Se habla cada vez más de la “integración de la región norteamericana” y de que junto con Canadá y Estados Unidos somos una región que debe competir con China y el mundo. Desde la firma del TLC en 1993, por parte de Salinas de Gortari con el primer ministro canadiense Brian Mulroney y el presidente estadunidense George Bush padre, la “alianza” entre esos países y México se estrecha.
Se nos habla de que somos parte de las “democracias occidentales” y para muchos mexicanos, Canadá es un país ideal. Sin embargo, es necesario reflexionar sobre este vecino del norte. Sobre todo porque los grandes medios de información hegemónicos nos saturan de contenidos sobre todo lo que pasa en Estados Unidos: política, social, cultural, deportivamente pero, por otro lado, bloquean la información sobre nuestros otros vecinos. Lo hacen con el fin de aislar entre sí a los pueblos circundantes. “Divide y vencerás”. Observemos que prácticamente no tenemos noticias constantes de Canadá ni de Guatemala, a menos que sean hechos muy relevantes.
Siendo países tan cercanos a nosotros merecen nuestra atención, sobre todo cuando, como en el caso de nuestro “aliado” Canadá, es considerado por la gran mayoría de los mexicanos como “un modelo” o “un ideal democrático”.
Pero resulta que recientemente Canadá estrena un nuevo jefe de Estado después de 70 años en el que otra persona cumplió esa función. ¿Hubo elecciones? No, ¿Es canadiense? ¿Lo quiere el pueblo? No. Y es que resulta que Canadá sigue siendo una “monarquía” y como tal ya está imprimiendo monedas con la imagen del Rey Carlos III, para sustituir las que retrataban a la Reina Isabel II. En las monarquías no se reconoce la soberanía del pueblo.
Efectivamente Gran Bretaña, que se dice defensora de las democracias occidentales, y que tiene un régimen obsoleto, ha coronado a Carlos III quien, a la muerte de su mamá, se convirtió automáticamente, desde el 8 de septiembre de 2022, en rey y jefe de Estado no sólo del Reino Unido, también de otros 14 países, incluidos Canadá, Australia y Nueva Zelanda, los que durante 70 años tuvieron la misma jefa de Estado: Isabel II y ahora en un momento, sin la aprobación de los pueblos, tienen nueva cabeza de Estado. Esto es una aberración, tomando en cuenta que los pueblos deben asumir su soberanía, decidir ellos mismos, elegir su propio jefe de Estado, darle un mandato y exigir que rinda cuentas, con capacidad además de revocar el mandato si no cumple.
Así que ya es hora de que el pueblo de Reino Unido, de Canadá y los otros 13 países, elijan una Asamblea Constituyente y funden una república con instituciones democráticas y modernas, acordes al siglo XXI, donde el pueblo tenga capacidad de decisión.
Actualmente en Canadá y otros 13 países, los parlamentarios que son elegidos para un cargo tienen que jurar lealtad a un monarca extranjero, cuando es sabido que los pueblos deben representarse y gobernarse a sí mismos y no seguir siendo súbditos de viejas monarquías. En Canadá el rey nombra al gobernador general, hoy por hoy, tuvo a bien designar a Mary J. May Simon quien es la que firma todas las leyes federales de Canadá, con el fin de darles “legitimidad”.
En México la monarquía fue abolida por José María Morelos y Pavón y el Congreso de Chilpancingo desde el 9 de septiembre de 1813. Hace 210 años, en Canadá se cantaba “God Save the Queen” y en el dólar canadiense se exhibía la figura de Isabel II. Y ahora ya tienen nuevo Rey y hasta una nueva reina: Camila, reina de Canadá. Según las encuestas, dos de tres canadienses se oponen a la monarquía y sólo el 10% la aprueba. Pero aun así los diputados canadienses tienen que jurar “lealtad al rey” para poder laborar, cosa que por cierto se negaron a hacer los diputados de Quebec en octubre de 2022.
