En nuestra constante búsqueda por mejorar nuestra salud o prevenir enfermedades, cada vez encontramos más y más productos que prometen mejorar nuestro bienestar, aumentar nuestra energía y ayudarnos a sentirnos mejor. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Muchísimos alimentos que se promocionan como saludables realmente no lo son, y muchas veces nos dejamos llevar por etiquetas engañosas, hermosos diseños o percepciones erróneas. Pero ¿qué alimentos parecen buenos pero realmente no lo son?
El impacto del consumo de productos procesados
En los últimos años, el aumento de enfermedades metabólicas y la obesidad en Estados Unidos ha alcanzado niveles alarmantes. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), más del 42% de los adultos en el país padecen obesidad, y se proyecta que este número seguirá aumentando. Estudios científicos han demostrado que el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados, altos en azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio, es uno de los principales responsables de esta epidemia.
Esta crisis también afecta a los niños. Las estadísticas del CDC muestran que aproximadamente el 19.7% de los niños y adolescentes de entre 2 y 19 años son obesos, lo que equivale a unos 14.7 millones de jóvenes en Estados Unidos. La exposición a productos altos en azúcares y calorías vacías, como snacks, jugos y bebidas azucaradas, está directamente vinculada con este alarmante aumento en la obesidad infantil. Esta tendencia no solo está poniendo en riesgo su salud actual, sino que también los predispone a enfermedades crónicas a largo plazo, como diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas.
Jugos, extractos y kombuchas: más azúcar de la que imaginas
Uno de los errores más comunes es pensar que los jugos de frutas naturales, extractos de frutas y verduras, e incluso las populares kombuchas, son siempre una opción saludable. Aunque están hechos con frutas, pierden la fibra esencial de la fruta entera y concentran grandes cantidades de azúcar. Los jugos embotellados que encontramos en muchos hogares pueden contener tanto azúcar como una soda, convirtiéndose en una bomba calórica disfrazada de bebida «natural». Lo mejor es optar por consumir la fruta entera o hacer jugos y extractos en casa sin agregar azúcares y usando más cantidad de verduras que de frutas. En cuanto a las kombuchas, siempre revisa las etiquetas y elige la que no contenga saborizantes artificiales y la que tenga menos cantidad de azúcar. Y por supuesto, una kombucha en botella siempre será mejor que una en lata de aluminio.
Barritas de granola y cereales: un dulce disfrazado
Las barritas de granola y los cereales para el desayuno, a menudo considerados snacks rápidos y nutritivos, son otra trampa común. La mayoría de ellos están llenos de azúcares añadidos, jarabe de maíz de alta fructosa, aceites poco saludables, saborizantes y colorantes. No olvidemos además que normalmente se utilizan cereales ultraprocesados y transgénicos, y la mayoría están contaminados con el peligroso Roundup. ¿Qué alternativa tenemos? Hacer barritas de granola caseras es muy rápido y fácil; puedes hacer muchas y guardarlas en la refrigeradora o congelarlas. La única marca de cereal para niños que compro como snack ocasional (recuerda, no se debe empezar el día con azúcar) son los cereales de la marca Lovebird.
Panes y tortillas «integrales»: ¿lo integral es mejor?
El pan integral es otra opción que parece saludable, pero realmente no lo es. La mayoría de las veces son productos hechos en base a harina blanca refinada común y corriente a la que le agregan un poco de salvado de trigo, además de un poco de colorante color caramelo, (altamente cancerígeno), para darle color. Cuando buscamos un producto integral, lo hacemos porque queremos elevar nuestro consumo de fibra, pero si tu dieta incluye muchos vegetales, sean crudos o cocidos, en realidad no necesitas comer ese pancito. Es mejor que le agregues a tu smoothie o cafecito con leche de almendras un par de cucharaditas de linaza molida, o semillas de hemp, o incluso puedes agregarle fibras en polvo a tus sopas para espesarlas y darles un extra de fibra. Recuerda elegir siempre productos orgánicos y, aún así, revisa las etiquetas para que no te sorprendan los ingredientes “adicionales”.
Ensaladas y aderezos: mucho más que hojas verdes
Las ensaladas preparadas y sus aderezos también pueden ser una sorpresa desagradable. Aunque las verduras son saludables, muchos aderezos contienen grandes cantidades de azúcar, sodio y grasas poco saludables. Las ensaladas que incluyen ingredientes como crutones, queso o tocino pueden transformar una comida ligera en una opción nada saludable, dependiendo de la calidad de estos ingredientes. Un estudio del Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics mostró que las ensaladas de los restaurantes de comida rápida pueden contener más calorías que una hamburguesa promedio, y no solo eso, sino que están cargadas de toxinas como ingredientes transgénicos, grasas saturadas, glutamato monosódico y muchos aditivos. Opta por hacer tus propios aderezos en casa usando aceite de oliva, vinagre y especias. Diviértete creando en la cocina.
