A partir del próximo mes, los migrantes rescatados en el mar cuando intentaban llegar a Italia podrían verse trasladados a Albania mientras se tramitan sus solicitudes de asilo, dentro de un controversial acuerdo en el que el pequeño país balcánico alojará a miles de solicitantes de asilo en nombre de Italia.
En declaraciones durante una visita a Albania en junio, la primera ministra, Giorgia Meloni, dijo que los dos centros diseñados para acoger a los migrantes estarían listos el 1 de agosto para recibir a los primeros 1.000 migrantes. Pero la víspera de esa fecha se veían intensas labores de construcción en uno de ellos, lo que ponía en duda que fueran a estar listos a tiempo en su totalidad. Ni Italia ni Albania han indicado cuándo podrían llegar los primeros migrantes.
El acuerdo de cinco años firmado el pasado noviembre por Meloni y su homólogo albanés, Edi Rama, contempla alojar hasta a 3.000 migrantes recogidos por la Guardia Costera italiana en aguas internacionales cada mes. Pasarán un primer filtro a bordo de los barcos que los rescatan antes de ser enviados a Albania mientras se les investiga más a fondo.
Los centros sólo alojarán hombres adultos, según dijo el embajador italiano en Albania, Fabrizio Bucci, a The Associated Press. Las personas consideradas como vulnerables —mujeres, niños, ancianos, enfermos o víctimas de tortura— serán alojados en Italia. Tampoco se separará a las familias, dijo el embajador. Las personas enviadas a Albania conservarán su derecho, según la legislación internacional y de la Unión Europea, a pedir asilo en Italia y a que sus solicitudes se procesen allí.
Tramitar cada caso toma en torno a un mes, de modo que el número de personas enviadas a Albania podría alcanzar las 36.000 al año. Italia ha acordado recibir a los que obtengan asilo. Aquellos que vean rechazada su solicitud serán deportados directamente desde Albania, según el embajador.
El proyecto, respaldado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, como ejemplo de “pensamiento creativo” para abordar la inmigración en la UE, ha sido condenado por grupos de derechos humanos como un peligroso precedente.
“El Comité Internacional de Rescate (IRC) subraya los riesgos asociados con el plan e insta a la UE y sus estados miembros a no utilizar este peligroso modelo como modelo para sus propias estrategias de asilo y migración”, indicó la organización humanitaria en un comunicado el 23 de julio. El IRC describió este año el plan como “costoso, cruel y contraproducente”.
No es la primera vez que un país intenta externalizar el alojamiento de solicitantes de asilo. El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, ha cancelado el criticado plan del antiguo gobierno conservador de enviar algunos migrantes a Ruanda para procesar sus solicitudes de asilo. La nueva secretaria del Interior, Yvette Copper, dijo que el coste de 700 millones de libras (904 millones de dólares) para el plan era el “derroche más escandaloso de dinero del contribuyente que he visto jamás”.
Los dos centros en Albania le costarán a Italia 670 millones de euros (730 millones de dólares) durante cinco años. Las instalaciones estarán gestionadas por Italia en su totalidad y quedarán bajo jurisdicción italiana, mientras que guardias albaneses prestarán seguridad exterior.
Uno de los centros, en el puerto de Shengjin, en la costa albanesa del Adriático, lleva listo más de un mes. Pero el otro, unos 24 kilómetros (15 millas) al este, cerca del antiguo aeródromo militar en Gjader, seguía lejos de estar terminado apenas una semana antes de la fecha prevista de apertura.
Bucci, el embajador italiano, dijo que la primera demora se debía a la tierra inestable en el recinto de Gjader, que requirió intervención para consolidarla. Después, la ola de calor en julio obligó a las autoridades a hacer un descanso durante las horas más calurosas del día.
“Nuestra principal preocupación es, y seguirá siendo, la seguridad y protección absoluta de los trabajadores en el lugar y, más tarde, de los migrantes que serán alojados en Gjader”, dijo Bucci.
The Associated Press no pudo conseguir acceso al campamento, pero era evidente que las obras continuaban, con dos excavadoras y una gran grúa trabajando de forma frenética y perforando para preparar la instalación de una cerca perimetral en torno al recinto de 20 hectáreas (50 acres) y trasladando enormes tuberías.
Los edificios basados en contenedores donde se alojarán los internos ya estaban instalados, aunque en la entrada del recinto había montones de paneles y estructuras para construir más espacios.
El alcalde de la población cercana de Gjader y residentes de la zona dijeron que el trabajo en el centro estaba lejos de terminar.
Lejos de la controversia provocada por el acuerdo en otros lugares, los residentes de la humilde población —que es a su vez una fuente de emigración— dijeron que agradecían que se construyera el centro en su zona. Debido a las escasas oportunidades de trabajo, más de dos tercios de la población de Gjader han emigrado a otros países europeos en los últimos 30 años, y algunos vecinos dijeron empatizar con los futuros residentes del centro.
“Atender a los necesitados hará que seamos más en número, sin importar su raza, lengua o nación”, dijo Bib Lazri, residente en Gjader de 70 años.
El centro también lleva prosperidad económica a la empobrecida zona rural.
“La gente ha visto mejorada su vida. Buscarán un empleo. Hay movimiento y vivacidad”, dijo el alcalde, Sander Preka. “La gente está muy contenta”. Su propia tienda, señaló, había vendido un 30% más en el último mes, y algunos vecinos han arrendado sus casas a empleados del centro de migrantes, mientras que otros han encontrado trabajo allí.
En Shengjin, un complejo de 4.000 metros cuadrados (43.000 pies cuadrados) contiene alojamientos y oficinas en el puerto, rodeado por una cerca de metal de cinco metros coronada de alambre de espino. Un cartel dice: “Nivel de seguridad 1”. No se permitió acceso a los periodistas.
Meloni y sus aliados conservadores reclaman desde hace tiempo que los países europeos compartan más de la carga migratoria. Ella ha presentado el acuerdo con Albania como una solución innovadora a un problema que ha asediado a la UE durante años.