Hace ciento cuarenta y cuatro años nació Emiliano Zapata el 8 de agosto de 1879, fue asesinado el 10 de abril de 1919, murió en una emboscada en la Hacienda de Chinameca, Morelos a los 39 años de edad.Vida corta, pero en esos años se inmortalizó porque a nivel nacional y mundial es el ejemplo del luchador consecuente y desinteresado que entrega todo por el bien del pueblo.
Un héroe mexicano, que es reconocido en todo el mundo, por lo auténtico de su lucha, por su valentía y entrega a las mejores causas de su pueblo y de su Patria.
En Latinoamérica y el Caribe, África, Europa, Asia y Australia se conoce a Zapata, quien inspira la lucha de cada uno de los pueblos del mundo. ¡Zapata…símbolo universal! Para quienes dicen que todos los políticos son iguales, Zapata es el ejemplo de que sí hay, ha habido y habrá políticos que dan todo por el bien de la sociedad. Necesitamos de esos.
Emiliano Zapata Salazar nació en San Miguel Anenecuilco, municipio de Ayala, en el estado de Morelos, Anenecuilco (en náhuatl: Atl, nenekuiloa, co, ‘lugar donde corre el agua como gusano banbanear’) que era un pueblo de origen náhuatl. Un Kalpulli con 700 años de antigüedad. Ahí se hablaba náhuatl y los manifiestos los reproducía en náhuatl y en español. Los valores por los que se rigió y por los que vivió y murió Zapata tienen su raíz en los valores ancestrales de nuestras primeras naciones indígenas originarias. Esa raíz está viva y dará mejores frutos en el futuro.
Fue hijo de Gabriel Zapata y de Cleofas Salazar, y formó parte de una típica familia campesina. Emiliano Zapata es heredero de luchas ancestrales, sus tíos José Cristino y José María lucharon en la Reforma junto con Juárez y en contra de la intervención francesa y le contaban de niño sus hazañas. Uno de sus ancestros Francisco Ayala luchó en la independencia y fue asesinado por los realistas en mayo de 1811. Su abuelo materno José Salazar les llevaba tortillas a los insurgentes durante el sitio de Cuautla. Se quedó en la ciudad y participó en la lucha con Morelos. Su tío abuelo José Zapata participó en la lucha por la tierra en Anenecuilco en 1874. Las anteriores generaciones dan su ejemplo. También hoy, nosotros, herederos de esas tradiciones de lucha podemos y vamos a cumplir con honor y alegría nuestra misión de liberar a nuestro pueblo y nuestro México.
Narra José Sotelo Inclán que en 1888 el niño Emiliano Zapata vio derribar las huertas y las casas del barrio de Olaque en Anenecuilco, por órdenes del Hacendado Manuel Mendoza Cortina que hacía crecer los campos de la Hacienda de Cuahuixtla sobre los predios de Anenecuilco.
Ante la enorme injusticia que sufría su padre rompió a llorar, Emiliano de 9 años se le acerca y le pregunta: __» Padre …¿porque llora? __»Porque nos quitaron las tierras» — contestó su papá. __» ¡¿Quienes?!» inquirió el niño. __»Los amos» respondió. __¡¿Y por qué no pelean contra ellos!?» __ «Porque son poderosos» dijo su padre. Emiliano luego de meditar afirmó: __»Pues cuando yo sea grande haré que las devuelvan». (Narración de Jesús Sotelo Inclán)
Cuando tenía 30 años, en 1909 su pueblo le dio la responsabilidad de encabezar la lucha por la tierra y él asumió el compromiso hasta el final.
Emiliano Zapata Salazar. «El Caudillo del sur», fue uno de los líderes militares más importantes durante la Revolución Mexicana. En la caída del Dictador Porfirio Díaz fue clave la toma de Ciudad Juárez por parte de Pascual Orozco y de Pancho Villa, y la toma de Cuautla por parte de Zapata jugaron de forma principal. En la derrota del usurpador Victoriano Huerta la toma de Torreón y Zacatecas por parte de Villa y de Cuernavaca por los zapatistas quienes avanzaron hasta los alrededores de la Ciudad de México (Tlalpan, Milpa Alta y Contreras) fue esencial.
