Es la población de microorganismos que habitan en nuestros intestinos. La composición microbiana varía entre cada individuo, dependiendo de su genética, y de factores ambientales como el lugar donde vive, la forma de parto (si fue cesárea o parto vaginal), si fue amamantado, pero sobre todo por los alimentos que consume.
Algunas de las funciones más importantes de la microbiota intestinal es ayudar a mantener la integridad de la barrera mucosa, proporcionar nutrientes como vitaminas, recolectar energía, proteger contra patógenos y regular la inmunidad. Somos más bacterias que nosotros mismos.
La microbiota gastrointestinal es crucial para la síntesis de vitaminas esenciales que el huésped no puede producir. Las bacterias del ácido láctico son organismos clave en la producción de vitamina B12, las bifidobacterias son las principales productoras de ácido fólico, una vitamina involucrada en procesos metabólicos vitales del huésped, incluida la síntesis y reparación del ADN. Otras vitaminas, que se ha demostrado que son sintetizadas por la microbiota intestinal en humanos, incluyen vitamina K, riboflavina, biotina, ácido nicotínico, ácido pantoténico, piridoxina y tiamina. Las bacterias del colon también pueden metabolizar los ácidos biliares que no se reabsorben para su biotransformación en ácidos biliares secundarios.
La presencia física de la microbiota en el tracto gastrointestinal también influye en la colonización de patógenos, por ejemplo, compitiendo por sitios de unión o fuentes de nutrientes y produciendo sustancias antimicrobianas. En otras palabras, cuantas más bacterias buenas tengamos, menos bacterias malas podrán colonizarnos.
Los antibióticos tienen un impacto profundo y negativo en nuestra microbiota, ya que la altera provocando un desequilibrio, una disbiosis, reduciendo nuestras bacterias benéficas y aumentando la población de bacterias dañinas (o patógenas).
Los bebés nacidos por vía vaginal contienen una gran cantidad de lactobacilos durante los primeros días, un reflejo de la alta carga de lactobacilos en la flora vaginal. Por el contrario, la microbiota de los recién nacidos por cesárea se encuentra empobrecida y retrasada en la colonización del género Bacteroides, pero es colonizada por anaerobios facultativos como especies de Clostridium. Mientras que la microbiota fecal del 72 % de los bebés nacidos por vía vaginal se asemeja a la microbiota fecal de sus madres, en los bebés nacidos por cesárea, este porcentaje se reduce a solo el 41 %.
La colonización del intestino del bebé es de importancia crítica para un crecimiento saludable, ya que influye en la maduración intestinal, el desarrollo metabólico, inmunológico y cerebral en los primeros años de vida que afectarán su salud adulta.
La leche materna es rica en Bifidobacterium que promueve una colonización variada y homeostática y además previene el crecimiento de patógenos como E. Coli y Clostridium perfringens, es por ello que la lactancia materna exclusiva es de suma importancia para el sistema inmunológico del bebé ya que típicamente promueve una microbiota alta, a diferencia de los lactantes alimentados con fórmula cuya microbiota presentará disbiosis con un mayor número de patógenos. Hay estudios que demuestran además que los niños que crecen ensuciándose, que juegan en el jardín, que andan sin zapatos y crecen en contacto con la naturaleza tienen una microbiota diversa y equilibrada y por lo tanto su sistema inmunológico es más fuerte.
Las dietas extremas “de origen animal” o “de origen vegetal” producen alteraciones de gran calado en la microbiota intestinal, con ello reafirmamos la importancia del equilibrio en la alimentación. Necesitamos animales y plantas.
El consumo de fibra es muy importante ya que actúa como prebiótico, es decir, como alimento para nuestras bacterias benéficas. Además consumir alimentos ricos en probióticos y suplementar con cápsulas de probióticos ayuda a una diversa y equilibrada colonización de nuestro intestino. Si nuestro intestino está en equilibrio, nuestro cuerpo está en equilibrio.
Los productos fermentados como sauerkraut, kimchi, kombucha, kefir, yogurt, entre otros están cargados de probióticos.
Postre de chocolate blanco con probióticos
Ingredientes
- 100 gramos de crema de coco (parte sólida)
- 150 gramos chispas de chocolate blanco
- 1/2 taza de leche de coco
- 1 cucharadita de fibra de acacia (la consigues en Amazon o supermercados saludables)
- 1 -2 cápsulas de probióticos (una de mis favoritas es la marca Seed)
Instrucciones
- Coloca en un bol la crema de coco, el chocolate y la leche.
- Llena una olla con 1/3 de agua y lleva a ebullición
- Cuando el agua comience a hervir, apaga el fuego y coloca el recipiente sobre la olla. No dejes que el recipiente toque el agua caliente, solo necesitamos el vapor.
- Revolviendo con frecuencia deja que los ingredientes se disuelvan y se mezclen bien.
- Sin dejar de revolver agrega poco a poco la fibra de acacia.
- Deja que la mezcla se enfríe y cuando alcance los 97 F agrega el polvo dentro de las cápsulas de probióticos (si echas los probióticos en la mezcla caliente, éstos se morirían).
- Mezcla bien y sirve la mezcla en vasos pequeños. Colócalos en la heladera hasta que se enfríen
- Sirve con berries frescos y una hojita de menta para decorar