Hoy, al regresar de recoger nuestra canasta semanal de productos en nuestra granja local, mi hija menor me dijo: «Mamá, cada vez que recogemos verduras de la granja, me dan más ganas de comerlas». Escuchar esto me dio un enorme sentimiento de victoria porque era el resultado natural de algo en lo que he estado trabajando con mis hijas durante años. Enseñarles a elegir sabiamente sus alimentos es tan importante como brindarles la experiencia y conexión con su origen.
Hace años, cuando vivíamos en Lima, organicé una clase de cocina para niños en nuestro club de campo. Meses antes de que tuviera lugar la clase, trabajé con el personal para iniciar un huerto que incluía verduras de hojas verdes, rabanitos y hierbas. El día de la clase comencé hablando sobre el origen de los alimentos (ya que la mayoría de los niños creen que los alimentos provienen de supermercados y restaurantes) y les pedí a los niños que cosecharan sus propias verduras del huerto. Empezamos pidiendo a los niños que picaran las verduras para hacer una ensalada. Mientras estaban ocupados preparando la comida, algunos de los padres se me acercaron y me dijeron: «Muchas gracias por esta clase, pero por favor no te ofendas cuando mi hijo no coma la ensalada; él no come rabanitos.» Otros me decían: «Gracias, mi hija se lo está pasando genial, pero no come verduras crudas». Esperé pacientemente a que los niños terminaran de cocinar.
Los niños cortaron las verduras en trozos irregulares, con trozos muy grandes de rabanitos y trozos enteros de espinacas. Algunas ensaladas tenían demasiado aderezo mientras que otras tenían muy poco. Cuando finalmente servimos los platos, los niños comieron con tal entusiasmo que todavía puedo ver sus caras felices devorando su creación. ¡Además de eso, las reacciones de los padres fueron aún mejores! Ver a estos padres sorprendidos viendo a sus hijos comer alimentos que nunca antes habían probado es un recuerdo que tendré grabado en mi mente para siempre.
Hoy en día, en un mundo centrado en lo fácil y rápido, es muy importante que los niños entiendan de dónde provienen nuestros alimentos y valoren el trabajo y esfuerzo de los agricultores, especialmente los que apuestan por la agricultura orgánica y regenerativa. Cuando un niño forma parte del proceso de transformación de los alimentos, naturalmente lo valora, lo disfruta y siente esa conexión innata entre el ser humano y la naturaleza. Eso queda grabado en su alma, y en el futuro podrán tomar mejores decisiones no sólo en materia de alimentación, sino en todos los ámbitos de su vida.
Algunos consejos para conectar a los niños con los alimentos:
- Predica con el ejemplo. Los niños aprenden más rápido por imitación que a través de charlas y teorías. No esperes que tus hijos amen las ensaladas si tú solo comes pizza del restaurante de comida rápida.
- Conviértelos en alquimistas. Cocina con ellos. Que sean parte de todo el proceso de transformación de los alimentos. Si es posible, anda con ellos a una granja y pregúntale al dueño si pueden ser voluntarios para sembrar o cosechar verduras. Esto además reforzará su sistema inmunológico, ya que el contacto con la tierra promueve una mayor diversidad de bacterias beneficiosas, creando una microbiota intestinal fuerte y equilibrada.
- No tengas productos procesados en tu casa. Si no los tienes a la vista, no serán parte de su día a día. Recuerda que el ser humano es un animal de costumbre, así que cambiar ciertos hábitos alimenticios al principio puede parecer duro, pero los niños especialmente, se adaptan rápidamente.
- Cuando te pidan un alimento que no es saludable, no respondas con un “No”. Más bien, aprovecha la oportunidad para explicarles por qué no es bueno para ellos y con qué alimento podrían reemplazarlo. Recuerda que absolutamente todo se puede cocinar en casa con mejores ingredientes. Comer saludable no tiene por qué ser aburrido o desabrido.
- Recuerda que tu meta es criar niños que puedan tomar buenas decisiones por sí mismos. Empodéralos con información. No siempre estarás a su lado para decirles qué es bueno o malo para ellos. Ellos deberán decidir qué alimentos suman a su salud y qué productos deben evitar a toda costa.