En este convulsionado ambiente que estamos viviendo con las precampañas presidenciales, la crisis de agua, la violencia que no para, los otros datos de las mañaneras y los libros de texto, entre muchos otros temas, y antes de que termine el mes, recordemos que agosto está dedicado a las personas adultas mayores. Este 28 se celebró el Día de los abuelos y abuelas mexicanas.
Según la forma en que se vea, la vejez puede ser algo muy triste o el momento “ideal” para culminar la trascendencia o, para otros, redimirse de culpas del pasado.
Cada vez más personas están tomando la decisión de retirarse pasando los 70 y también hay cada vez más posibilidades en los empleadores y universidades de aprovechar su experiencia. Se tiene el ánimo para ejercer la “cuarta vocación”, la que se define al pasar los 60 (la primera fue la que definimos en la niñez, luego la de la adolescencia-estudio y posteriormente la del trabajo-sustento).
Hay suficientes ejemplos de adultos mayores que siguen activos laboralmente hablando. Tenemos políticos, artistas, empresarios y otros profesionales quienes seguramente, aún y con achaques, siguen trabajando con entusiasmo. Hasta parece que se resisten a dejar la actividad en esta fase que algunos llaman “encore” por asociarse al significado de dar “un poco más”.
Sin embargo, depende de las condiciones físicas, económicas y emocionales que se tengan al llegar a esta edad y desde luego, que se desee y se pueda dar “ese poco más”. También está el cansancio y el deseo de disfrutar el tiempo libre.
El deterioro físico y mental de la persona con el paso de los años es inevitable y es más difícil vivirlo cuando se tiene o se siente el desamparo, el desamor, la indiferencia de los seres queridos y el rechazo de la sociedad. No todos llegan a la vejez en condiciones óptimas.
Qué cierto es el refrán “como te ves me vi, como me ves te verás” (si es que llegas a mi edad). Parece trillado, pero entre más saludable sea la alimentación y estilo de vida, más probabilidades de tener menos complicaciones después. La calidad de vida en la edad adulta depende del cuidado físico, emocional y financiero que se tenga cuando eres joven. Los excesos de alcohol, sedentarismo y alimentación siempre cobran factura a veces más temprano de lo esperado. De igual manera, el ahorrar o contar con algún fondo de previsión financiera dará tranquilidad futura. Y no se diga de la necesidad de contar con seguridad social, imposible vivir sin supervisión médica. Lamentablemente la desigualdad social en México no ofrece a todos la oportunidad de un buen “encore”. Muchos deben trabajar para subsistir.
Aunque se han tenido avances significativos en este tema, hay todavía temas pendientes en política social. Algunos de ellos son seguir trabajando en la inclusión, asegurar el respeto a sus derechos humanos, contar con condiciones para tener calidad de vida desde etapas tempranas, certificar casas de reposo, ofrecer capacitación para los cuidadores y tener un fondo de ahorro para vivir con dignidad.
En la familia también hay temas sensibles de atender. Los hijos deben respetar las decisiones de los padres y evitar imponer estilos o formas de vida que limiten la independencia y autonomía de estos. Ciertamente, hay que estar atentos a lo que pueda poner en riesgo su integridad física o emocional, pero no violentarlos en sus deseos y situaciones frágiles que a veces, están llenas de angustia al saberse cercanos a la muerte.
Queda mucho por hacer. Lo cierto es que nuestros adultos mayores merecen mucho amor, respeto y paz.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com