Younis yace desorientado sobre un colchón verde en el Hospital Nasser, en el sur de Gaza. Sus largas pestañas marrones descansan delicadamente sobre su rostro pálido y hundido, mientras entra y sale del sueño.
El niño palestino de nueve años yace en brazos de su madre, deshidratado y claramente consumido por una desnutrición grave. Sus pantalones de jogging azules cuelgan de sus piernas quebradizas, mientras su pequeña caja torácica sobresale de su ondulante camiseta naranja.
«Hago un llamado a las personas conscientes para que me ayuden a encontrar atención médica para mi hijo, para que pueda volver a la normalidad», dijo su madre, Ghanima Juma’a, a CNN la semana pasada en el hospital de Khan Younis. «Estoy perdiendo a mi hijo delante de mis ojos».
Hace dos meses, la familia se vio obligada a huir de la ciudad sureña de Rafah cuando Israel intensificó sus ataques allí. Hoy luchan por sobrevivir y viven en la orilla de la contaminada costa de Asda’a, cerca del campamento de tiendas de campaña de Al-Mawasi, donde no pueden encontrar suficiente comida, agua o incluso sombra, debido al calor de Gaza.
«Tenemos que movernos de una zona a otra debido a la guerra y la invasión (…). La vida es difícil», dijo su madre. «Ni siquiera tenemos una tienda de campaña sobre nuestras cabezas».
El genocidio de Israel en Gaza agotó el sistema de salud del territorio, y dejó al personal sin capacidad de tratar a los niños desnutridos. Los médicos le dijeron a CNN que se ven obligados a rechazar a padres que piden leche para bebés, y ni iquiera pueden clasificar a los pacientes jóvenes con enfermedades crónicas agravadas por el hambre.
Y mientras Israel continúa su asedio a Gaza e impide que los grupos de ayuda lleguen al enclave con suficientes alimentos, los padres dicen que no tienen otra opción que ver a sus hijos morir de hambre. Más de ocho meses de bombardeos destrozaron infraestructuras, aniquilaron comunidades y devastaron barrios enteros. Según la ONU, los sistemas de saneamiento, ya sobrecargados por la escasez de agua debido al calor extremo, quedaron gravemente destruidos, lo que redujo el acceso al agua potable.
Un informe publicado este martes por la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés), que evalúa la inseguridad alimentaria y la desnutrición a nivel mundial, advirtió que casi toda Gaza se enfrentará a la hambruna en los próximos tres meses.
La agencia alimentaria de la ONU había advertido anteriormente que el sur de Gaza pronto podría ver los mismos “niveles catastróficos de hambre” registrados anteriormente en el norte, donde Israel concentró su ofensiva militar en los primeros meses de la guerra.
Al menos 34 niños ya murieron por desnutrición en Gaza, informó la oficina de prensa del Gobierno el 22 de junio. La cifra real podría ser mayor, ya que el acceso limitado a Gaza dificultó los esfuerzos de las agencias de ayuda para evaluar plenamente la crisis allí. Más de 50.000 niños necesitan tratamiento por desnutrición aguda, dijo a principios de este mes la agencia de la ONU para los refugiados de Palestina (UNRWA).
Israel lanzó su ofensiva militar en Gaza después de los ataques liderados por Hamas el 7 de octubre contra el sur de Israel, en los que al menos 1.200 personas murieron y más de 250 fueron secuestradas.
Desde entonces, los ataques israelíes en Gaza mataron a 37.658 palestinos e hirieron a otras 86.237 personas, según funcionarios de salud de Gaza.
Grave escasez de agua
Mientras Younis sufre en brazos de su madre en el sur de Gaza, los niños del norte llevan aún más tiempo lidiando con la escasez de alimentos. En el campo de refugiados de Jabalya, hacen cola junto a un camión cisterna, con gotas de sudor rodando por sus rostros, tras recorrer las calles llenas de escombros.
Decenas de habitantes de Gaza se agolpan para acceder al agua mientras los trabajadores humanitarios cercanos distribuyen una espesa y humeante sopa roja en grandes cacerolas.
Es raro el acceso a alimentos y agua potable. Los habitantes del norte le dijeron a CNN que últimamente recurrieron a beber agua contaminada, lo que no es de gran ayuda para controlar la deshidratación y propaga enfermedades infecciosas.
Israel insiste en que “no hay límite” en la cantidad de ayuda que puede ingresar a Gaza, pero su régimen de inspección de camiones, las restricciones a las rutas terrestres y el aumento de los bombardeos hacen que la ayuda apenas llegue. Incluso cuando les asistencia ingresa al territorio asediado, el riesgo de los palestinos hambrientos que luchan por los convoyes obstaculizan los esfuerzos de distribución. El Secretario General de la ONU, António Guterres, comentó recientemente que la ausencia de autoridades policiales en Gaza durante el conflicto había conducido a una “anarquía total”.
A principios de este año, la ONU advirtió que Israel creó un “desastre enteramente provocado por el hombre” en Gaza. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, negó las acusaciones del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI) que alegaban que había utilizado «el hambre de civiles como método de guerra».