En 1998 se estrenó ‘El show de Truman‘, cine en mayúsculas que escondía reflexiones sobre nuestra propia mortalidad, sobre nuestra relación con Dios, cómo la sociedad actual está completamente obsesionada con la cultura pop o los límites del libre albedrío. Una película complejamente sencilla que ya tiene más de 20 años de vida y de la que vamos a destacar 20 datos curiosos que, seguramente, no conocías.
Dirigida por Peter Weir y protagonizada por Jim Carrey, Laura Linney y Ed Harris, ‘El show de Truman’ es una de las mejores películas de los años 90, además de una distopía que sigue tan fresca y relevante como el primer día. Si no más. La historia sigue a Truman Burbank, un hombre normal y corriente, aunque algo ingenuo, que lleva una vida ordinaria y tranquila en uno de esos barrios suburbanos de catálogo de revista donde nunca pasa nada. Pero, ¿y si su vida no es más que una simulación y la realidad es muy diferente? Unos extraños acontecimientos le hacen sospechar que algo no anda bien. Y vaya que no: sus amigos son actores y toda su ciudad es un plató porque él (sin saberlo) es el protagonista del reality más ambicioso de la televisión.
Gracias a esta fascinante trama, la maravillosa interpretación de Jim Carrey y un puñado de momentos icónicos (incluida una de las frases de cine más famosas e icónicas de la historia: “Por si no nos volvemos a ver: buenos días, buenas tardes y buenas noches”), ‘El show de Truman’ se convirtió en un fenómeno a finales de los 90 y, más de dos décadas después, seguimos volviendo a ella para maravillarnos con sus hallazgos. Repasamos una veintena de curiosidades para recordar todo lo que rodeó a la producción, desde la increíble cantidad de veces que Andrew Niccol tuvo que reescribir el guion hasta las primeras opciones del reparto.
Lo destacable
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La trama nos presenta a Truman Burbank (Carrey), un agente de seguros optimista y quien parece llevar una vida normal. Pero lo que Truman no sabe, es que detrás de él se encuentra una corporación que se encarga de filmarlo las 24 horas del día y transmitir su vida en una show televisivo de realidad simulada.
Afortunadamente, la historia no se basa en hechos reales, pero sí está inspirada en una historia previamente realizada: Andrew Niccol se basó en un episodio de la famosa serie La dimensión desconocida. El mismo se titulaba Special Service (Servicio especial), y correspondía al episodio N°27 de la tercera temporada. El mismo se estrenó en abril de 1989 y sigue la historia de John, un hombre que descubre que su vida está siendo televisada.
Basado en este capítulo, Niccol escribió una primera versión de la película la cual llevaba como título The Malcolm Show. A diferencia de la historia que todo el mundo conoce, esta transcurría en Nueva York, y en lugar de tener tintes dramáticos y cómicos, tenía una temática mucho más oscura y mucho más ligada a los géneros de thriller y suspenso.
Sin embargo, cuando Scott Rudin, productor de la película, compró el guión a Niccol, comenzaron las modificaciones. Y cuando Peter Weir fue contratado como director, este le pidió que lo reescribiera, pues no quería que fuera tan oscuro sino más ligero y divertido. En total, Niccol debió escribir más de diez veces el guión hasta que Weir lo considerara perfecto.
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Muchos y muy variados son los motivos por los que ‘El show de Truman’ puede y debe calificarse como una obra maestra del séptimo arte. Y antes de adentrarnos en algunos de ellos —que no todos, tampoco es cuestión de cansar a vuesas mercedes— el que quizás sea más relevante es la capacidad de asombro que la cinta sigue generando visionado tras visionado, desplegando con cada nuevo acercamiento valores que hasta entonces no se habían apreciado y devolviendo al espectador cada minuto de su metraje como una experiencia única e irrepetible que, con el paso del tiempo, seguirá mutando hacia nuevos horizontes.
Dicho esto, y entroncando en el análisis de los ejes temáticos de Weir de los que he venido hablando desde que comenzara el especial, el que aquí llama más poderosamente la atención de todos —mucho más que el hecho de que en esta ocasión la inserción del extraño en una sociedad que le es ajena sea la del propio espectador en el artificioso mundo de Seahaven— es aquél que queda personificado en la demiurgica figura de Christof, un personaje con el que Weir se acerca a los mismos postulados que erigió para el Ellie Fox de ‘La costa de los mosquitos’ (‘The Mosquito Coast’, 1986).
Crítica a la cultura de la celebridad
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Imbuido de un carácter divino que ya viene indicado por su nombre y que el filme refuerza cada vez que puede —esos planos finales de las nubes rasgadas por rayos solares son de lo más elocuentes—, Christof es el creador de un mundo sin mácula que controla hasta el último aspecto de la misma manera que Harrison Ford pretendía hacer con ese paraíso abocado al fracaso que era Jerónimo, pero que finalmente se le irá de las manos por mor de la indomeñable y curiosa naturaleza de Truman, un Jim Carrey en estado de gracia que, en el mejor papel de cuántos ha interpretado en su carrera, olvida casi todas sus muecas y aspavientos para dar un recital interpretativo acorde con la maestría que exuda de cada minuto de metraje visualizado por Weir.
Haciendo gala de una visionaria inventiva que, como decía antes, sigue sorprendiendo tres lustros después del estreno del filme, Weir no se amilana ante el reto de imaginar un mundo en el que mediante cinco mil cámaras se controla hasta el último detalle de la vida del inconsciente protagonista, colocando su objetivo en los lugares más insospechados —un botón, la radio del coche, un sacapuntas eléctrico— para dotar así del mayor verismo posible a este relato de anticipación que es ‘El show de Truman’.
