La exasesora Linda Sun, quien trabajó para el Estado de Nueva York durante unos 15 años, primero a las órdenes de Andrew Cuomo y luego como jefa adjunta de personal de Kathy Hochul, fue arrestada este 3 de septiembre junto a su esposo, en su casa de Long Island, valorada en cuatro millones de dólares. La fiscalía la acusa de bloquear el acceso de representantes del ejecutivo taiwanés a funcionarios de alto nivel del Estado de Nueva York y alterar mensajes oficiales para favorecer la agenda política china, entre otras cosas. “Mientras aparentaba servir al pueblo de Nueva York, la acusada y su marido en realidad trabajaban para promover los intereses del Gobierno chino y del Partido Comunista Chino”, indicó el fiscal federal Breon Peace tras la detención.
Sun es ciudadana estadounidense naturalizada (nacida en China), y junto a su esposo Chris Hu, se declaró inocente. Ambos quedarán en libertad tras el pago de una fianza, pero tienen prohibido ponerse en contacto con el consulado y la misión diplomática de la República Popular China en Estados Unidos. Su abogado defensor, Jarrod Schaeffer, declaró que su cliente “está comprensiblemente consternada” por los cargos que se le imputan, y que refutarán en la corte una vez comience el juicio.
Los regalos recibidos por la exasesora
El suntuoso modo de vida de Linda Sun fue uno de los indicios que condujo a la investigación sobre sus acciones en la gobernación del Estado de Nueva York. El fiscal federal Breon Peace apuntó que “el esquema ilícito enriqueció a la familia de la acusada por varios millones de dólares”. Las autoridades de justicia rastrearon una serie de regalos y beneficios recibidos que suponen la vinculación entre los acusados, el Gobierno chino y sus allegados.
Los obsequios van desde patos salados al estilo Nanjing, preparados por el chef personal de un funcionario de la República Popular China, entregados en casa de los padres de Sun en Nueva York entre 2021 y 2022; entradas para diversos eventos artísticos, como el concierto de la Orquesta Nacional Tradicional China en el Carnegie Hall; hasta costosos viajes como el que la exasesora, su esposo y el socio comercial de este, hicieron en 2017 invitados por el presidente de una asociación anónima de la provincia de Henan, con sede en la Gran Manzana. En aquel viaje su marido recibió ayuda para sus actividades empresariales en China (es un exportador de langostas de Queens), que a la larga le generaron a la pareja los ingresos suficientes para comprar su millonaria residencia en Manhasset (Nueva York); otra en Hawái, de 1,9 millones de dólares, y un Ferrari en 2024, según la acusación.
Los registros también indican que en otro viaje a la provincia de Jiangsu (China) por motivos oficiales, Sun recibió beneficios “no revelados y no aprobados” de funcionarios locales, según la Fiscalía. Asimismo, una cuenta bancaria de la exasesora y su cónyuge recibió una transferencia por un monto de 47.895 dólares proveniente de China en 2016, denominada “pago por viaje”. La trama del caso pica y se extiende.
Toda la investigación está enmarcada en las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China. En un testimonio ante el Congreso el año pasado, el director del FBI, Christopher Wray, contó que la agencia había abierto “miles de investigaciones” sobre el espionaje chino en el país. Y la CIA también ha hecho lo suyo. En un discurso en 2023, el director de esa agencia, William Burns, indicó que se había más que duplicado el gasto en contrarrestar las actividades de inteligencia chinas. Con este fortalecimiento de las acciones de contrainteligencia, pero también por la mayor actividad china, más y más informantes de bajo nivel están siendo investigados. Para el FBI da igual el perfil del informante, “el espionaje es espionaje”, y cualquier captura es una victoria.
Del lado chino, de confirmarse, el caso no es una anomalía, sino que demuestra hasta cierto punto uno de los modus operandi de sus servicios de inteligencia. A medida que han agrandado su red de informantes, una de las técnicas más efectivas ha sido buscar personas que hayan nacido y crecido en China, y que ahora vivan y tengan nacionalidad estadounidense. Una vez identificados los reclutan de diferentes maneras: ofreciéndoles dinero, apelando a su orgullo patrio, satisfaciendo sus vanidades o incluso amenazando a sus familias en China. En consecuencia, algunos informantes son creyentes sinceros, otros son personas normales que se han encontrado en medio de una trama de espionaje internacional.