¿Qué es lo que buscamos?, ¿vivir más o vivir mejor? o ¿qué tal si pudiéramos hacer ambas cosas? No es lo mismo vivir hasta los cien años postrados en una cama o un andador, conectados a alguna máquina, o dependiendo de un montón de medicinas diarias. Queremos vivir plenamente ¿verdad?, disfrutar de la vida y ver crecer a nuestros nietos y bisnietos.
Estuve leyendo sobre el tema y viendo algunos documentales sobre las zonas azules, y quería compartirles un poco sobre lo que vi.
Las zonas azules son lugares en el mundo donde se han identificado viven las personas más longevas del mundo, usualmente mayores de 100 años, y por supuesto esto es de gran interés para los científicos porque la información que aportan es de suma importancia para entender qué debemos hacer no solo para vivir más, sino para vivir mejor, porque estas comunidades de centenarios destacan además por su extraordinaria vitalidad.
Una de las zonas azules más populares es Cerdeña, Italia, que es la que región con la mayor concentración de centenarios en el mundo. Es una ciudad con muchas pendientes, escalones y la gente está acostumbrada a caminar para trasladarse de un lugar a otro. Y esta fue de las cosas en común que tenían con otras zonas azules, y es que las personas hacían ejercicio de una forma natural, no necesitaban pasar 3 horas diarias en el gimnasio, sino solo hacer sus quehaceres diarios de una forma natural. Caminaban al mercado, a la iglesia, al trabajo; trabajaban en sus jardines cultivando sus propias verduras, hacían sus labores domésticas sin la ayuda de mucha tecnología, molían a mano por ejemplo sus granos, limpiaban sus casas, reparaban ellos mismos lo que era necesario, se movían constantemente.
Otro de los puntos que los científicos encontraron en común entre las zonas azules eran que vivían con un propósito, tenían una razón para levantarse a diario, pero también priorizaban su descanso y su felicidad, se levantaban muy temprano, terminaban su trabajo a tiempo y luego disfrutaban de una tarde con familia o amigos. Además, eran personas que tenían fe, creían en algo más grande que ellos. Entonces, el segundo punto sería, tener un propósito, un plan de vida, creer en algo y sonreír y disfrutar cada día de nuestras vidas. Un sabio consejo en el que coincidían la mayoría de los ancianos era “no te enojes”.
Como hemos dicho, estas personas pasaban tiempo con sus familias y amigos, porque el hecho de conectar con otros seres humanos brinda felicidad. Recuerdo un documental que vi hace unos años donde se analizaba a través de entrevistas el origen de la felicidad, y la mayoría coincidía que lo que más felicidad brindaba era el contacto con otras personas.
El hecho de no estar solos nos hace sentir vivos, y para estos ancianos el tener un grupo de personas que les hiciera compañía, que les brindara cariño y apoyo, y con quienes compartir su vida marcaba la diferencia en su salud.
Y por supuesto, el otro pilar de la longevidad es la alimentación. Curiosamente, todas las zonas azules tenían diferentes dietas, pero todas ellas coincidían en algo y era que comían comida real, alimentos que cocinaban (y muchas veces producían incluso ellos mismos en sus jardines) en sus casas, de forma sencilla y donde predominaban los vegetales. La cocina era una actividad familiar, donde se compartía, se disfrutaba. Incluían alimentos medicinales, infusiones de hierbas, buenos carbohidratos y el endulzante por excelencia era la miel de abeja cruda, e incluso disfrutaban del buen vino.
Resumiendo, y para dejarles estos puntos para que los piensen y los pongan en práctica:
1. Ejercicio. No es necesario pasar horas en el gym, caminen a donde tengan que ir, cultiven sus verduras en su jardín o en macetas. Hagan las tareas del hogar sin tanta ayuda tecnológica. Muévanse naturalmente.
2. Encuentra una misión en tu vida. Tener un plan de vida, una meta, una misión que cumplir nos brinda un propósito, y eso nos da fuerza, nos da esperanza, nos da felicidad, nos da fe. Crea la felicidad dentro tuyo, elimina el estrés reemplazándolo por sentimientos felices, esto es una actividad constante, es algo que se aprende con la repetición hasta que se vuelve parte de nosotros.
3. Forma comunidad. Conecta con personas, ya sea con tu familia, o con amigos, o uniéndote a un grupo de voluntariado, un club de algo que te interese, cualquier actividad donde compartas con personas y tengas la oportunidad de dar lo mejor de ti. Todos los seres humanos estamos conectados de manera muy profunda, por eso reconectar esos lazos nos brinda felicidad, especialmente cuando podemos darnos a los demás.
4. Come sabiamente. Cocina en casa, cultiva tu comida, come muchísimos vegetales, elige comida real, no productos procesados y con nombres que no puedes ni pronunciar. Y come solo hasta saciarte, no comas de más.