Argelia celebró este sábado (07.09.2024) unas elecciones presidenciales marcadas por una débil participación, inferior al 50%, y en las que el actual jefe de Estado, Abdelmadjid Tebboune, se perfila como gran favorito.
Con tres horas de retraso respecto a lo previsto, el presidente de la autoridad electoral, Mohamed Charfi, compareció ante la prensa para anunciar «una tasa media de participación del 48,03%» tras el cierre de urnas a las 20H00 (19H00 GMT).
Los colegios electorales se mantuvieron una hora más de lo previsto a petición de «algunos coordinadores» de la votación. Los datos de participación a las 17H00 locales eran mucho más bajos, del 26,46%, siete puntos por debajo respecto a 2019.
Tebboune ganó esos comicios con un 58% de los votos y una participación de casi el 40%. Ahora confía en obtener un segundo mandato después de multiplicar las promesas de mejoras económicas.
Los resultados de los comicios, a los que estaban convocados más de 24 millones de argelinos, se esperan el domingo 8 de septiembre.
Pero «el vencedor se conoce por adelantado», dado «el perfil», el «número inusualmente reducido» de rivales y «las condiciones en que se desarrolló la campaña electoral, que no es más que una comedia», consideró en Facebook Mohamed Hennad, un experto en ciencias políticas.
El presidente saliente, de 78 años, enfrentaba dos rivales poco conocidos.
El primero es Abdelaali Hassani, ingeniero de obras públicas de 57 años, líder del principal partido islamista, el Movimiento Sociedad por la Paz (MSP).
El otro es Youcef Aouchiche, de 41 años, experiodista y senador, líder del Frente de Fuerzas Socialistas (FFS), un partido histórico de oposición con fuerte presencia en la región de Cabilia, en el norte.
Temas de campaña
Tebboune cuenta con el apoyo de cuatro importantes formaciones, incluyendo al que fuera antaño el partido único, el Frente de Liberación Nacional (FLN), y el movimiento islamista El Bina.
La principal duda estaba en la participación, especialmente ante la elevada abstención de 2019 en pleno auge del movimiento de protesta conocido como Hirak, en pos de un cambio de sistema.
Este movimiento había logrado en abril de 2019 expulsar del poder, con el apoyo del Ejército, al predecesor de Tebboune, Abdelaziz Buteflika, tras 20 años de presidencia.
En medio de una campaña que levantó poco entusiasmo popular, los tres candidatos centraron su discurso en las cuestiones socioeconómicas, prometiendo mejorar el poder adquisitivo y levantar la economía del mayor exportador de gas natural de África, que debe a los hidrocarburos el 95% de sus ingresos en divisa extranjera.
En política exterior, los tres candidatos reiteraron su apoyo a la causa palestina y a la del Sáhara Occidental.
Argelia ha apoyado históricamente al Frente Polisario, que propugna la independencia saharaui frente a un Marruecos que controla la mayor parte de este territorio desde hace casi cinco décadas.
Ayudado por los ingresos del gas, Tebboune prometió revalorizar salarios y pensiones, inversiones, dos millones de viviendas nuevas y 450.000 empleos adicionales, para hacer de Argelia «la segunda economía de África».