En Argentina, las manifestaciones en las calles tienen una larga tradición. Diferentes sectores de la sociedad protestan con marchas, cortes de calles y acampadas. El derecho a protesta está garantizado por el Artículo 19 de la Constitución.
En mayo, a solo cinco meses de gestión, el presidente Javier Milei batió el récord de huelgas con movilización en las calles contra un Gobierno desde el retorno de la democracia, en 1983: una cada 75,5 días. Con el «protocolo antipiquetes», la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció un «cambio de paradigma» para «lograr la paz y el orden público» ante las protestas.
El miércoles 12 de junio de 2024, en una manifestación frente al Congreso, en Buenos Aires, contra la aprobación de la Ley de Bases de Milei se produjeron choques entre la Policía y algunos manifestantes.
«Uso abusivo de la fuerza»
La Oficina del Presidente Milei felicitó a las fuerzas de seguridad «por su excelente accionar reprimiendo a los grupos terroristas que con palos, piedras e incluso granadas, intentaron perpetrar un golpe de Estado».
«A esta altura del siglo XXI, no pensé que íbamos a pasar por esto», dice a DW, desde la capital argentina, Roberto, un médico jubilado (que pide ser identificado con un nombre ficticio). «Desde los días de la dictadura, nunca vi una represión tan salvaje y con tantas fuerzas de seguridad».
«En Amnistía Internacional, venimos registrando situaciones de represión en protestas, pero lo del 12 de junio tuvo otro tenor», asegura a DW Paola García Rey, abogada y directora adjunta de Amnistía Internacional Argentina. Sobre los videos de estos hechos que han llegado a manos de la organización, dice que «Amnistía cuenta con un laboratorio de verificación de imágenes y estamos documentándolas para, eventualmente, ponerlas a disposición de la Justicia».
Según ella, un eje de preocupación es «el uso abusivo de la fuerza»: «Vimos cómo se lanzaban gases lacrimógenos directamente a los ojos de las personas, incluso de algunos legisladores, lo cual va contra el protocolo de uso de esas armas no letales, y eso prende muchas alarmas», subraya.