En las favelas de Brasil, hogar de unos 20 millones de personas, sienten desde hace años los efectos de una crisis climática que ha obligado a sus habitantes a poner en marcha sus propias iniciativas sostenibles ante el abandono del Estado.
«La temperatura de las favelas es mucho superior en verano. Mientras la ciudad está a 30 grados (Celsius), en Paraisópolis (la segunda mayor favela de São Paulo) llega a 39», denunció este martes Gilson Rodrigues, presidente de la organización G10 Favelas, en el II Foro Latinoamericano de Economía Verde, que organiza la Agencia EFE.
Los ladrillos de las casas a la intemperie, las aceras hechas con cemento y los tejados de metal convierten a muchas de las favelas en auténticas saunas, en un contexto en el que cada vez son más frecuentes las olas de calor en el país.
Por otro lado, la falta de saneamiento también convierte a las favelas en zonas de riesgo para las inundaciones en época de lluvias.
«Estamos marginados por los servicios que no llegan», criticó Rodrigues, cuya familia vive desde hace 70 años en Paraisópolis, adonde llegaron huyendo de la sequía en el estado de Bahía (nordeste).
Pero desde G10 Favelas, una organización sin ánimo de lucro que reúne a líderes y emprendedores de este tipo de barriadas extremadamente vulnerables, rostro de la desigualdad brasileña, se han puesto manos a la obra ante la ausencia del poder público.
Una de las iniciativas expuestas por Rodrigues en el foro es ‘Agrofavela-Refazenda’, una huerta de 900 metros cuadrados, un oasis en medio de Paraisópolis, que además forma «agricultoras urbanas» a través de un curso de formación para mujeres, muchas de ellas víctimas de violencia machista.
Los alimentos producidos de forma sostenible sirven también para otro proyecto, «Mãos de Maria», que a su vez elabora marmitas para familias en situación de inseguridad alimentaria.
Otro de los proyectos sugiere agregar a las azoteas de ladrillo y cemento desnudo pequeños jardines y huertas individuales.
«Vamos creando soluciones para poder decir que funciona», expone Rodrigues. Paraisópolis se ha transformado así en un laboratorio de ideas de donde han surgido medio centenar de iniciativas financieras, de comunicación, logística, agrícola, construcción y reciclaje.
En este último apartado, implementaron el programa «Costurando Sonhos», que forma mujeres en moda a partir del reciclaje de piezas de ropa, como uniformes de bancos, eléctricas y aerolíneas. Sus creaciones ya han sido exhibidas en Milán, por ejemplo.
«Existe una alternativa, ellas lo están haciendo y están ganando dinero», defendió Rodrigues.
Por su parte, Claudio Providas, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Brasil, presente en el panel, pidió a las autoridades «elevar el nivel de ambición, acelerar políticas públicas» y transformar así realidades como la de Paraisópolis.
«El cambio climático afecta de manera desigual» e impacta especialmente «a los pobres y a los que tienen pocos recursos», expuso.
El II Foro Latinoamericano de Economía Verde reunió entre este martes y miércoles, en São Paulo, a expertos y líderes regionales para discutir políticas innovadoras, la urgencia de reducir las emisiones de carbono y las oportunidades de inversión sostenible.
El evento está patrocinado por ApexBrasil, la agencia brasileña de promoción de las exportaciones e inversiones, y la empresa Norte Energía, operadora de Belo Monte, la cuarta mayor central hidroeléctrica del mundo, y cuenta con el apoyo de Vivo y de la Cámara Española de Comercio en Brasil.