Los líderes de la OTAN reunidos en Washington a partir de este martes planean reforzar el apoyo transatlántico a Ucrania en su batalla contra Rusia. Pero para el presidente , Joe Biden, la cumbre se ha convertido también en una oportunidad para demostrar que es capaz de hacer frente a las duras exigencias de su mandato durante cuatro años más.
Los jefes de Estado de Europa y Norteamérica se enfrentan a la perspectiva del regreso del escéptico de la OTAN Donald Trump, mientras Biden intenta salvar su campaña de reelección, que ha ido en picada tras su desastrosa actuación en el debate del 27 de junio.
El presidente dijo que su trabajo en la cumbre, en la que la OTAN celebra 75 años, sería una buena forma de juzgar su capacidad para hacer el trabajo, uniendo a los miembros de la organización en su dura respuesta a la invasión rusa en Ucrania, como un ejemplo de su firme liderazgo y entre las razones por las que merece otros cuatro años en la Casa Blanca.
“Nuestros aliados están buscando el liderazgo de Estados Unidos”, precisó Biden el lunes, durante una entrevista con MSNBC. “¿Quién más cree que puede intervenir aquí y hacerlo? Yo amplié la OTAN. Yo consolidé la OTAN. Me aseguré de que estamos en una posición en la que tenemos una coalición de naciones de todo el mundo para hacer frente a China, a Rusia, a todo lo que está pasando en el planeta. Estamos haciendo verdaderos progresos”.
Biden está en plena campaña para convencer a votantes, demócratas y donantes de que sigue estando a la altura del cargo. Ha expuesto sus argumentos durante la campaña, en una desafiante carta a los legisladores demócratas y en amistosas entrevistas con los medios de comunicación en los últimos días. Sin embargo, se enfrenta al escepticismo de algunos de sus aliados de siempre.
Seis miembros demócratas de la Cámara de Representantes han pedido públicamente a Biden que abandone su campaña, otros legisladores le han instado en conversaciones privadas a que se haga a un lado y varios donantes de alto perfil han expresado su preocupación sobre su viabilidad en la carrera.
La Casa Blanca espera demostrar a los tambaleantes demócratas que Biden aún tiene lo que hay que tener durante lo que se espera que sean unos días ajetreados de reuniones formales en la cumbre, charlas al margen con los líderes, largas cenas y recepciones diplomáticas y una conferencia de prensa al final del suceso.
Varios altos funcionarios de la Administración que hablaron bajo condición de anonimato para discutir conversaciones internas dicen que el presidente muestra una gran comprensión de los temas más amplios —la invasión rusa de Ucrania, la amenaza planteada por China—, pero en las acciones específicas y graduales que los países o grupos pueden tomar cuando se trata de estos conflictos, Biden ha parecido estar en el peor de los casos confundido o no ha parecido tener una comprensión aguda de cómo manejarlos.
Sin embargo, los funcionarios afirman que no existe —al menos de momento— una crisis de confianza sobre el estado mental general de Biden.
El canciller alemán, Olaf Scholz, declaró el martes ante la prensa, previo a salir de Berlín para la cumbre, que no le preocupaba la salud de Biden. “Por las muchas conversaciones que he mantenido con el presidente estadounidense, sé que ha preparado esta cumbre muy bien y con mucha precisión junto con nosotros”, dijo Scholz.
La cumbre dará a Biden su primera oportunidad de reunirse cara a cara con el nuevo primer ministro británico, Keir Starmer. Biden llamó a Starmer la semana pasada para felicitarle por su victoria y tiene previsto recibirle el miércoles para mantener conversaciones en la Casa Blanca.