Horas después de la polémica coronación del rey Carlos III en la Abadía de Westminster, el sábado 6 de mayo, comenzaron a darse en Canadá, todo tipo de manifestaciones populares bajo lemas como: “No es mi rey”, “Democracia propia, no aristocracia hereditaria”, “Abolir la monarquía” o “Que el pueblo decida democráticamente su futuro”.
El estado actual de Canadá como una monarquía constitucional, con un monarca extranjero como jefe de estado, es una humillación nacional, una vergüenza, el sistema argumenta que Carlos III, encarna los valores que unifican a la nación, pero ¿cómo pueden justificar este disparate?
Cómo es posible que Canadá no cuente con su propia constitución, sino con la que le fue impuesta en 1867 en nombre de la Reina Victoria, y posteriormente su patriación en nombre de Isabel II en 1982 relegó a los canadienses a súbditos bajo reglas que ellos no aceptan. ¿Cómo justificar y legitimar un gobierno así?
Estas prácticas se generan para justificar y legitimar su gobierno. Por ejemplo, se afirma que para que Canadá corte sus lazos de larga data con la monarquía y se convierta en una república, «requeriría un acuerdo entre la Cámara de los Comunes, el Senado y las 10 provincias». Esta es la estipulación en la propia Constitución que fue patriada de Inglaterra en 1982 por el gobierno de Pierre Elliott Trudeau con la incorporación de una Carta de Derechos y Libertades y una fórmula de enmienda.
Además de la clase dominante, nadie estuvo de acuerdo con la imposición de la Constitución adoptada por el Parlamento Imperial en 1867. Así, la adición de la Carta de Derechos y Libertades y la fórmula de enmienda, nunca fueron aceptadas por el pueblo canadiense ni quebequense. Hasta el día de hoy, la nación de Quebec ni siquiera ha firmado la Constitución de 1982, a pesar de que se dice que es una «nación fundadora» de Canadá. No obstante, «Canadá oficial» presume que Quebec está subordinado a ella. Esta presunción caracteriza el pensamiento de una clase dominante y un sistema de gobierno impuesto por los británicos durante la época colonial.
Sus orígenes se encuentran en la conquista de territorios que fueron habitados por pueblos indígenas, pero que fueron declarados posesiones del Imperio Británico mediante el uso de la fuerza, el engaño, el genocidio cultural y la imposición de un poder soberano representado hasta el día de hoy por un monarca extranjero y sus representantes, no por los representantes del pueblo (www.cpc.ca).
La Constitución impuesta en 1867 y su «patriación» en 1982 son la base de las normas que rigen este país. Así niegan la soberanía popular, así como la soberanía nacional a Quebec, una nación dentro del país llamada Canadá, cuya nacionalidad no se reconoce plenamente para que no sea capaz de autodeterminarse. Así como tampoco se reconocen los derechos hereditarios de las naciones indígenas originarias.
Como cualquier unión, Canadá sólo puede ser fuerte si se constituye voluntariamente con el acuerdo entre las partes constituyentes de Canadá, Quebec y los pueblos indígenas, sin estar sujetas a la fuerza o a una «persuasión» económica, política y cultural indebida para permanecer dentro de la unión. Ya es necesario darle cuerpo a una constitución propia que resulte de un proceso democrático para decidir el propio futuro (TML Monthly mayo 2023).
Como afirman las y los trabajadores de Canadá y Quebec en el Workers Forum: “La gente está declarando alto y claro cuál es su posición. Aquí en Canadá, mientras que los canadienses no quieren una monarquía, el intento parece ser presentar que ‘a la gente realmente no le importa’, ‘es demasiado molesto y no es gran cosa’, ‘no es relevante’ o ‘tienen otros asuntos más importantes en sus mentes’, etc.”