Sushi y rolls: aditivos escondidos
El sushi, que muchos ven como una comida ligera muy saludable, puede ser muy engañoso. Los rolls que incluyen ingredientes fritos (en quién sabe qué tipo de aceite), como tempura, o que están cubiertos con salsas cremosas, pueden contener muchos aditivos y grasas nada saludables, sin contar la calidad de la salsa de soya que utilizan. Si prefieres una opción más saludable, elige nigiri o sashimi, que se enfocan en pescado fresco sin los ingredientes extras y comprar una botella de tamari orgánico para acompañarlo.
Yogur saborizado: ¿un postre disfrazado?
Si consumes lácteos, pensarás que el yogur es un ingrediente muy saludable, especialmente para los niños, pero la mayoría de las veces esto no es así. El yogur saborizado es básicamente azúcar y aditivos. Y ese yogur que viene con frutas o toppings suele tener tanto azúcar como un postre convencional. Un estudio del British Medical Journal indicó que el consumo regular de yogures saborizados y bebibles está relacionado con un aumento en el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina debido a su alto contenido de azúcar. ¿Mencionamos los antibióticos y hormonas presentes en la leche convencional? Sí, esos ingredientes también están en el yogur. Si realmente quieres darte un gusto y consumir yogur, elige uno 100% grassfed y orgánico, y que no contenga azúcares añadidos; así podrás endulzarlo ligeramente en casa con un poco de miel de abeja. ¿Lo quieres con sabor a frutas? Agrégale frutas picadas o licúalo con tu fruta favorita.
Snacks bajos en grasa: más azúcar, menos nutrientes
Los productos etiquetados como «bajos en grasa» o «light» son una estrategia de marketing para que consumas más azúcar y carbohidratos. Aunque parecen una opción saludable, muchas veces las grasas buenas las reemplazan con grasas malas, azúcar, carbohidratos y muchos aditivos para mejorar el sabor. Además ¿sabes qué? ¡Las grasas saludables son buenas para ti! Un informe del Journal of Nutrition demostró que las dietas ricas en productos light a menudo son deficientes en nutrientes esenciales y pueden provocar un aumento en los niveles de glucosa en sangre. Y recuerda que los productos “saludables” sin azúcar normalmente usan los peligrosos eritritol y xilitol, que se han relacionado con problemas cardíacos, y eso es solo la punta del iceberg.
¿Qué hacer entonces para comer realmente saludable?
– Lee las etiquetas siempre: No te dejes engañar por los términos «light», «sin gluten» o «natural». Revisa la lista de ingredientes y evita aquellos con aditivos, saborizantes y que contengan grandes cantidades de azúcar, sodio o grasas no saludables.
– Prepara tus propios alimentos: Hacer tus propios snacks y comidas en casa es una excelente manera de controlar lo que consumes. Prueba hacer palomitas caseras, chips de vegetales o aderezos con ingredientes naturales. Toma la decisión de amar la cocina y vas a ver que encontrarás el tiempo para hacerlo.
– Elige tus antojos sabiamente: Si tienes antojo de algo dulce y estás en la calle, opta por comprar una fruta fresca, nueces o incluso un chocolate oscuro (arriba del 70%). Para los antojos salados, elige una barra de carne grassfed, palomitas de maíz hechas con aceite de coco y sal, huevos duros (orgánicos y pasture raised) envasados o incluso bastones de verduras con guacamole.
– Evita las bebidas azucaradas: Las bebidas cargadas de azúcar son un problema. Elige agua, té sin endulzar o un café cold brew.
Y recuerda que la clave está en el balance. El camino hacia una alimentación saludable no es complicado, pero requiere estar informado y ser consciente de las elecciones que hacemos cada día. No se trata de eliminar todo lo que nos gusta, sino de elegir la versión correcta. Con más de 14.7 millones de niños enfrentando obesidad y millones de adultos luchando contra enfermedades metabólicas, es hora de que todos prestemos más atención a lo que ponemos en nuestros platos. La próxima vez que veas una etiqueta llamativa, tómate el tiempo para leer los ingredientes y saber qué estás comiendo realmente.