Venezuela y el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo azuzaron un acalorado debate en la plenaria del Parlamento Europeo en Estrasburgo. La resolución, aprobada con 309 votos a favor, 201 en contra y 12 abstenciones, rechaza el fraude electoral, condena la persecución a la oposición y advierte de una nueva ola migratoria de Venezuela.
¿Qué significa este reconocimiento? «Poco», responde a DW Mariano de Alba, abogado venezolano especialista en derecho internacional. «Es más bien algo simbólico, es un exhorto. Por lo pronto, en los Gobiernos de la Unión Europea, los que realmente deciden, no hay ánimos de repetir la historia de Juan Guaidó”, añade. Efectivamente, esta resolución fija por mayoría la posición del Parlamento Europeo, pero no tiene carácter vinculante.
Cabe recordar que el 31 de enero de 2019, pocos días después de que Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Nacional, se autoproclamara presidente de Venezuela, la Eurocámara le otorgaba legitimidad reconociéndolo. Poco después, fueron dando el mismo paso las capitales europeas.
Comisión Europea: una postura más cauta
Después de que, casi dos meses después de los comicios en Venezuela, el Gobierno de Caracas siga sin presentar las actas que, muy probablemente, probarían el fracaso de Nicolás Maduro, «solamente» hay consenso entre los 27 Gobiernos de la UE en no reconocer la legitimidad del Gobierno de facto.
«Maduro ha desconocido la voluntad del pueblo venezolano”, aseveró en el debate en la Eurocámara la comisaria Helena Dalli, que intervino en representación de la Comisión y la diplomacia europeas. Dalli anunció asimismo el apoyo europeo a la oposición, a la búsqueda del diálogo para una transición y a la mediación de Brasil, Colombia y México.
No romper los puentes
¿Qué objetivo tiene esta cauta postura de la Comisión Europea que, quienes defienden reconocer a Edmundo González Urrutia, califican de ‘tibia’? «No romper los puentes hacia todos los actores del conflicto, porque, aunque Nicolás Maduro haya cometido fraude, sigue siendo parte del conflicto», responde Mariano de Alba.
«Si se opta por la ruta de decir que Edmundo González es el presidente y se desconoce la realidad que, lamentablemente, sigue imperando en Venezuela, con el Gobierno de Maduro controlando las instituciones del Estado y el territorio, el espacio para la diplomacia y las iniciativas europeas se achica. Eso es más grave aún si se tiene en cuenta el rol que sigue teniendo -no con la amplitud que debería- la UE en el financiamiento de actividades humanitarias en Venezuela. Son millones de venezolanos en necesidad, que requieren cooperación internacional», subraya De Alba.
Por otro lado, la experiencia con Juan Guaidó dejó claro «lo riesgoso de dar acceso a dinero a una persona o un Gobierno interino que no tiene estructuras ni controles de verificación», anota.
Un debate importado
«El tiempo de la ambigüedad ha pasado», decía en el debate la eurodiputada por Portugal Ana Pedro, de la bancada conservadora. «Le han robado la democracia al pueblo venezolano», afirmó Dolors Monserrat, eurodiputada por España, en nombre de todo el Partido Popular Europeo.
Fue precisamente de este grupo del que partía la moción, que fue apoyada por dos grupos de ultraderecha. «Declaremos lo que hemos visto: Edmundo ganó en Venezuela. ¿Por qué ser comprensivos y negociadores con un torturador?”, clamaba, por su parte, el eurodiputado español Esteban González Pons, también de la bancada conservadora.