Centroamérica celebra cada 15 de septiembre su independencia. Pero no toda Centroamérica lo celebra.
Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica festejan este 15 de septiembre el bicentenario de la firma del Acta de Independencia de América Central, con la que rompieron los lazos de más de dos siglos con el imperio español.
Pero una nación -geográficamente centroamericana- no estuvo incluida en el acta y tuvo que esperar otros dos meses para separarse de España y varias décadas para convertirse en estado independiente.
«Panamá logra la independencia (de España) el 28 de noviembre de 1821, más tarde que el resto de los otros países centroamericanos. Y a diferencia de ellos, no se convierte en una república sino que pasa a formar parte de la Gran Colombia, el proyecto de unión de naciones de (Simón) Bolívar», dice a BBC Mundo el historiador Víctor Ortiz, del Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá.
De acuerdo con el académico, los procesos que llevaron a tan distintos rumbos a Panamá y las entonces recién independizadas repúblicas centroamericanas hay que buscarlos en la Historia.
Y más precisamente, en los tiempos de la conquista y la colonización y la forma en la que se desarrollaron diferencias económicas, políticas y sociales entre los distintos territorios españoles en América.
Diferencias políticas
Según Ortiz, a través de los siglos, se manifestaron notables diferencias culturales, económicas y políticas entre Panamá y las otras naciones del istmo.
Esto ha llevado a que incluso actualmente, en la región todavía es común oír hablar coloquialmente de «los cinco países centroamericanos», en una región que comparten siete naciones independientes (incluida Belice, de habla inglesa).
Esta situación tiene una larga data: incluso los símbolos nacionales como la bandera de Honduras o los escudos de Nicaragua y El Salvador representan la hermandad de las naciones de Centroamérica con solo cinco símbolos (ya sean volcanes o estrellas).
«Eso obedece a la propia división político-administrativa que aplicó la corona española», señala Ortiz.
Y es que, según el historiador, en el proceso de conquista y colonización, Panamá quedó vinculada administrativamente al sur del continente americano y no a su centro.
Primero, formó parte de lo que era entonces el Virreinato del Perú (que incluía gran parte de Sudamérica) y más tarde, del Virreinato de Nueva Granada (también integrado por las actuales Venezuela, Colombia y Ecuador).
Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, que fueron quienes declararon la independencia el 15 de septiembre de 1821, formaban parte, en cambio, de la Capitanía General de Guatemala, que pertenecía al Virreinato de la Nueva España.
Diferencias económicas
De acuerdo con Ortiz, las diferencias económicas también estuvieron de fondo en lo que ya eran separaciones culturales y políticas manifiestas.
«Lo que es hoy Panamá, a diferencia del resto de Centroamérica, era un territorio de mucha importancia para España, porque le servía de base para el comercio internacional», recuerda.
De hecho, por más de un siglo en Panamá estuvo la llamada Feria de Portobelo, donde tenía lugar el grueso de los intercambios comerciales anuales entre el imperio español y sus territorios del Virreinato del Perú.
«Panamá hasta 1821 era un punto estratégico y neurálgico de la corona de España, lo que no pasaba con el resto de Centroamérica. Al ser una zona de tránsito estuvo muy ligado al mercado internacional y eso va a definir su estructura social, política y económica», señala Ortiz.
Sin embargo, el historiador recuerda que para esas fechas, ya casi todo el resto de Sudamérica, que había tenido más influencia cultural sobre Panamá, se había también independizado, a lo que se sumaron los otros países centroamericanos después.
«Para 1821 las tropas españolas estaban siendo vencidas en todo el continente y si Panamá no declaraba la independencia de forma autónoma, podría ser tomada por las tropas de Bolívar. Por eso las clases dominantes tomaron la decisión de declarar la independencia y así poder tener un mayor poder de decisión sobre su destino», comenta el académico.
A inicios de noviembre de ese año, se habían comenzado a dar señales de insurrección.
Una comunidad llamada Villa de Todos los Santos había declarado la independencia y existía el temor de que su llamado se extendiera por todo el país.
«Eso aceleró que los grupos citadinos tomaran la decisión de separarse de España porque evidentemente había el temor de que tras ese grito de independencia, otras ciudades iban a hacer lo mismo», señala Ortiz.
Y así, casi sin disparar un tiro, los grupos más ricos de la sociedad colonial panameña sobornaron a las tropas españolas para que se retiraran y firmaron su independencia en un proceso extraordinariamente exprés: poco más de dos semanas después del grito en la Villa de Todos los Santos.
Sin embargo, esto no significó el nacimiento de una nueva nación: si bien la independencia de Centroamérica convirtió en repúblicas a Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, Panamá eligió otro destino.
Parte de la Gran Colombia
En una jugada extraordinaria, los independentistas panameños optaron por unirse al territorio del viejo virreinato con el que habían mantenido vínculos y que ahora era la Gran Colombia, al mando de Bolívar y que incluía también a las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador y Venezuela.
«Dada la importancia que tenía el territorio que hoy es Panamá para España, existía el peligro de que España quisiera reconquistarlo. En ese momento, en Panamá no había mucha población ni medios para combatir una guerra; entonces es cuando deciden unirse a la Gran Colombia», señala Ortiz.
El historiador recuerda, no obstante, que en el acta de independencia, aunque se unían voluntariamente a los territorios liberados por Bolívar, los panameños abogaron por mantener sus libertades económicas y políticas.
Pero con la desintegración de la Gran Colombia en 1831, Panamá quedó unida a lo que es actualmente Colombia con diferentes nombres y organizaciones político-territoriales hasta que, finalmente, se separó en 1903.
«Pronto saldría a relucir que por esas propias diferencias históricas, había también numerosas diferencias culturales con Colombia, que solía ser más conservadora. Y eso llevó finalmente a la separación», recuerda Ortiz.
La división, que en Colombia aún es vista como una secesión al amparo de EE.UU. (que buscaba entonces retomar las tareas de construcción del Canal), dio paso a una nueva república.
Así, el 3 de noviembre de 1903, los mapas de América cambiaron para reflejar una nación ahora sí totalmente independiente, más de 80 años después de haberse liberado de España.