Cada nación debe ser capaz de producir sus propios alimentos sin depender del extranjero, o de vecinos que históricamente han sido abusivos. México debe ser capaz de alimentar a sus casi 130 millones de habitantes. Para lograr la soberanía nacional, es indispensable la Soberanía Alimentaria que es estratégica y prioritaria. Es un derecho humano irrenunciable y cuestión de seguridad nacional. Además de que puede ser imprescindible para la descontaminación del ambiente. Para lograr la plena soberanía alimentaria es necesaria la renovación de la ley agraria y de leyes de patentes (que a veces coartan la producción agrícola tradicional para beneficiar a corporaciones), así como la aprobación de la nueva ley general de agua que revierta la privatización mediante concesiones del preciado líquido.
En 2023, México importó 19.7 millones de toneladas de maíz amarillo, principalmente de Estados Unidos, superando el año 2022 por 2 millones de toneladas, según información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. Esto representa un incremento del 13.9% en comparación con el año 2021. En valor, las importaciones de maíz alcanzaron 5,366 millones de dólares. Para el año 2024, se prevé que las importaciones alcancen 22 millones de toneladas debido a la sequía y a la menor producción en estados como Sinaloa, Sonora y Tamaulipas. A este ritmo se puede desplazar a China como el mayor comprador mundial del grano.
Actualmente existe un panel de solución de controversias entre los gobiernos de México y Estados Unidos sobre las importaciones de maíz transgénico al mercado mexicano. El fallo final se espera para mediados de marzo de 2024. El 85 por ciento del maíz transgénico que se produce en Estados Unidos es tolerante al glifosato, plaguicida que es rociado sobre los maíces transgénicos que lo toleran, penetra en las plantas y llega a los granos, contaminando después a nuestras tortillas y otros alimentos hechos con maíz.
Además, México es un país que depende de importaciones para garantizar el abasto de carne de cerdo, de pollo, trigo, leche en polvo o fórmulas, cereales, soya, pescado, semillas, frutos oleaginosos y frutos diversos, a pesar de ser un país con alto potencial agropecuario. Pero resulta que de los alimentos que consumimos, alrededor del 50%provienen del extranjero. El valor de las importaciones alcanzó este año 39,454 millones de dólares, 2.4% mayor al comparado en igual periodo de 2022.
Para lograr la soberanía alimentaria se debe respaldar la producción nacional, dejar de depender del exterior y ser sustentables. Tenemos todas las potencialidades, México tiene cerca de 200 millones de hectáreas, de las cuales 88.4 millones son de uso y vocación agropecuaria; la frontera agrícola que era hace cuarenta años de 36 millones de hectáreas se ha reducido a 24.6 millones, se siembran sólo 20 millones y se irrigan tan sólo 6 millones, de las cuales se estima que 1.5 millones de hectáreas, tienen un grado de tecnificación en el riego. Los megaproyectos inmobiliarios han ido ganando terreno al sector agropecuario. Es claro que además de que la frontera agrícola se puede ampliar, es preciso sembrar todo el terreno propicio para el cultivo y aumentar sustancialmente las zonas de irrigación. Usar modernas tecnologías de cosecha de agua de lluvia para aumentar el abasto del precioso líquido y combatir el acaparamiento del agua por grandes cerveceros, lecheros, refresqueros, mineros, inmobiliarias en detrimento del productor.
En México pudieran trabajar 96 millones de personas, quienes tienen o buscan trabajo son 60 millones y en el campo laboran tan sólo 5.5 millones. De modo que hay millones de personas que pudiesen trabajar en la agricultura rural, semiurbana y urbana si se organiza la sociedad con tal propósito. Teniendo terrenos de cultivo y buenas condiciones para gran diversidad de siembras, es inaceptable que existan tantos millones de desempleados o empleados en actividades totalmente improductivas y hasta nocivas.