“De hecho, la gente está expresando su disgusto y su «No» a la coronación. Las naciones subyugadas por la «Corona» británica no dejan ninguna duda de dónde se encuentran. Es importante destacar que no hay nada simbólico en las enormes sumas gastadas en estos parásitos en un momento en que la gente se enfrenta a enormes problemas, ni en la ceremonia que sostiene las relaciones de gobernante y gobernado con el gobernante por encima del pueblo. Es importante articular exactamente lo que representa el orden constitucional que representan. Es la información y la discusión entre la gente lo que abre el camino al progreso. Dará lugar a la alternativa. (…) Los esfuerzos para «modernizar» la monarquía no solo son infructuosos, sino que muestran un concepto de modernización que simplemente se muestra por un lado y nada que ver con lo que el mundo requiere, por el otro. ¿Cómo se moderniza el medievalismo? Los gobernantes solo están cavando un agujero más profundo para sí mismos. (…) Lejos de ser un símbolo de unidad, debido a las luchas de los pueblos, la Corona es vista como un símbolo de todo lo reaccionario, desde la esclavitud y las guerras de conquista hasta los crímenes actuales. La continuidad que se dice que representa la monarquía es de subyugación de muchos para que unos pocos puedan enriquecerse, que nunca deben rendir cuentas y que pueden seguir cometiendo crímenes con impunidad. Es necesario abrir la puerta a la discusión sobre cómo lograr el empoderamiento de las personas” (Workers Weekly Núm 3. Mayo 5 de 2023).
Pero Canadá no solo está sujeto a la égida del imperio británico, sino también al estadounidense. Ambas potencias anglosajonas lo dominan. Es una de las economías que pertenecen al grupo del G7, que hoy enfrenta a Rusia y China. Actúa en el marco de la OTAN, desde 1949, esa organización que se creó para un contexto definido que hoy ya no existe, al menos en lo que respecta a la amenaza soviética y a la alianza militar “espejo” de la OTAN, esto es, el extinto Pacto de Varsovia. La razón de ser de esta organización ha sido severamente cuestionada después de la Guerra fría pues está claro que es un instrumento de dominación mundial. En este contexto, Canadá es partícipe de todas las guerras de agresión que las potencias imperiales han emprendido. Efectivos canadienses han participado en las invasiones impulsadas por EE.UU. contra Irak, Afganistán, Haíti, Kosovo, Libia etc.
Junto con los presidentes de México y EE.UU.: Vicente Fox y George Bush Jr., el primer ministro canadiense Paul Martin firmó el 23 de marzo de 2005 en Waco, Texas, la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN), que coloca su seguridad bajo el control del Pentágono, así como también sus energéticos. Hoy las fuerzas armadas canadienses están bajo el mandato del Comando Norte de EE.UU. y sus fuerzas armadas pueden ser movilizadas por Washington aún sin avisar al Primer Ministro. El problema para México es que el PRIAN nos embarcó en este rumbo de integración económica que ya ha llegado a lo militar desde Calderón y Peña Nieto y es un rumbo harto peligroso.
El pueblo de México lucha por su plena soberanía, acompaña y aplaude las luchas del pueblo de Canadá, Quebec y las naciones originarias para alcanzar la soberanía, fundar una democracia renovada y tomar control sobre su propio futuro.
También luchamos en contra del neocolonialismo yanki que utiliza a las corporaciones canadienses para saquearnos, cometiendo además crímenes abominables contra los mexicanos que se les oponen. Por ejemplo, el 24 de mayo de 2014, asesinaron al compañero Ramón Corrales Vega, en Sinaloa, por oponerse a la minera Paradoux Global Resource. En los años anteriores fueron asesinados varios compañeros: en Oaxaca el compañero Bernardo Sánchez Vázquez, en Chihuahua la compañera Manuela Martha Solís y su esposo Ismael Solís Urrutia, por oponerse a la minera canadiense Mag Silver, en Chiapas el compañero Mariano Abarca por oponerse a la minera canadiense Black Faire. Las corporaciones extranjeras quieren saquear a México y usan métodos criminales.
Pero la sangre de nuestros mártires nos impulsa a seguir la lucha hasta lograr que los recursos de México sirvan para el bienestar de nuestro pueblo y no de la “región norteamericana”. Estas corporaciones también afectan a los pueblos de Canadá y de Quebec allá en su tierra y nuestros pueblos deben unirse en una lucha común por justicia, soberanía y democracia.