Puede hablar a los supervivientes de una tragedia, como lo hiciera Bill Clinton en 1999 cuando la masacre en la escuela secundaria Columbine, como George W. Bush el 14 de septiembre de 2001 en Nueva York en el caso del ataque al World Trade Center, o Barack Obama en la eulogia por los asesinados en la iglesia de Charleston, Carolina del Sur en 2015. La historia personal de las tragedias familiares del presidente Biden hace que su empatía sea genuina y creíble para los votantes.
Pero, lo que no es tan obvio, es que, si nos fijamos en su actividad política, probablemente ha sido el presidente con más logros desde Franklin Roosevelt, y si gana un segundo mandato, los historiadores lo incluirán, en forma principal, como uno de los más grandes presidentes en la historia de este país.
Nadie más podría habernos rescatado de la mayor crisis de Salud Pública en un siglo y administrar tan eficazmente esas vacunas cuando la ola más mortífera de COVID acababa de matar a un millón de estadounidenses, es decir, a uno de cada 300 de nosotros. ¿Recuerda usted lo rápido que se movían las largas filas en las farmacias e instituciones públicas y privadas a las que, él sabiamente recurrió para asegurarse de que todo el que quisiera la vacuna pudiera conseguirla en cualquier lugar, incluyendo furgonetas móviles que fueron a barrios urbanos y zonas rurales que de otro modo habrían quedado desatendidas, como siempre?
Nadie más podría haber dado con la combinación correcta y la cantidad adecuada de estímulo que la economía necesitaba para evitar el pozo de recesión persistente, brutal y de bajo grado que tuvimos.
Estuvo en la Casa Blanca dos veces como vicepresidente y vio cómo un estímulo a medias producía una recuperación a medias, y no iba a repetir ese error.
Nadie podría haber respondido tan hábilmente como lo hizo Biden ante la mayor amenaza interna a Estados Unidos en 150 años como la que se produjo el 6 de enero de 2021. Pero ahora los medios de comunicación centran nuestra atención en Trump, en cada una de sus payasadas que los medios amplifican día y noche. La desigual cobertura que prestan a Biden y a Trump es notoria, las acciones de Biden tienden a ser positivas y normales, mientras que las de Trump son negativas y anormales y, por tanto, más «interesantes», “venden más”, “atraen más la atención”.
Nadie podría haber restaurado el lugar de Estados Unidos como líder del mundo libre y como superpotencia económica mundial sin el extraordinario conocimiento, sabiduría y experiencia de Biden y su equipo, en la creación de más de 20 millones de puestos de trabajo que se habían perdido durante la pandemia.
Nadie más podría no solo haber reunificado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. tras su casi destrucción por Donald Trump, sino haberla ampliado, y a la vez contener a Putin, marginándolo y señalándolo en lo que es, un tirano. Nadie más ha sido capaz de aprobar una ley de infraestructuras tan necesaria para el arreglo de nuestras carreteras y puentes envejecidos y peligrosos, y mirar adelante, hacia las infraestructuras del siglo XXI que ni existían ni eran necesarias en el siglo XX.
Nadie más reconoció y ha dado prioridad a devolver a Estados Unidos la fabricación de superconductores, que no solo es esencial para la economía, sino también para la seguridad nacional. Biden tiene plena conciencia del momento que vivimos, y fueron los peligros que vio en Trump como destructor de la democracia, de que, en lugar de retirarse y disfrutar de su familia, de sus nietos, quiere continuar en 2024 en el trabajo más estresante del mundo. Reduciendo drásticamente el desempleo en las minorías, luchando por eliminar la diferencia de ingresos entre blancos, afroamericanos y latinos a la mitad en su segundo mandato, si consigue un Congreso demócrata, y aprobar un salario mínimo de 15 dólares, estando presente con los trabajadores en huelga, mencionando con orgullo el término «sindicato» de una manera que no hemos oído de un presidente en más de 50 años.
Si eso no es fuerza de liderazgo, no sé qué puede serlo. Ese es un mensaje que tenemos que reforzar, que contar una y otra mientras los medios tradicionales siguen embelesados con un expresidente que sale de un juicio en su contra para entrar en otro, mientras propone, entre otras barbaridades, eliminar el Departamento de Educación, y conservar solo “un escritorio para asegurarse de que al menos todos hablen inglés” y por supuesto encarcelar o deportar a millones de inmigrantes, a los que llama “plaga” y un “peligro para el país.” Y claro, eso ha sido “noticia” que los medios difunden, por todos lados.