Cada 8 de marzo recordamos las condiciones desiguales que tenemos las mujeres en todo el mundo. Diferencias sensibles en la posibilidad de ejercer plenamente nuestros derechos de participación en los ámbitos políticos, laborales, económicos, educativos y sociales. Situaciones que se repiten por la manera en que se conceptualizan los roles de género en los que se cree que la mujer no puede o no debe participar por ser considerada frágil o disminuida en lo intelectual o físicamente.
La calidad de vida de las mujeres está acotada a factores estructurales y a prejuicios y actitudes discriminatorias.
Por eso marchamos.
Sin duda lo que más nos duele es la violencia de género y la impunidad asociada. En los últimos años la violencia contra las mujeres en México ha ido en aumento y aunque hay mayor conciencia social en el tema, hay insuficiencia de programas de prevención y apoyo.
Por eso marchamos.
En el 2022 se registró un máximo histórico de violencia contra las mujeres según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). En ese año, 122 mil mujeres fueron víctimas de algún delito y 2 mil 831 fueron asesinadas; hubo 968 feminicidios; casi 22 mil violaciones; 497 fueron víctimas de trata, 120 secuestradas y 259 mil hicieron llamadas al 911 pidiendo ayuda. Y las cifras seguramente son significativamente mayores ya que no todos los casos de violencia sexual se denuncian por temor a las consecuencias.
Por eso marchamos.
Cada día mueren 11 mujeres en México. Más del 86 por ciento del territorio nacional está bajo alerta por violencia feminicida y desaparición de mujeres. El 95 por ciento de los casos no se resuelve.
Hay casos que conmocionan. Por ejemplo, el de las mujeres que han sido atacadas con ácido. O las niñas envenenadas en Irán en más de 50 escuelas a fin de alejarlas de las aulas. O las más de 900 mujeres desaparecidas en Nuevo León. O los casos como Debanhi Escobar que fue encontrada muerta después de 10 días de desaparecida; o Liliana Lozada, Cecilia Monzon, Brenda la niña de 4 años abusada sexualmente por tres sujetos, o Ariadna Fernanda, Ingrid Escamilla o Yatziri quien señaló “no me curen, me quiero morir”. Lamentablemente, la lista es extensa.
Y los factores de discriminación aumentan si se es indígena, homosexual o madres en edad temprana.
“Al ritmo actual, ONU mujeres prevé que se necesitarán 300 años para la igualdad entre hombres y mujeres”, expresó Antonio Guterres, secretario general de la ONU. De los 3 mil millones de personas que todavía no están conectadas a Internet, la mayoría son mujeres y niñas en los países en desarrollo.
Por eso marchamos.
El informe 2019-2020 del Georgetown Institute for Women, Peace and Security, en el que se estudian las condiciones para las mujeres en temas de bienestar, inclusión económica, social y política, justicia, seguridad y empoderamiento, ubica a México en la posición 103 de 167 países analizados. Nuestra calificación responde a los feminicidios, inclusión financiera y acceso a la justicia.
Cada 8 de marzo, fecha establecida por la ONU en 1975, reflexionamos sobre los progresos y pendientes en lucha de las mujeres por tener equidad. Se recuerda también a las mujeres que han logrado un papel clave en sus comunidades para hacer conciencia y motivar a la acción para contar con mejores condiciones de participación social y sobre todo, a una vida libre de violencia.
Cada 8 de marzo recordamos a la compositora mexicana Vivir Quintana, autora de “Canción sin miedo”, que se ha convertido en un himno del feminismo. Algunos fragmentos de esta:
“Que tiemble el Estado, los cielos, las calles. Que tiemblen los jueces y los judiciales. Hoy a las mujeres nos quitan la calma. Nos sembraron miedo, nos crecieron alas. A cada minuto, de cada semana. Nos roban amigas, nos matan hermanas. Destrozan sus cuerpos, los desaparecen. No olvide sus nombres, por favor, señor presidente…Cantamos sin miedo, pedimos justicia. Gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas!. Que caiga con fuerza el feminicida…Si tocan a una, respondemos todas. Soy la madre que ahora llora por sus muertas…Y retiemblen sus centros la tierra, al sororo rugir del amor”
Por eso marchamos.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com