El debate se preveía acalorado, pero resultó en extremo civilizado y ordenado, incluso cordial.
Tras dos meses lanzándose dardos a distancia, en su primer encuentro cara a cara este martes los candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos, el gobernador de Minnesota, el demócrata Tim Walz (West Point, Nebraska, 60 años), y el senador republicano por el estado de Ohio, J.D. Vance (Middletown, Ohio, 40 años) mantuvieron la calma en todo momento y respetaron escrupulosamente sus respectivos turnos .
Salvo algunos momentos de tensión, como cuando Vance se quejó de que una de las moderadoras de la cadena CBS lo corrigiese y terminaron silenciando los micrófonos, la muy anticipada hora y media transcurrió sin sobresaltos.
Es que no es común que una cita de los segundos de abordo de cara a las elecciones despierte tanto interés como el de este año, pero tampoco muchas campañas han estado tan llena de imprevistos.
Además, los compañeros de fórmula de la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump para los comicios del 5 de noviembre han sido el centro de atención por derecho propio en numerosas ocasiones, con un impacto más o menos positivo en la opinión pública.
Fue Walz, un antiguo profesor de escuela y entrenador de fútbol americano, el primero en pronunciar una frase para describir a sus rivales que se volvería viral y que la campaña demócrata adoptaría después como una suerte de eslogan: «Son gente rara».
Y Vance, exinversor de capital riesgo y autor de un libro superventas —»Hillbilly, una elegía rural», unas memorias que lanzaron su carrera política—, acaparó todos los focos cuando en julio salió a la luz una entrevista de 2021 en la que tachaba a Harris de inepta para la presidencia por no haber tenido hijos.
El comentario generó un movimiento en las redes sociales a favor de las childless cat ladies («mujeres sin hijos y con gatos»).
El aspirante republicano a la vicepresidencia también se vio en el centro de la polémica al repetir en las cadenas de TV nacionales un bulo difundido por Trump durante el debate presidencial de septiembre y desmentido una y otra vez: que inmigrantes haitianos en la ciudad de Springfield, en Ohio, se comen las mascotas de sus vecinos.
Nada parecido a esto se pudo escuchar este martes. El tono del debate contrastó radicalmente con intervenciones pasadas, apenas hubo espacio para ataques, e incluso se pudo atestiguar cierta complicidad entre rivales por momentos.
«De hecho, estoy de acuerdo» con Walz, se le escuchó decir en varias ocasiones a Vance, y el demócrata también le hizo un guiño a esto en su intervención final: «Hay mucho en común aquí».
Medio Oriente, migración, aborto
«Si usted fuera el que tuviera la última palabra, ¿apoyaría o detendría un ataque preventivo de Israel contra Teherán?«.
La primera pregunta a los candidatos surgió al calor de la actualidad, apenas horas después de que Israel invadiera Líbano por tierra en su operación contra el poderoso grupo Hezbolá y el aliado de este, Irán, lanzara en respuesta decenas de misiles hacia Tel Aviv.
Y, mostrándose inesperadamente nerviosos, ambos aprovecharon para insistir en el apoyo a sus aliados.
De la política internacional, pasaron a abordar otro tema de actualidad, los estragos del huracán Helene, ante el cual Vance y Walz coincidieron en la importancia del cambio climático.
Incluso al abordar la cuestión de las armas de fuego, los rivales defendieron posturas similares, presentándose como padres preocupados por la violencia armada en las escuelas.
Menos de acuerdo se mostraron cuando le tocó el turno a la inmigración.
«¿Deportaría a padres? ¿Los separaría de sus niños nacidos en territorio estadounidense?», se le preguntó a Vance, con el objetivo de que explicara cómo se llevaría a cabo la deportación masiva —»la más grande de la historia del país»— que ha prometido Trump si gana la presidencia.
En su respuesta, Vance acusó a Kamala Harris de dejar «entrar fentanilo a niveles récords» y pasó a explicar que las deportaciones comenzarían con «criminales», sin aclarar o no si la deportación pasaría por la separación familiar.
«Hay un millón de inmigrantes que han cometido algún tipo de delito, empecemos con ellos», añadió.
También se volvió a referir a Springfield, Ohio, pero en vez de repetir que la comunidad haitiana está comiéndose allí a las mascotas, dijo que la capacidad de la ciudad para recibir inmigrantes está «al límite».
Ante ello, la periodista de CBS Margaret Brennan aprovechó para aclarar que los haitianos de Springfield están en territorio estadounidense de forma legal, a lo que le siguió un reclamo del senador de Ohio.
Y es que al inicio del evento las moderadoras recordaron al público que iban a dejar que los candidatos se verificaran el uno al otro.
En vista de que Vance y después Walz seguían hablando sobre migración tras haberles advertido que sus respectivos turnos habían acabado, CBS silenció sus micrófonos.
También hubo espacio para debatir sobre los derechos reproductivos, una carta que los analistas apuntan como ganadora para los demócratas.
Probablemente por eso a Walz se le vio más cómodo que al abordar otros temas.
Vance, por su parte, se alejó de posturas más radicales del pasado y se limitó a decir que lo mejor es dejar a los estados legislar al respecto, dado que EE.UU. es un país «grande y muy diverso».
Ni siquiera cambió el tono cuando abordaron un tema más contencioso, el supuesto rol del expresidente Trump en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Si bien Vance fue incapaz de reconocer que el republicano perdió las elecciones de noviembre de 2020.
Ambos candidatos hicieron referencia a sus orígenes en numerosas ocasiones.
No en vano fueron elegidos en parte por representar el Medio Oeste estadounidense, una región que, a pesar de su peso electoral, no suele ocupar titulares en la política nacional
Aunque sus caminos han sido completamente distintos, tienen en común que provienen de pueblos pequeños y rurales de la clase media, en contraste con Trump, un multimillonario nativo de Nueva York, y Harris, nativa del área de la bahía de San Francisco.
También comparten la veteranía militar —Vance es un exmarine y Walz un antiguo oficial de la Guardia Nacional—, pero este martes sus intervenciones se centraron en aquello que los distingue, aunque también coincidieron en posturas.
Empate en las encuestas
El principal trabajo de los compañeros de fórmula suele ser defender a los líderes de partido, pero también tienen que ganarse la credibilidad del público y conectar con la audiencia.
No en vano, el vicepresidente es el primero en la línea de sucesión en caso de que le ocurra algo al presidente.
En eso se esforzaron Walz y Vance, mientras desgranaban las propuestas electorales de los partidos que representan.
Aunque la misión principal de los candidatos a vicepresidente este martes fue, sin lugar a dudas, atraer más votos.
Y es que, con los estrechos márgenes que auguran las encuestas de intención de voto, cada uno de los sufragios cuenta.
Sin embargo, tienen especial relevancia los de los estados péndulo, aquellos que se consideran aún indecisos.
Debido a cómo está conformado el sistema electoral estadounidense, son estos estados, también llamados bisagra, los que acaban dando la victoria en las urnas.
Para estas elecciones son clave Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Míchigan, Nevada, Wisconsin, y sobre todo Pensilvania.
No por nada eligieron Filadelfia, su principal urbe, para el debate presidencial entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump el pasado10 de septiembre.
Ahora habrá que ver si aquella cita, en la que según los analistas se impuso la exfiscal de California y que siguieron 67 millones de personas, y lo ocurrido en la noche de este martes en Nueva York se traducen en votos.
Y, sobre todo, si animan a acudir a las urnas al reducido porcentaje de indecisos (en torno al 8%) que es fundamental para determinar de qué lado quedará la balanza.