Hay muchas áreas de oportunidad, se pueden sembrar alimentos en el ámbito familiar, comunitario, local, regional y nacional. Agricultura urbana. Fomentar huertos colectivos urbanos de acuerdo con climas, agua, regiones. Producir composta y lombricomposta a nivel comunitario. Impulsar a nivel local, los cultivos organopónicos.
México es uno de los países del mundo con mayor variedad de climas. Además, cuenta con gran diversidad de flora y fauna. Es importante desarrollar la vocación agrícola de regiones y microrregiones. Trazar políticas federales, estatales y locales que vigilen el desarrollo y organización de la producción de alimentos. También es preciso evitar la deforestación por la ganadería e implantar formas de cultivo sin deforestación. Además, hacen falta estrategias para prevenir zonas de siembra de drogas.
Los trabajadores que buscan laborar en el país vecino del norte deben tener la posibilidad de ganarse la vida en su propio país y no tener que dejar su tierra y a sus familias. Para evitar la migración no hay mejor forma que apoyar al campo.
Pensemos que es posible triplicar el número de trabajadores agrícolas en el país. Recuperar nuestra tradición agraria. Millones de mexicanos pueden participar en labores agrícolas en zonas rurales, semiurbanas y urbanas. Mejorar las condiciones de jornaleros y peones. Suspender los contratos temporales al extranjero.
La producción agropecuaria debe, en primer lugar,satisfacer las necesidades de nuestra población, pues se le ha dado prioridad a la producción de cerveza, aguacate, tequila, mezcal, jitomate, pimiento y frutos rojos, dejando en segundo plano productos básicos para las familias.
La pandemia y las necesidades actuales han mostrado claramente que hay que acercar la producción y el consumo. Es preciso desarrollar variedades locales de semillas. Tener cuidado de desarrollar el policultivo para enriquecer la tierra. Y que en todos lados recuperemos tierra cultivable y tierra que se puede cultivar. Evitar el abandono de tierras cultivables es tarea de todos y en todos lados.
Desde luego que es muy positivo prohibir las semillas transgénicas que acaban con variedad de semillas milenarias y es necesario impedirlo. Hay que expulsar a corporaciones como Monsanto que son un cáncer para el sector agropecuario. Debemos decir: No a fertilizantes, plaguicidas y pesticidas agroindustriales de origen químico. Cada comunidad debe producir sus abonos naturales. Es posible impulsar el desarrollo agrícola sin emplear insumos industriales y utilizar abonos orgánicos procesados localmente.
Debemos pasar a desarrollar al máximo la producción orgánica en México en todos los alimentos básicos necesarios. Prohibir o poner altos aranceles a la importación de todos los alimentos que se pueden producir aquí, porque es posible producir todos los alimentos básicos para impulsar la producción nacional y el desarrollo propio. Solo importar alimentos de forma extraordinaria. Para apoyo al campo en todos los países desarrollados se subsidia la producción de alimentos, no solo para apoyar al campesino sino también a la economía nacional y a la posibilidad de enfrentar con éxito las crisis económicas y sociales. Para lo cual es necesario establecer precios de garantía en la más amplia gama de productos alimentarios.
Para un cambio profundo y una transformación de lo que el mexicano consume. La educación para la alimentación sana debe comenzar desde los más pequeños niños y niñas. Tener control sobre la publicidad, para generar hábitos de buena nutrición y desde luego contra la comida chatarra y el consumismo que es tan nocivo.
Se tienen que implementar talleres de nutrición a todos los niveles, en todos los lugares, en los medios y en las redes, para elevar la cultura alimentaria de toda la sociedad. Desde luego es menester etiquetar todos los productos y prohibir los que son nocivos. Alentar en todo momento los productos naturales no enlatados. Tomar todas estas medidas sin reparar en que las corporaciones se van a quejar amargamente, porque para ellas es un negocio mal alimentarnos para enfermarnos por un lado y luego vendernos medicamentos de por vida por las enfermedades crónicas que generan.
