El belga, con su segundo triunfo en la presente edición de un Tour de Francia que no comenzó del todo bien, recorta diferencias a Girmay en la lucha por el maillot verde.
Pau es una de las ciudades más habituales cada año en el Tour de Francia y en ella fueron varios los españoles que lograron alzar los brazos en la carrera. David Etxebarria (1999), Óscar Pereiro (2005), Juanmi Mercado (2006)… mucho ha llovido desde entonces, pero lo que no pierde Pau es la presencia española, en concreto de aficionados, que cruzan la frontera para presenciar in situ la mejor carrera del mundo… y, otros, para visitar a sus familiares.
Fue el caso de Imanol Erviti (“es un viaje cómodo de dos horas de Pamplona”), el director deportivo del Ineos, y de Bingen Fernández, del Cofidis, entre otros. Banderas de Galicia, País Vasco, Murcia… y griterío a todos los españoles en la céntrica meta de Pau, una nómina de corredores nacionales que arrancó en quince en Florencia y que ya está en once (Ion Izagirre, Pello Bilbao, Jesús Herrada y Juan Ayuso no siguen). Este viernes, como era de esperar, ninguno tuvo protagonismo en la llegada al ser una volata. El triunfó se lo apuntó un Philipsen que vuelve por sus fueros, sumando su segundo éxito en esta edición y el octavo en total tras un inicio de Tour complicado y con varias bajas recientes en su equipo, el Alpecin.
“Desde el principio del día se fue muy rápido y el pelotón no disminuyó la velocidad. Había viento cruzado y un grupo numeroso intentó la escapada. En ella teníamos dos ciclistas en la fuga, Van der Poel y Axel Laurance. Pensé que podrían llegar. Vi que no y seguí creyendo en mi, porque las sensaciones fueron buenas, mucho mejores que en los últimos días”, analizó el belga en meta.
El triple ganador Girmay fue cuarto en la disputa de un esprint caótico, otro más y con caída, y cede puntos con Philipsen respecto al maillot verde. El eritreo suma 346 por los 271 de Jasper. “Dos victorias en este Tour no está mal, pero quiero más”, destacó el ganador ayer en Pau.