Han pasado 1.000 días desde que el régimen talibán impuso el veto a la educación de las niñas en Afganistán, una decisión sin perspectivas de cambio que ha ido desapareciendo y silenciado a las mujeres de los espacios sociales del país, expuso este jueves (13.06.2024) el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Afganistán es al día de hoy el único país del mundo que prohíbe la educación femenina, una medida que le cuesta al país aproximadamente el 2,5 por ciento de su producto interno bruto (PIB) anual, según análisis de Unicef, o más de 5.000 millones de dólares de acuerdo con la agencia humanitaria Care International.
Esas cifras están estimadas en base a los ingresos con los que podrían contribuir las mujeres si se les permitiera estar escolarizadas y entrar al mercado laboral.
Actualmente, el 80 por ciento de las niñas y mujeres jóvenes afganas en edad escolar, más de 2,5 millones de personas, no están escolarizadas, según agencias internacionales.
«1.000 días sin asistir a la escuela equivalen a 3.000 millones de horas de aprendizaje perdidas», dijo en una declaración escrita la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.
Para Russell, el impacto de la prohibición va más allá de las propias niñas, «exacerbando la actual crisis humanitaria y teniendo graves ramificaciones para la economía y la trayectoria de desarrollo de Afganistán».
Las estimaciones económicas no han contemplado todavía las pérdidas a mediano plazo, como una inminente escasez de maestras, doctoras y enfermeras, o la reducción que la educación tiene sobre problemas como el matrimonio infantil y la reducción de la mortalidad infantil.