Es probable que no sea el primer mandatario que se venga a la cabeza a la hora de pensar en los presidentes más relevantes de Estados Unidos. Jimmy Carter era prácticamente un desconocido cuando presentó su candidatura para la Casa Blanca y, en cierto modo, podría decirse que su liderazgo durante cuatro años también pasó desapercibido, eclipsado por el de otros dirigentes más mediáticos que le precedieron y aquellos que vinieron después.
Pero ahora que se cumplen 100 años de su nacimiento, un mundo cada vez más hostil vuelve a recordar los logros de un político conciliador, de carácter afable, que hizo realidad el primer tratado de paz en Oriente Próximo.
Pese a su corta estancia en el Despacho Oval, el presidente más longevo de EE.UU. permitió imaginar durante un tiempo una sociedad mejor, más justa y alejada de los conflictos, una idea a la que se aferró una vez agotado su mandato y con la que emprendió décadas de lucha para intentar resolver los problemas globales, lo que le valió el Nobel de la Paz en 2002.
La defensa de los derechos civiles se convirtió en el eje central de los valores de James Earl Carter Jr. (1 de octubre, 1924) desde muy pequeño, cuando sus progenitores le enseñaron la importancia de combatir el racismo. Lo hicieron desde la ciudad de Plains, en el estado de Georgia, donde su padre era dueño de un exitoso negocio dedicado al cultivo de cacahuete y del que su hijo tuvo que hacerse cargo en 1953 a raíz de su muerte por un cáncer.
Fue ese el motivo por el que Jimmy tuvo que dejar la Marina tras siete años en las fuerzas de submarinos nucleares de la Armada.
Una vez de regreso a sus orígenes, Carter no pudo obviar las tensiones raciales cada vez más evidentes en su Plains natal, una comunidad predominantemente blanca. Mientras mantenía su negocio a flote, fue ganando notoriedad al involucrarse en diversas asociaciones de ámbito estatal y, siguiendo su espíritu inconformista y luchador, se lanzó a la política.
La carrera del que sería el trigésimo noveno presidente del país arrancó en 1962 en el Senado de Georgia, estado que gobernó ocho años después, con un mandato centrado en los derechos civiles.
Aún así, Carter quería más, expandir sus preocupaciones e ideales, y decidió postularse en 1974 como candidato demócrata para ocupar la Casa Blanca. Quizá pocos se esperaban que un desconocido gobernador pudiese arrebatarle la Presidencia al entonces dirigente, el republicano Gerald Ford. Pero fue precisamente ese perfil más discreto el que acabó convenciendo a un electorado cuyo único anhelo era pasar página y olvidar años oscuros marcados por el caso Watergate o la guerra de Vietnam.
Fue tan solo un mandato, pero Carter logró hacer talante de su sentido pragmático y sus habilidades conciliadoras para acercar la paz a Oriente Próximo. Lo hizo a través de la firma de los históricos acuerdos de Camp David de 1978, que marcaron el fin de las hostilidades entre Israel y Egipto tras más de tres décadas de violencia por una tierra que, aún a día de hoy, sigue en disputa. Gracias a ese texto, El Cairo se convirtió en el primer territorio en reconocer al Estado judío a cambio de retirarse de la península de Sinaí, si bien una promesa quedó en el aire: la voluntad hebrea de negociar la paz con Palestina. Un escenario utópico casi medio siglo después.
Paradójicamente, fue otro episodio protagonizado desde Oriente Próximo el que enturbió el final de su Presidencia y precipitó su caída. A raíz del triunfo de la revolución islámica, un grupo de estudiantes iraníes invadió la Embajada de EE.UU. y tomó como rehenes a 52 diplomáticos, una crisis que se extendió durante 444 días tras una fallida misión de rescate. Como consecuencia, la opinión pública le dio la espalda y perdió los comicios de 1980 frente a Ronald Reagan.
EL LEGADO
Su salida del poder no impidió, sin embargo, que siguiese actuando conforme a sus principios: fundó en 1982, junto a su esposa Rosalynn, el Centro Carter, una institución con la que ganó más prestigio como defensor de los derechos y como mediador en procesos electorales de todo el mundo.
Tras superar un cáncer cerebral a los 90 años, las alarmas volvieron a encenderse en febrero de 2023, cuando su círculo anunció que Carter pasará «el tiempo que le queda» en cuidados paliativos. Aunque muchos temieron su final inminente, el exmandatario celebra su centenario en un mundo que sigue soñando con ser mejor.
LISTOS PARA CELEBRACIONES
La ciudad natal de Carter, Plains, en Georgia, se está preparando para esta celebración histórica.
Por ejemplo, la visitante April Kirkman viajó más de 2.500 millas para participar en las festividades del centenario de Carter. «Un presidente durante cuatro y 80 años ha estado al servicio de la humanidad. Qué vida y aquí está, 100 años el 1 de octubre. Increíble. Nació en 1924», dijo Kirkman. Ella no fue la única.
«Feliz cumpleaños y gracias por todas las buenas decisiones que impactaron en personas de todo el mundo», señaló la visitante Carolyn Channing.
Las festividades comenzaron durante el pasado fin de semana con el Festival anual de Maní de las Llanuras y un desfile en la ciudad.
Este 1 de octubre habrá una ceremonia de naturalización de 100 nuevos ciudadanos estadounidenses, seguida de un paso elevado militar con cuatro aviones F-18 de la Marina y con una gran cantidad de aviones de la era de la Segunda Guerra Mundial. El día concluirá con un concierto.
También se le dedicará un monumento llamado las «Cartas de la Libertad», que exhibe permanentemente réplicas de los documentos de Constitución, Declaración de Derechos y la Declaración de Independencia del país.