Un relato que, plagado de sutilezas visuales que inciden de nuevo en las simetrías que tanto gustan al cineasta australiano, queda marcado asimismo por las magníficas elecciones musicales —genial el momento del reencuentro en el puente, con Philip Glass haciendo un inesperado cameo—, la transparencia narrativa, la soberbia labor de todos y cada uno de sus intérpretes —maravillosa Laura Linney— y, sobre todo, por los niveles de lectura con los que director y guionista caracterizan el transcurso de la acción.
Lo cuestionable
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Trascendidos los dos primeros niveles, encontramos en este lugar a Christof, o el personaje que hace referencia, un creador que manipula a su antojo tanto a Truman como a las emociones de los espectadores —y no hay mejor escena que, de nuevo, la del reencuentro para darse cuenta de hasta que extremos llega el director del programa—; y, por último, nos encontramos nosotros, conscientes como somos desde el primer momento de la desproporcionada farsa que es todo lo que vemos y únicos participantes de la propuesta que cuentan con toda la información.
A riesgo de parecer reiterativo, insisto en que, al hablar de ‘El show de Truman’, el discurso debe hacerse plenamente consciente de estar ante uno de los mejores filmes que parió la industria cinematográfica —y lo dejo así, sin innecesarias acotaciones de geográficas— durante la década de los noventa, una cinta que se convirtió rápidamente, y por méritos que van mucho más allá de lo que aquí hemos tan sólo arañado, en la cumbre indiscutible de la trayectoria de Peter Weir hasta aquél momento. Una cumbre que, cinco años después, Truman se vería obligado a compartir con un tal Jack Aubrey.
¿Sabías qué?
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- Peter Weir no fue el primer director atado al proyecto: El legendario director australiano, seis veces nominado a los Oscar, que cuenta en su historial con películas como la magnífica ‘Único Testigo’, la incomprendida ‘La Costa de los Mosquitos’, la recordada ‘El Club de los Poetas Muertos’ o la película con el título más bonito de los años 80 ‘El año que vivimos peligrosamente’ llegó al proyecto después de que Brian de Palma lo abandonara. Otros directores que fueron considerados por el estudio fueron Tim Burton, Steven Spielberg, Terry Gilliam, Barry Sonnenfeld o Sam Raimi. Incluso un joven Bryan Singer optó a la silla del director, pero Paramout prefirió a Weir por ser más experimentado.
- El guión está basado en un capítulo de ‘The Twilight Zone’: El capítulo llamado ‘Special service’ estaba escrito por J. Michael Straczynski, que más tarde crearía ‘Babylon 5’. En él, el protagonista descubre que su vida está siendo televisada, e incluso su mujer está en el ajo. Este capítulo a su vez se basó en el libro de Philip K. Dick ‘El tiempo desarticulado’.
- Andrew Niccol tuvo que reescribir el guión 16 veces: El guionista Andrew Niccol, que había dirigido y escrito ‘Gattaca’, se encargó de escribir el guión de la historia de Truman Burbank, pero su primer borrador era demasiado oscuro. Peter Weir quería que la película tuviera más comedia, que fuera más ligera.
- Jim Carrey no fue la primera opción: El primer actor atado al proyecto era ni más ni menos que Gary Oldman, que venía de hacer ‘Leon’ y ‘La Letra Escarlata’. También consideraron para el papel a Robin Williams.
- Jim Carrey rebajó su salario para protagonizar la película: Por aquellos años, Jim Carrey era una estrella, tras haber protagonizado comedias como ‘La Máscara’ o ‘Ace Ventura’. La prensa se hacía eco de los 20 millones de dólares que cobraba por película. Pero el actor estaba tan interesado en el proyecto que rebajó su caché de 20 a 12 millones de dólares. Su fichaje fue muy comentado, ya que iba a ser su primer papel dramático.
- Norman Rockwell fue la inspiración para el diseño de producción: Las portadas de Rockwell para el Saturday Evening Post fueron la inspiración directa del director Peter Weir: las portadas y las postales diseñadas por Rockwell representaban imágenes navideñas, familias reunidas, viajes familiares en automóvil, interiores de tiendas o barberías, heladerías con niños…
- La producción de la película esperó 1 año a Jim Carrey: El actor estaba por aquel momento filmando ‘Un loco a domicilio’ y ‘Mentiroso compulsivo’. Tuvieron que esperar un año para que finalizara sus compromisos anteriores.
- Peter Weir rodó un documental del rodaje: El director tenía tal cantidad de material que decidió realizar un pequeño documental sobre el rodaje de la película.
- Ed Harris no fue el primer Christof: De hecho, el actor que interpretaría a Christof era Dennis Hopper pero fue despedido (o abandonó él mismo, hay diferentes versiones de la historia) por diferencias creativas, por lo que el estudio fichó a última hora a Ed Harris.
Ficha Técnica
Título original: The Truman Show
Año: 1998
País: Estados Unidos
Dirección: Peter Weir
Duración: 103 min.
Reseña
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Truman Burbank es un hombre corriente y algo ingenuo que ha vivido toda su vida en uno de esos pueblos donde nunca pasa nada. Sin embargo, de repente, unos extraños sucesos le hacen sospechar que algo anormal está ocurriendo. Todos sus amigos son actores, toda su ciudad es un plató, toda su vida está siendo filmada y emitida como el reality más ambicioso de la historia.
PROS
- Actuación
- Trama
- Personajes
Review Breakdown
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Actuación
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Trama
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Personajes