Es importante producir nuestras propias semillas desde el nivel local. Priorizar semillas autóctonas, semillas criollas. Desarrollar cultivo de plantas medicinales. Se tiene que promover que toda la población tenga acceso a las semillas y además que estas sean cultivadas, por ejemplo, recoger semillas y cuando se sale al campo dispersarlas.
Se puede impulsar la siembra de árboles frutales en todas partes para que tengamos alimentos y apoyar a los productores locales a procesar sus excedentes de fruta, para que no se pudra y pueda consumirse y comercializarse como mermeladas.
Para que toda la producción tenga salida es esencial el apoyo a la comercialización, facilitar transporte accesible y barato para que los productos tengan salida, conectar al productor con colonias, barrios, unidades habitacionales.
Falta promover la costumbre de comprar directamente a los productores evitando intermediarios que encarecen y maltratan el producto. Desalentar el uso de empaques de plástico, conservadores y químicos para que productos muy viejos tarden meses en llegar a la mesa, en vez de consumir comida fresca y natural recién producida en un lugar cercano.
En todo el país debemos impulsar apoyos técnicos. Que el Estado financie la investigación, nuevas tecnologías y la divulgación de los conocimientos. Dar auge a los ingenieros agrónomos. Desarrollar la aerotecnia a todos los niveles educativos, en centros de investigación y experimentación.
Alentar la costumbre generalizada de que los estudiantes produzcan en las escuelas: desde estancias infantiles y los primeros grados, hasta la educación superior. Además de cosechar el agua de lluvia en escuelas, instituciones, unidades habitacionales para que se cuente con lo necesario para la irrigación, impulsando la agroecología sostenible.
Fomentar la producción de hongos, insectos, espirulina, maguey, nopal, maíz. De alimentos nutritivos y naturales. Para lo que necesitamos desarrollar la agricultura orgánica. Impulsar el alimento sano, orgánico, usar plantas plaguicidas, sin pesticidas. ni fertilizantes químicos, para desarrollar una agricultura ecológica. Con manejo ecológico de los suelos y de las plagas.
De manera decisiva, urge impedir la comercialización de productos nocivos que dañan la salud. Que se venden por los químicos y saborizantes que contienen y no por su calidad. Que usan trucos publicitarios, propaganda subliminal y anuncios mentirosos para crear adicción entre los consumidores.
La soberanía alimentaria es la gran solución para muchos de nuestros problemas. Nos ayudará a disminuir la dependencia externa, propiciará una sociedad sana, personas capaces de desarrollarse física y mentalmente, dará empleo, mejorará el medio ambiente y los efectos del cambio climático, llevará a la disminución de transporte de largas distancias con las consecuencias que trae el uso excesivo de energéticos. Nos dará un mejor desarrollo cultural y fortalecerá nuestra identidad y autoestima.
Es una meta perfectamente alcanzable, solo hace falta voluntad política de todo un pueblo que dé la espalda a la dependencia y al consumismo, al actual sistema depredador, para asumir su soberanía y encontrar las alternativas que ya se vislumbran para una vida mejor.
Hay que romper el esquema de que la ciudad y la industria debe explotar al campo y a la agricultura, de priorizar la industria sobre la agricultura, es necesario que ambas se complementen, que sean una mancuerna indisoluble. Es necesario pararnos sobre nuestras dos piernas y apoyarnos en ambos sectores. Dejar atrás la idea de ser tan solo proveedores de materias primas y de productos de exportación o de que para industrializarnos se debe subordinar al campo. Romper la idea del divorcio campo-ciudad, porque en la época moderna se puede producir alimentos en las ciudades y también levantar instalaciones industriales en el campo. Vivimos una nueva era y hay que asumirla como tal para salir adelante con éxito. En la construcción del México del futuro la soberanía alimentaria es esencial.