La familia tiene un precio, es el título de la precuela de La herencia tiene un precio, la comedia italiana que se estrenó en Netflix la semana pasada. Dirigida por Giovanni Bognetti, este título es a su vez un remake italiano del filme francés de 2021, El precio de la paternidad. En ella, un matrimonio, interpretado por Christian De Sica y Angela Finocchiaro, se siente devastado por la partida de sus hijos y decide idear una estratagema para atraerlos de regreso.
El largometraje estrenado en 2022, sigue a Carlo y Anna, quienes se despiden de sus hijos adultos cuando estos se mudan a Roma. Alessandra, la hija, se va a vivir con su novio, Rocco, mientras que Emilio, el hijo, comienza un empleo mal pagado. La distancia física y emocional crece, provocando que los jóvenes dejen de asistir a reuniones familiares y eventos importantes. La crisis alcanza su punto álgido cuando ambos hijos deciden no pasar la Navidad con sus padres.
Christian De Sica y Angela Finocchiaro lideran el elenco como los padres, mientras que Dharma Mangia Woods y Claudio Colica interpretan a los hijos adultos. Fioretta Mari asume el papel de la abuela cínica de la familia. Tras sentirse ignorados, Anna y Carlo inventan una mentira significativa: afirman que una tía difunta ha dejado una gran herencia para sus hijos. Al enterarse de la inesperada fortuna, Alessandra y Emilio rápidamente regresan a la casa de sus padres.
En esta versión italo-francesa, el choque generacional actúa como eje central, explorando la fricción entre padres abandonados y jóvenes desagradecidos. El director Giovanni Bognetti introduce un tono agridulce que contrasta con la sencillez de la comedia francesa. Al necesario cambio cultural y ambiental, se suma un sentido dramático que subraya las dificultades para conciliar diferencias evidentes.
En palabras del director, “el objetivo era mostrar una coyuntura familiar donde los retos de la modernidad impactan las relaciones de antaño”. Netflix ha apostado fuerte por esta comedia familiar que mezcla el humor con una crítica mordaz a las relaciones intergeneracionales en la sociedad moderna.
El verso original francés de Alexandra Leclère es reinterpretado con un enfoque más enfocado en problemáticas universales. La jugada financiera llevada a cabo por Carlo y Anna pronto se descontrola, obligándolos a aparentar un nivel de vida imposible. Ni siquiera la intervención sarcástica de la abuela, personaje diseñado para añadir un toque de humor negro, logra detener la farsa.
La comedia no escatima en momentos absurdos y situaciones incómodas. Alessandra y Emilio vuelven a experimentar la dinámica familiar imperante, ese complicado equilibrio entre amor filial y responsabilidades modernas. Todo esto bajo la atenta mirada de un entorno que también es partícipe en el reflejo de esta tragedia moderna vestida de comedia ligera. La película presenta un enfoque renovado y pertinente, que invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza efímera de las relaciones familiares en el siglo XXI.
El elenco desempeña con solidez sus respectivos roles, resaltando en particular las actuaciones de De Sica y Finocchiaro. Sus interpretaciones logran un equilibrio entre la comicidad y el drama, algo que resulta fundamental para que la narrativa funcione dentro del contexto cultural propuesto.
La familia tiene un precio desempeña una labor notable en sintonizar la comedia con una crítica social latente, presentando a unos padres desesperados por la atención de sus hijos y unos jóvenes demasiado inmersos en sus propias vidas. Explorando el tema de la desconexión generacional, la película resuena en un público amplio gracias a su carácter humorístico, pero a la vez serio y retrospectivo.
Durante una conversación en la pareja protagonista, Anna confiesa: “Nunca se presentaron ni siquiera al funeral de una tía, ¿Qué podemos esperar ahora?”. Este tipo de diálogos capturan la esencia del film, una mezcla de quejas y resignación que desemboca en la táctica desesperada del engaño.
El impacto del engaño y las consecuencias posteriores, mantendrán al espectador atento al desenlace de esta historia. La trama refleja con acierto el dolor y frustración de los padres ante la indiferencia de sus hijos y la forma en que esto afecta sus vidas.
Finalmente, La familia tiene un precio revela cómo las expectativas no cumplidas y las carencias emocionales pueden llevar a tomar medidas drásticas y, a veces, ridículas. Si ya viste La herencia tiene un precio, no dejes de sumergirte en esta historia que funciona como precuela.