En el Plan de Ayala, el general Emiliano Zapata Salazar y todos los que lo firmaron en Ayoxustla, Puebla, el 28 de noviembre de 1911, en su artículo 6o exigían la devolución de todos los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados a los pueblos o ciudadanos. También hoy, hemos de exigir que las grandes corporaciones y grandes capitalistas han despojado a pueblos, comunidades e individuos y las riquezas de la nación de las que se han apropiado ilegalmente.
Zapata luchó por una democracia popular, en las que el pueblo en Asamblea tomaba decisiones y elegía a sus representantes, a quienes siempre tenía bajo el control de la gente, él era enemigo del dedazo que caracterizó al PRI: Decía «.. yo en mi carácter de ciudadano y líder revolucionario, jamás me atrevería a designar a las autoridades políticas que deben ser nombradas por los representantes de una colectividad..» Declaración del General Emiliano Zapata Salazar.
Cuentan de Emiliano Zapata: «A los pobres los atendía más que a los ricos. Llegaba un pobre y le atendía como si fuese otro personaje. Es que a los pobres los apreciaba más que a los ricos. Eso yo lo vi. Respetaba mucho a los pobres. Casi por eso murió. Por querer defender a los pobres para que tuvieran sus tierras» (Entrevista a Francisco Mercado). Zapata nació para dar ejemplo de dignidad y consciencia, nunca se vendió, jamás se rindió, siempre apoyó a su pueblo, fue congruente y por eso sigue vivo en nuestra mente y corazón.
¡Zapata Vive … la lucha sigue…Es un ejemplo de que las y los mexicanos somos capaces de dar toda nuestra energía, nuestro esfuerzo, hasta la vida misma, para defender nuestros derechos y conquistar la justicia. La experiencia que nos dejó es invaluable y actual para los trabajadores del campo y la ciudad. Él nos enseñó a nunca rendirnos, a nunca desfallecer y su ejemplo nos lleva a la victoria del poder popular.
La lucha de Emiliano Zapata es la lucha nuestra, él llamó a los obreros y campesinos a unirse y previno desde 1915 sobre el peligro que significaba el Imperio Yanki advirtiendo: «Estados Unidos se echará sobre nuestra nacionalidad».
Zapata fue fiel a la palabra dada y nunca engañó al pueblo, ni sacó provecho personal de la lucha de todos. Cumplió hasta el final. Nuestros ancestros indígenas se atenían al principio de decir lo que pensaban, hacer lo que decían y decir lo que hacían. Integraban pensamiento, palabra y acción.
La palabra es sagrada. La cultura capitalista es la del engaño. Se dice una cosa, se hace otra, no se dice lo que se piensa y tampoco lo que se hace. La palabra se usa para engañar y simular y no para comunicar, vincular y construir juntos.
Sin el respeto a la palabra no hay asociación humana que perdure. Por eso el capitalismo está condenado a la destrucción, porque desintegra a la sociedad y la disocia de la realidad. Debemos reconstruir las relaciones sanas entre las personas y de estas con la naturaleza. Eso nos enseña Emliano.
Al entrar a la Hacienda de Chinameca el 10 de abril de 1919: «…el clarín tocó tres veces llamada de honor, y al apagarse la última nota, al llegar el general en jefe al dintel de la puerta, de la manera más alevosa, más cobarde, más villana, a quemarropa, sin dar tiempo de empuñar las pistolas, los soldados que presentaban armas descargaron dos veces sus fusiles y nuestro inolvidable general Zapata cayó para no levantarse más…» Parte Oficial sobre la muerte de Zapata.
«Con los años, mientras la figura de Emiliano Zapata crece y se populariza, se trata de distorsionar y minimizar su significado real, restándole el enorme contenido que tiene, y olvidando las tareas que nos heredó a las futuras generaciones. Pero los mexicanos de hoy estamos rescatando y valorando la herencia que nos dejó, y que hoy necesitamos más que nunca. ¿…y Tú qué has hecho por defender las conquistas por las que Emiliano Zapata dio la vida ? … ¡Adelante … hay mucho que hacer … y lo haremos!