La compañía eléctrica Fortum en Finlandia anunció este martes que ha logrado producir el primer plástico biodegradable del mundo basado íntegramente en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de una planta de incineración de residuos.
Esta innovación, fruto del programa piloto Carbono2X de Fortum, supone un paso significativo hacia la reducción de las emisiones industriales de CO2 a la atmósfera y permitirá producir una materia prima nueva y sostenible para la industria del plástico, señaló la compañía en un comunicado.
Según Fortum, el bioplástico producido a partir de dióxido de carbono tiene las mismas propiedades cualitativas que los plásticos tradicionales de origen fósil y puede complementar otras soluciones sostenibles, como los plásticos reciclados y los de origen biológico.
Además, el nuevo material puede ser reciclado y, al ser totalmente biodegradable, aunque acabe accidentalmente en la naturaleza se descompone y no deja microplásticos nocivos en el medio ambiente.
«Este tipo de avances contribuirán a reducir la dependencia de las materias primas de origen fósil y pueden generar nuevos negocios basados en la economía circular», afirmó Tony Rehn, director del programa Carbono2X.
Según Rehn, Europa genera anualmente cerca de 100 millones de toneladas de residuos no reciclables que se incineran para producir energía, una solución que genera grandes emisiones de CO2.
En cambio, el uso generalizado de esta tecnología de Fortum permitiría capturar y reutilizar hasta el 90 % de las emisiones de dióxido de carbono que se liberan a la atmósfera por la incineración de residuos.
De acuerdo a la compañía finlandesa, a nivel global existen muchos proyectos en marcha para capturar CO2 y limitar las emisiones, pero la mayoría se centran en su almacenamiento y en la producción de combustibles sintéticos, dos opciones menos sostenibles que usarlo para crear nuevas materias primas.
La compañía finlandesa presentará este noviembre en el mercado europeo su nueva marca de «plásticos nacidos del CO2», aunque estima que la producción a escala industrial de estos productos no empezará hasta finales de esta década.