba se puede utilizar para preparar siropes dulces, ideales como aderezo.
Este fruto, que antaño fue un recurso indispensable en la cuenca mediterránea, está experimentando un renacimiento en la gastronomía contemporánea, no solo por sus beneficios para la salud, sino también por su valor cultural y ecológico.