La construcción de una agenda de paz nacional es la finalidad de los 47 foros que se están realizando en todo país con la participación de universidades, comunidad, organizaciones sociales y jesuitas por la paz. Dicha agenda forma parte de una realidad dominada por la violencia y el delito, y que fragmenta la sociedad, la familia y la dignidad del ser humano.
En el foro realizado en Monterrey, Gaby de la Paz, docente del TEC, describió como “violencia barbárica” el entorno que se vive en la actualidad; a la vez, expresó que, si se piensa en la paz, ya se dio el primer paso para alcanzar la estabilidad y la coexistencia segura.
En el diagnóstico dominado por esta violencia que provocan los grupos criminales del narcotráfico el padre Jorge Atilano, director del Centro de Investigación y Acción Social Jesuitas por la Paz, identificó tres causas: el debilitamiento en la institucionalidad, en el vínculo social, y en el sentido comunitario.
Esto provoca, entre otros aspectos, marginación, impunidad, corrupción, polarización, pérdida del sentido comunitario, ruptura de valores éticos y la fragmentación de la familia que además de favorecer la cultura punitiva, ponen en riesgo la democracia.
Tener justicia y seguridad son dos condiciones para la paz, y de acuerdo con J. Ortega y Gasset que decía “yo soy yo y mi circunstancia”, el entorno es fundamental para lograrla. Cuando el entorno es conflictivo es más factible que surja el delito.
La seguridad ciudadana, si bien es multifacética y compleja, se entiende como un proceso para fortalecer el orden civil y poder coexistir de manera segura y pacífica. Incorpora elementos personales, políticos y contextuales para salvaguardar los derechos humanos y la integridad personal. En la justicia, es imprescindible el estado de derecho y un sistema de justicia asequible, eficaz y que genere confianza.
Ante la injusticia se busca venganza o ante la inseguridad la gente se esconde.
Pero hay esperanza en la apuesta en la educación para la paz, en el rescate de la familia, en el trabajo ciudadano en alianza con otras organizaciones y en la intervención planeada en polígonos vulnerables.
A veces se requiere una visión más local que global para atender las necesidades propias de la comunidad. La metodología de “el buen vivir”, en la que se basa la filosofía jesuita para la reconstrucción del tejido social, será más efectiva con un enfoque territorial para que los pobladores interioricen valores, prácticas y acuerdos de relevancia para la vida armónica.
Los municipios a veces son los más olvidados por pensar en soluciones de aplicación estatal o nacional y se deja en el olvido a las comunidades pequeñas en las que puede ser más fácil intervenir para solucionar heridas sociales.
El Foro por la Paz fue organizado por la Universidad de Monterrey, la Universidad Regiomontana, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Iberoamericana y las organizaciones TELAR y Jesuitas por La Paz.
Entre las conclusiones se destacó la necesidad de una nueva visión social a partir de la justicia y valores. Así mismo, no normalizar las injusticias ni la violencia.
Para construir una agenda de paz se debe trabajar en dos vías. La primera es promover la empatía y la solidaridad en la comunidad, y la segunda en fortalecer entornos protectores e ir más allá del concepto, es decir, realizar acciones inclusivas con enfoque de género y que el reconocimiento social no sea por el delito.
Se recordó al Papa Francisco en su concepto de “organizar la esperanza” que refiere a la intervención en las comunidades vulnerables mediante el diálogo y la restauración de valores.
La sociedad está urgida de este tipo de reflexiones que generen no solamente esperanza sino una forma de ser más positiva. Enhorabuena por este tipo de eventos.
Recordar la independencia de México es reforzar la convicción por la paz como condición de bienestar general.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com