Cada partido de playoffs es una historia diferente.
Esta máxima, que conocemos hace décadas, suele ser la menos asimilada por los fanáticos de esta Liga. Porque el viernes por la noche, segundos antes de empezar el cuarto juego de las Finales, la barrida de los Boston Celtics ante los Dallas Mavericks era inminente. 3-0 arriba, un lapidario récord de 156-0 en eliminatorias que comenzaron con tres triunfos en fila para una de las partes, y una diferencia de solidez abrumadora entre ambos equipos.
Los Mavericks enviaron un mensaje: aún no sonó la campana. No solo ganaron el cuarto partido, sino que fue la tercera victoria de mayor amplitud en la historia de Finales NBA (122-84). Fue como si todos los planetas se alinearan a tiempo para evitar el colapso. Fue corregir todo para que despierte lo hasta ahora inexistente: energía, defensa, ataque a la pintura y lanzamientos a distancia.
Empecemos por el primer punto: la energía. La pasión con la que este viernes jugó Dallas. Su primer tiempo, completo, fue un mandato de esperanza. Acorralado contra el rincón, evitó el nocáut con un upper-cut a tiempo para regresar a escena. Para volver a pensar que el milagro, que aún se ve lejos, puede ser posible.
Los Celtics, por otro lado, jamás encontraron la llave de este partido. Erráticos, dispersos, relajados, perdieron fluidez y se apagaron rápido, quizás con la tranquilidad a cuestas de tener, al menos, tres salvavidas más para evitar el hundimiento.
Luka Doncic, esta vez, tuvo compañía. Y no solo Kyrie Irving. Aparecieron los demás, principalmente Derek Lively II, un titán en la zona pintada. Dominó por completo y aprovechó, por supuesto, la nueva ausencia del letón Kristaps Porzingis, anunciado de regreso para este partido pero sin minutos.
La defensa de los Celtics, fundamental en esta eliminatoria, brilló por su ausencia. Un poco por deficiencias propias y mucho más por virtud de los Mavericks, lo que abre la puerta a la pregunta fundamental: ¿Puede extender este estilo agresivo en su nueva visita a Boston?
El ataque a la pintura fue determinante. Un número ridículo nos acerca ESPN Stats: Dallas ganó 60-26 en puntos en ese sector. Entre bandejas y volcadas, los Mavericks sumaron 15. Es decir, hicieron, además, lo que Boston les hizo a ellos: atacar el aro con determinación, anotar si se presenta la oportunidad o descargar en tiradores abiertos.
Doncic, por ejemplo, hizo 0-8 en triples, número atípico para él por donde se lo mire, pero hizo 6-6 en bandejas. Irving, por su parte, hizo 18 de sus 21 puntos cerca del aro. Y eso los transformó a ambos en preocupación. Entonces, cuando la defensa intentó cerrar los caminos, surgieron los pases a los compañeros, que por primera vez en estas Finales no perdonaron. Un ejemplo de esto es que, de penetración y descarga de Irving, Dallas tenía, hasta el partido del viernes, 10-26. En el Juego 4 fue 6-6.
Lively II los mató. Volvió a ser el de la serie ante los Timberwolves. Sus 11 puntos y 12 rebotes no alcanzan a mostrar todo lo bueno que hizo acá. Fue intenso, determinante, enérgico, molesto, intrusivo. Se quedó con todas las divididas y peleó como un león. Sus siete rebotes ofensivos quizás sirvan para justificar este exceso de adjetivos. Agreguemos que Dallas ganó la batalla ante Boston 16-2 en puntos de segunda oportunidad, 17-9 en puntos desde pérdidas y tomaron 21 rebotes más. Un dominio absoluto.
Los triples aparecieron y no fueron de Doncic e Irving, que tiraron 1-14. Fueron de los demás. Y entonces, como dijimos antes de Boston, debemos decirlo de Dallas: es mucho más difícil tapar cinco agujeros que uno o dos. Fueron, en total, 15 lanzamientos desde detrás del arco (el mencionado de Irving, dos de P.J. Washington, uno de Derrick Jones Jr., uno de Markieff Morris, uno de Maxi Kleber, dos de Dante Exum, uno de Lively, uno de Jaden Hardy y cinco de Tim Hardaway Jr.). Cuando el básquetbol fluye, cuando la anotación se reparte, todo es más sencillo.
Y entonces, tenemos que hablar de la defensa. Y debemos hacerlo con Doncic, criticado de manera feroz en la previa por su juego sin balón y por sus ataques recurrentes a los árbitros. Mejoró ambas cosas. Mejor dicho, hizo un vuelco de 180 grados. Jugó con un cierre hermético en su boca y atrás habló con su producción: de acuerdo a ESPN Stats & Info, los Celtics tiraron 2-9 y cometieron cuatro pérdidas en el cuarto partido con Doncic de defensor primario.
De todos modos, fue un trabajo conjunto. Limitar la pintura y molestar a los atacantes. Jayson Tatum y Jaylen Brown se combinaron para un bajísimo 7-22 de cancha. Jrue Holiday perdió cinco balones pese a no haber perdido ninguno en los tres primeros partidos de la serie. Y complicado el acceso fácil al aro por mayor ahínco defensivo en la primera línea, Boston sufrió con los triples. Su circulación de balón perdió fluidez y eso se condijo con la baja clara en la efectividad detrás del arco.
La eliminatoria de Finales regresa, entonces, al TD Garden para el Juego 5. Será el lunes 17 de junio, exactamente 16 años después del título conseguido en 2008 ante Los Angeles Lakers en casa.
Una vez más, toda acción provoca una reacción. Boston quiere cerrar esta eliminatoria antes de que se complique, pero Dallas no quiere tirar la toalla.
¿Quién da más? El Juego 4 puso un nuevo punto de partida a esta Eliminatoria. ¿Se termina en el próximo partido? ¿Tendremos sexto juego?
Todas las respuestas las tendremos en menos de 72 horas.