Como señalé en un artículo anterior, millones de latinoamericanos en 2024 serán parte de un fenómeno que se espera marque un récord histórico: el año en que más votantes asistirán a las urnas alrededor del mundo.
En América Latina, está previsto que cinco países celebren elecciones presidenciales durante el presente año, mientras que otros dos tienen agendados comicios municipales. Esta lista también incluye a otros países como Estados Unidos, India, Rusia e Indonesia, cuya suma representa cerca de la mitad de la población mundial. Los comicios municipales están previstos en Brasil y Chile para octubre.
Aspiramos a que la realización de estos procesos electorales modifique, de alguna manera, el mapa del poder en la región.
En América Latina están previstas elecciones presidenciales en Panamá (5 de mayo), República Dominicana (19 de mayo), México (2 de junio), Uruguay (27 de octubre) y Venezuela (28 de julio).
El viernes 1 de marzo se dio inicio a la campaña electoral en México, la cual culminará con los comicios presidenciales del próximo 2 de junio, en los que dos mujeres y un hombre competirán por sustituir a Andrés Manuel López Obrador en el cargo. Este es un momento histórico porque nunca ha habido una presidenta mujer en México. Este hecho tan simbólico hace que quienes las apoyan esperen una forma diferente de gobernar.
Sin embargo, por los partidos que las ungieron, da la impresión de que habrá cambios para no cambiar nada. Si bien es cierto que faltan apenas tres meses para elegir al sucesor del presidente López Obrador, lapso de tiempo en el que pueden cambiar algunas cosas, también lo es que las encuestas de intención de voto dan una holgada ventaja a la exjefa de gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, del partido Morena, del presidente López Obrador, y candidata por la coalición Seguimos Haciendo Historia (el Partido Verde y el Partido del Trabajo), con un 63% de intención de votos.
Creo importante señalar que la inercia de la victoria que cosechó en 2018 Andrés Manuel López Obrador y su llamada Cuarta Transformación mexicana no ha menguado y es la que le permitirá navegar con comodidad a una candidata cuyo programa se compromete a “consolidar el camino avanzado por el presidente” en el sexenio actual. Claudia Sheinbaum, de 61 años, nació en la Ciudad de México. Posee una formación técnica, con una licenciatura en Física y una maestría y doctorado en Ingeniería. Lo cual resulta paradójico si tomamos en cuenta que, como aspirante a suceder a un líder social como López Obrador, sea vista como una tecnócrata, lo cual va en contra de los principios populistas que él representa.
Sin embargo, ese sexenio tiene luces y sombras. El mayor fracaso ha sido la lucha contra la violencia, con un promedio de 100 muertos al día, que supera la cifra total del sexenio anterior. No por nada el eslogan de la candidata de la oposición reza «POR UN MÉXICO SIN MIEDO».
La senadora Xóchitl Gálvez, con 30% de intención de votos, de la coalición entre el PAN, de derecha, el PRI, el histórico partido mexicano hoy en decadencia y, el PRD, los restos de la izquierda clásica. Xóchitl Gálvez tiene un perfil menos tradicional que otros líderes de su espacio político; también de 61 años, nació en un pequeño pueblo del estado de Hidalgo. Siempre ha subrayado sus orígenes indígenas y humildes, y explota su origen humilde, según cuenta, vendía gelatinas mientras estudiaba secundaria. Ingeniera de formación, creó varias empresas en el sector por los que recibió varios reconocimientos, así como una fundación que apoya a comunidades indígenas con altas tasas de desnutrición y escasos recursos económicos.
Ingresó a la política en 2003 de la mano del expresidente panista Vicente Fox y fue nombrada directora de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Intentó ser gobernadora de su Hidalgo natal en 2010, pero quedó en segundo lugar al frente de la coalición PAN-PRD. Pese a su currículum, su nombre era casi desconocido para la gran mayoría de mexicanos hasta hace apenas unos meses. El año pasado, logró la atención mediática cuando intentó intervenir, sin éxito, en la conferencia mañanera del presidente López Obrador, quien la había acusado de querer suprimir programas sociales.
Coherente con su discurso, Gálvez arrancó su campaña con un discurso centrado en seguridad en Fresnillo, Zacatecas, considerada una de las ciudades más peligrosas e inseguras de México. Desde entonces, su popularidad ha crecido rápidamente, destacando en el bloque opositor con un discurso mucho menos conservador que la mayoría de sus competidores internos.
Una cosa curiosa de esta aspirante a la presidencia de México es que está compitiendo con un discurso que tiene algunas similitudes al empleado por López Obrador, y que le dio la posibilidad de ser electo presidente de ese país. Temas como: abogar por los pobres, políticas sociales, contra la corrupción, y algunos de ellos suavizados, para que también sea aceptada por esos sectores económicos que reprueban las políticas del presidente.
