Aún existen a mi alrededor algunos conocidos, ‘pasaditos’ de la edad apropiada para formar un hogar. Ellos dicen no creer en el matrimonio, que no se casan porque están convencidos que el matrimonio acaba con la magia del amor y del enamoramiento; que acabarían con la flexibilidad que tienen cada uno, para conducirse por su cuenta, y que no les gustaría estar sujetos a un patrón tradicional de convivencia familiar, ni de las tareas que implican sostener una familia; que mejor se vive así, sin ningún compromiso.
Conociendo la mentalidad liberada de estas personas, es verdad que, en algunas ocasiones, el matrimonio no solo hace que se pongan en práctica ciertos patrones tradicionales, sino que se corre el riesgo de que estos anulen el amor, y la espontaneidad que debe existir para que la relación no caiga en la monotonía.
Pero, no todo está perdido, esto siempre se puede corregir y evitar caer en el desamor y pesimismo.
El matrimonio es el campo donde batallan con más frecuencia las ideas preconcebidas y los tabúes del pasado, contra una mentalidad más amplia y un deseo de expresar libremente lo que se desea. De ahí que muchas veces, la relación afectiva entre dos enamorados se deforme al casarse.
Y, como ya lo dije, no todo está perdido. En medio de este panorama tan complejo, existen posibilidades de transformar todas esas situaciones en una relación plena y bonita.
El amor es bonito. Cuando la mujer y el hombre se buscan, es porque se gustan y se quieren. Es posible que finalmente, se unan en una relación de pareja para disfrutar a tiempo completo del amor que sienten, dejando atrás los prejuicios del matrimonio.
Es verdad que no todo es color de rosa. Siempre hay bajas y altas en una relación, lo importante es saber manejar la situación, no con el corazón sino con la cabeza.
Tampoco es difícil enamorarse, lo difícil es cuando tus sentimientos te llevan solo al deseo, y a la pasión. Hay que tener en cuenta que esos arrebatos son buenos, pero tienes que saber que, al formar una relación, desde ese momento entran en juego elementos ajenos al amor, como: apoyo, comprensión, complicidad, convivencia óptima, pero también malos entendidos, celos y discusiones, en algunas ocasiones. Pero. como ya lo dije, no todo estaría perdido en la relación si tienen suficiente comunicación el uno con el otro. Si algo molesta o no están de acuerdo, hablarlo con buena actitud de gente civilizada, no con gritos ni amenazas. Con todos estos recursos tendremos un matrimonio estable y sereno.
Ahora usted preguntará porque tantas parejas se rompen, ¿y otras no? en mi opinión, sencillamente las que se malogran, no llegaron a la suficiente madurez para soportar lo que conlleva una relación, o no hicieron nada para evitarlo. Los que sí, logran superar las barreras, es porque pensaron con la cabeza y no con el corazón.
Además, amar a alguien es abrir nuestras emociones sin encontrar límite alguno, con abnegación, generosidad y sobre todo con amor verdadero. Claro está, si la otra persona nos responde y nos demuestra que todo esfuerzo merece la pena, que todo gesto se ve reforzado por la sinceridad. Ama, da todo tu amor, pero ten en cuenta que mereces recibir lo mismo.
Hay que ser cariñoso. Abrazar, besar, acariciar y otras formas de contacto son muy importantes. Todo esto, puede liberar la oxidación en el amor, (como yo lo llamo) además, desencadena la sensación de amor por tu pareja.
Hay que dormir juntos y abrazados. Esto hace bien a los esposos que quieren mantener su matrimonio, no solo a nivel sexual.
Tomen en cuenta que es muy importante mantener la llama del amor y la pasión. Para que esto suceda, tienes que constantemente reanimar, reforzar y avivar la relación.
Por último, les diré, que el matrimonio no es una tumba donde se sepulta el amor, al contrario, se debe realizar con inteligencia, y capacidad. No teman al matrimonio, solo hay que saberlo mantener con buena aptitud, decisión y con mucho amor.