A Kamala Harris, vicepresidenta estadounidense, le hacían falta 1.976 delegados para asegurarse la designación del Partido Demócrata como candidata a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones de noviembre. Alcanzó ese número este lunes por la noche, algo menos de 32 horas después de que su jefe, el presidente Joe Biden, anunciara el domingo que abandonaba la campaña ante las dudas sobre sus capacidades físicas y congnitivas que sembró su desastroso desempeño en el debate que lo enfrentó al candidato republicano, Donald Trump, el pasado 27 de junio en Atlanta.
Esos apoyos, que Harris empezó a cosechar a toda velocidad pese a que algunas voces dentro del partido abogaban por la conveniencia de la celebración de unas inéditas “miniprimarias” de las que saliera un candidato de consenso, le permitirán acudir a la Convención Nacional Demócrata, cuya celebración en Chicago está prevista entre el 19 y el 22 de agosto, con la tranquilidad, al menos a un mes vista, de que ese cónclave se quedará en mero trámite para su aclamación.
La cuenta la hizo la agencia AP, que se pasó el día llamando por teléfono en busca de confirmaciones delegado por delegado y luego fue sumando a aquellos que hicieron público su apoyo. Poco antes de las 22.00 (hora local de la costa Este de Estados Unidos, 4:00 en la Península española), la agencia confirmó que 2.214 ya habían cerrado filas en torno a Harris. A los pocos minutos, se habían unido otros 60.
La noticia llegó al final de un día en que Harris había batido récords de recaudación para su campaña con 81 millones de dólares de donaciones en algo menos de 24 horas y su causa sumó un millar de voluntarios. Por la mañana escribió en X que declaraba la jornada como su primer día de campaña. Por la tarde viajó a bordo del Air Force Two rumbo a Wilmington (Delaware), ciudad natal de Biden, para asegurar a quienes trabajaban en la campaña del presidente que ahora ella es la jefa y que la continuidad de sus empleos está garantizada.
Queda pendiente ahora conocer la identidad de la persona que elegirá como candidata a la vicepresidencia. Suenan nombres de gobernadores como Roy Cooper (Carolina del Norte), Andy Beshear (Kentucky), Josh Shapiro (Pensilvania) o Illinois (J. B. Pritzker), así como del senador de Arizona Mark Kelly.
En la memoria de los demócratas está la convulsa convención de 1968 en Chicago, celebrada pocos meses después de que, acosado por la guerra de Vietnam, el presidente Lyndon B. Johnson anunciara en marzo de ese año que no iba a presentarse a la reelección. Entre ese anuncio y la reunión del partido en verano, se produjeron dos asesinatos que pusieron el país patas arriba: el del senador Robert Kennedy, hermano del presidente John F. Kennedy, víctima de un magnicidio cinco años antes, y el del reverendo Martin Luther King. Las protestas antibelicistas marcaron aquella convención, de la que salió como candidato en mitad del caos Hubert Humphrey. En la cita con las urnas de ese mes de noviembre, el republicano Richard Nixon arrasó con él con facilidad.
En la convención de este verano participan 4.696 delegados, según Ballotpedia, web de referencia en materia electoral en Estados Unidos: 3.949 de ellos son delegados comprometidos y 747, delegados automáticos, más comúnmente conocidos como superdelegados.
Los presidentes del Partido Demócrata de los diferentes Estados y de los territorios asociados y de ultramar corrieron el lunes para celebrar conferencias telemáticas y reuniones presenciales con sus delegados para averiguar con cuántos apoyos disponía Harris. Pronto estuvo claro que más media docena de esos Estados estaban comprometidos a un respaldo unánime a la vicepresidenta.
El número de convencidos fue creciendo a lo largo del día. A primera hora ya se había superado la cifra simbólica de los mil delegados. Uno de los últimos Estados en darle su apoyo fue el suyo: California, que es el que aporta más delgados.
Harris se presenta a las elecciones con el objetivo de convertirse en la primera mujer presidenta de la historia de Estados Unidos, después de que en 2016 Hillary Clinton se quedara a punto de romper el techo de cristal en una campaña que la enfrentó a Donald Trump, el mismo rival con el que se medirá ahora la candidata demócrata.