Si tu relación se está debilitando: nútrela. Existen tácticas más infalibles para rescatar el amor.
En un salón, mientras me estaban haciendo mi corte de pelo, escuche una conversación entre dos mujeres, una de ella le dijo a la otra: “No sé qué me pasa, estoy creyendo que ya no hay atracción entre mi esposo y yo. Tenemos tantos años de casados, y me doy cuenta de que ya no es lo mismo de antes”.
Si algunas de ustedes se encuentran en esta situación, ¿se han preguntado alguna vez si hay ilusión entre usted y su pareja para continuar juntos? ¿Alimenta su relación amorosa? ¿Se ocupa de mantenerla fresca, renovada y saludable? ¿O que no tiene ni idea de cómo hacerlo? Bueno yo aconsejaría, sobre todo, en el asunto del amor, hay que proporcionarle cuidados especiales. Y básicamente la palabra clave es: “alimentarlo”. De no hacerlo, corre el riesgo de que se acabe.
Enamorarse es una cosa; mantener el amor, es otra. Sí, porque lo más difícil en una relación es conservar vivo ese sentimiento que comenzó con una atracción física y que fue creciendo a medida que ambos se conocían y se compenetran. Sin embargo, la relación amorosa debe enfrentar ciertos obstáculos y pasar por miles de situaciones y pruebas: el paso del tiempo, la convivencia, los problemas que a diario se presentan. En fin, que las relaciones matrimoniales no son tan perfectas, ni tan sencillas como aparecen en los cuentos de hadas o en las novelas rosa.
Mantener vivo el amor, impedir que se debilite es todo un arte que se debe aprender. Y si eso es tan importante, ¿qué se debe hacer para conservarlo como el primer día? La respuesta sólo puede ser una: cuidarlo, nutrirlo y darle las inyecciones que necesita.
Tengo dos claves del éxito: saber elegir al hombre adecuado, y tener habilidad para mantener viva “la llama del amor”. Aunque como ya lo he dicho varias veces, nada es fácil, siempre hay sus problemitas y sobre todo desacuerdos, pero siempre hay que hacer su luchita si quieres conservar tu matrimonio.
Aprende a perdonar. No guarde rencores eternos, aunque te duelan… si entre los dos hubo algo que en realidad dañó la relación, que acabó con el respeto, y terminó por destruir el amor… sí, hay que terminar. Pero, si fue una cosa trivial, y pasajera, sin grandes consecuencias, lo mejor es dejarlo pasar. Equivocarse es de humanos; perdonar es de sabios.
Si eres de las que acostumbran a recordar aquello que él te hizo, estarás envenenando tu amor. Pon en una balanza las cosas buenas de tu marido, y esas que tú crees terribles; entonces valóralas y saca tu conclusión. Otra buena táctica es ponerse en su lugar… ¿Qué harías tú? ¿Te hubiera gustado que él fuera tan duro contigo por tus errores? Hay que admitir las faltas y pensarlo mejor.
Muchas mujeres confundimos la relación con un campo de batalla, en el que es necesario ganar a toda costa, esto es un error muy grande.
Tomar juntos las decisiones importantes. Por supuesto, no todas tus decisiones lo afectan a él, pero si hay muchas en las que su opinión debe contar. Tampoco trates de ocupar todo su tiempo. La mujer “acaparadora” es un ejemplar muy común: es la que quiere estar todo el tiempo con él, hacerlo todo juntos. Atar a nuestra pareja es perjudicial. Cada miembro de la pareja precisa tener momentos a solas, con sus amigos, o simplemente instantes en los cuales pueda hacer lo que desea.
Nunca le pidas lo imposible. Ejemplo: en alguna fiesta, “no quiero que bailes con aquella o con esa otra” o “Júrame que no miraras a otra mujer.” Además de su dificultad de cumplir con tus peticiones, y si exiges, tendrás problemas. Recuerda, pedir calmadamente no con imposiciones.
Por último: la mejor medicina y, como siempre lo repito, es la “Comunicación”. Solo esta es capaz de hacer milagros. Compartir los intereses, alegrías, tristezas, preocupaciones y metas, a través del diálogo, lograran la verdadera unión … ¡Y el amor será eterno!