A mucha distancia aparece Jorge Álvarez Máynez, el candidato menos conocido y peor posicionado en las encuestas electorales del Movimiento Ciudadano, una especie de espontáneo en el ruedo de la política, que no ha querido sumarse a la coalición de toda la oposición y cuya intención de voto no supera el 5%. Su nombre pasó a ser conocido por el gran público literalmente de un día para otro a inicios de este año.
Licenciado en Relaciones Internacionales y con varias maestrías, es originario del estado de Zacatecas e hijo de uno de los cofundadores del Partido Comunista. Su gran desventaja frente a sus competidoras de cara a la presidencia es, sin duda, el hecho de ser aún un gran desconocido para la mayoría del país tras haber sido elegido candidato hace menos de dos meses.
A su favor, su partido trata de destacarlo como la opción de las nuevas generaciones y la alternativa del futuro de México, liderando un equipo con nuevas personas e ideas que no ha tenido hasta ahora la oportunidad de gobernar.
A tres meses de que eso ocurra, la población va perfilando sus preferencias por las candidatas. En primer lugar, la morenista Claudia Sheinbaum; en segundo lugar, Xóchitl Gálvez; y en tercer lugar, se encuentra el candidato Jorge Álvarez Máynez. Vale señalar que esa medición de opinión, recogida por la encuestadora Enkoll para EL PAÍS y realizada entre el 24 y el 28 de febrero, apenas modifica los resultados manifestados meses antes.
Tres temas son claves para el ciudadano mexicano a la hora de elegir nuevo gobierno: la inseguridad, la corrupción y la economía. Sobre esos temas se desarrollará la campaña de cada uno de los tres aspirantes a gobernar. Sin embargo, ha habido un cambio en la ubicación de las prioridades de los mexicanos en cuanto a esos tres temas, particularmente en los últimos años de mandato de López Obrador.
En el 2022, el 35% de los encuestados situaba los problemas económicos como el principal problema, pero esa línea no ha hecho más que descender y ahora solo un 15% lo ve así, mientras que la violencia, en ese año, preocupaba solamente al 45% del electorado, pero la inseguridad es preocupación del 53% de la población. La corrupción, de perpetua presencia en la conversación mexicana, ha ascendido del 20% al 32%.
En principio, se espera que los aspirantes a dirigir el país sepan por dónde van los tiros. Sheinbaum, aspirante a sustituir al actual presidente, muy probablemente hará valer las buenas cifras económicas de un país que muestra un despegue en inversiones, comercio y empleo, y tendrá que sortear, como pueda, el fracaso en materia de seguridad de la actual gestión de gobierno, que supera las cifras de muertos del presidente anterior a López Obrador.
Esa es la tabla a la que se agarrará la oposición, que ya ha definido su eslogan electoral: “Por un México sin miedo”. No hay nada más urgente en este país que disminuir la violencia que devora territorios enteros, señaló Xóchitl Gálvez.
Pero hay un tema adicional y muy importante: el desempleo. Y es que 1.59 millones de personas están en desocupación, y 4.6 millones de personas se encuentran en situación de subempleo. Esto es particularmente importante porque un modelo económico excluyente amplía las disparidades, y cuando la democracia falla en garantizar el bienestar de los ciudadanos, prosperan las figuras que venden soluciones simplistas a problemas complejos, sembrando la desconfianza en el proceso electoral y en las instituciones políticas, tal y como lo señaló el expresidente Lula da Silva en una reciente ponencia.
Los más importantes expertos en sondeos electorales coinciden en ubicar a Sheinbaum y Gálvez como las candidatas con mayores posibilidades de ganar en junio, por lo que ambas se han esforzado estos últimos meses en tratar de destacar respecto a su competidora y enfrentar sus propios desafíos.
“El reto de Sheinbaum es, sin duda, conectar, porque no es una persona muy carismática. Y, sobre todo, comunicar cuál es el sello que ella le pondría a su gobierno para no ser vista solo como una extensión de López Obrador o alguien que está siendo controlada por él”.
De igual manera, esos mismos expertos en sondeos electorales indican que Gálvez tendrá que trabajar por lograr su diferenciación de otros nombres de la oposición y una mayor unidad entre grupos diversos. “Su reto sería llegarle a un público que no ve con buenos ojos a todo lo que parezca oposición”.
Los candidatos se encontrarán frente al gran desafío de la inseguridad. México lleva meses inmerso en una larga precampaña donde, a falta de partidos intermedios, las elecciones se juegan entre la derecha y la izquierda, aunque esos conceptos son decir mucho para un país que aún destila la indefinición ideológica impuesta por el priismo durante décadas.
Según la candidata Xóchitl Gálvez, México se encuentra ante un gran reto: “no solo que los mexicanos salgan a votar con libertad, sino que los candidatos no pierdan la vida en el proceso electoral”.