La pediatra Soledad Barrera, de 41 años, había llegado a la sala del hospital del SMI en Montevideo, la capital de Uruguay, para una operación de rutina. La intervención para sacarse la vesícula no duraría más de 40 minutos. Su madre, Rosario Barrera, la acompañó hasta el sanatorio y desde afuera del quirófano comenzó a escuchar gritos que le llamaron la atención: “María Soledad, despertate”. Unos minutos después, el cirujano y la anestesista le explicaron que la paciente había entrado en un paro cardíaco.
Barrera sobrevivió al paro, pero quedó con un agravio encefálico que la dejó en un estado casi vegatativo hasta este martes, cuando la mujer falleció después de 10 meses de estar en coma, informó el diario El País. Durante semanas y semanas, la pediatra –que no tenía patologías previas– se limitaba a dormir, abrir los ojos sin ver, responder a algún estímulo auditivo y recibir alimentación mediante sonda (que muchas veces terminaba vomitando).
Su madre denunció el caso en la institución, en el Ministerio de Salud Pública y también presentó una denuncia penal, cuya investigación ahora avanza en la Fiscalía.
La indagatoria penal apunta contra la anestesista, que fue quien cargó desde el primer momento la denunciante. La profesional compareció el 30 de mayo ante el fiscal Fernando Romano, que la interrogó en calidad de indagada. Para esa fecha, ya habían pasado por la sede de la Fiscalía una docena de testigos (médicos y enfermeros, en su mayoría), inclusive el cirujano que había operado a la mujer.
La muerte de la pediatra puede provocar un cambio en la tipificación del delito que investiga la Fiscalía. La investigación es compleja porque se basa en encontrar un nexo entre lo que sucedió en la sala de operaciones y el estado de salud en el que quedó la paciente. El fiscal espera una serie de pericias e informes, antes de pedir (o no) la imputación de la anestesista.
“Si bien las lesiones que sufrió Soledad revestían (desde un primer momento) la calidad de irreversibles, su fallecimiento ha generado un dolor inconmensurable en su madre y el resto de la familia, que procura que la investigación de la Fiscalía continúe y logre determinar las responsabilidades de la muerte de su hija”, declaró Diego Bais, el abogado de la familia de la víctima, a El País.
Para el abogado, hay “elementos contundentes” para lograr probar algunas de las irregularidades constatadas, que están vinculadas a omisiones de asistencia de la paciente cuando sufrió el paro cardíaco durante la intervención. “Hoy lo que mantiene en pie a esta madre destrozada es que pueda haber justicia en esto que sucedió y evitar que existan otras víctimas como Soledad. Eso es lo único que además puede aliviar el dolor”, sostuvo Bais.
A fines de diciembre del año pasado, cuando Soledad estaba todavía en coma, su madre se cruzó a la anestesista en una cafetería, la siguió hasta el ascensor y la encaró. “Le dije que por qué no se hacía cargo de las cosas, que destrozó la vida de mi hija. Me dijo que ella no había hecho nada, que no había sido problema de la anestesista y ahí culpó al cirujano. Le dije que empezar a rezar, que iba a conocer lo peor de mi”, relató Rosario Barrera al medio uruguayo.
La versión de la anestesista es que en las cirugías laparoscópicas ocurren “mil cosas fisiológicas” que pueden explicar el daño cerebral extendido que tiene Soledad. Estos hechos se pueden registrar “concomitantemente” con el paro cardíaco.
La denuncia penal fue presentada el 21 de febrero. En el escrito, la familia argumentó que se habían constatado “inconsistencias” en la ficha de control anestésico. En concreto, se refirió a presuntas modificaciones realizadas a ese documento días después de la intervención médica.