Estamos de la fregada en seguridad, salud, educación, y otros indicadores relacionados con el bienestar, pero aun así, los mexicanos decimos ser felices y mantenemos el buen ánimo.
Según el Informe Mundial de la Felicidad 2024 que realizan Gallup, el Oxford Wellbeing Research Centre, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU y el Consejo Editorial del Informe Mundial de la Felicidad (WHR por sus siglas en inglés), México ocupa el puesto 25 entre los países más felices del mundo, y es el más feliz de Latinoamérica. En el 2023 estábamos en el lugar 36 y en el 2022 en el 46.
La encuesta de BRAIN en colaboración con Gallup de 2023, señala que el 47 por ciento de los mexicanos se considera feliz; el 22 por ciento muy feliz; el 4 por ciento infeliz y el 26 por ciento no se ubicó en ninguna de las categorías.
En el reporte del Módulo Básico de Bienestar Autorreportado (BIARE Básico) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el estado de ánimo promedio de los mexicanos adultos obtuvo una calificación de 6.6 en una escala de -10 a 10; es el más alto desde que se inició su medición en 2013.
En el rubro de satisfacción con la vida, el 48 por ciento lo calificó con 9 y 10 y solo el 7 por ciento lo evaluaron como insatisfecha. Los mexicanos se sienten afortunados, libres para decidir, con un propósito o meta, así como fortalecidos en torno a las dificultades según los resultados de esta encuesta.
¿Cómo explicar que el pueblo mexicano se sienta feliz cuando el entorno no solo no es satisfactorio sino preocupante? ¿Su fuerza está en el interior? ¿En su ADN?
Octavio Paz señaló: “Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados”.
La resignación como capacidad de aceptar las adversidades y hacer poco para solucionarlas o dejar que otros lo hagan confiando en su buena voluntad. Acostumbrarse a vivir en un entorno poco favorecido que no se percibe como malo. La resignación como desesperanza y la desesperanza como dice Tamara Trottner, “engulle las fuerzas”.
Ciertamente, la calidad de las relaciones personales y familiares es determinante para el sentimiento de felicidad, así mismo, siguiendo con Paz, nuestra naturaleza a la fiesta y al festejo que nos da momentos únicos e inolvidables. Lo crítico está en no participar en el cambio cuando las condiciones de vida no son las deseables. ¿O será que no queremos aceptar que tenemos lo que decidimos tener?
“Desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las derrotas, concepción que no carece de grandeza. Y si no todos somos estoicos e impasibles —como Juárez y Cuauhtémoc— al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de la victoria nos conmueve la entereza ante la adversidad”, expresó Paz.
Y este sentimiento de felicidad y resignación se refleja en nuestro lenguaje coloquial. “Trabajo mucho, gano poco pero no me quejo”, “por lo menos tengo trabajo”, “no soy rico, pero ay la llevo”, “pero de hambre no me muero”, “prefiero ser pobre pero feliz”, “estoy bien pero no le hace”, “de alguna manera (aunque sea pobre) nos la arreglamos”.
Entonces, estamos felizmente resignados.
La felicidad y el bienestar son aspiraciones universales de los seres humanos y la ONU lo reconoce, tan es así, que decretó que el 20 de marzo se celebre el Día Internacional de la Felicidad. Este organismo destaca la necesidad de su inclusión en las políticas de gobierno y que el crecimiento económico tenga un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. Es una perspectiva de defensa de los derechos humanos, la paz y el orden social.
Y ahora AMLO también está feliz; ahora no tiene otros datos, estos le gustan “…sostengo que el pueblo está feliz, feliz, feliz y me voy a apoyar en una encuesta que hizo el INEGI recientemente, en donde la gente manifestó que está feliz, que está contenta; esa es mi fuente, lo voy a hacer por escrito, pero adelanto que esa es mi fuente”. El presidente cree que los mexicanos son felices por su 4T.
La democracia exige participar en la solución de los problemas y los mexicanos debemos participar el próximo 2 de junio en las elecciones. Como señala Moisés Naím “la democracia lleva incorporada una respuesta para los frustrados: si no nos gustan los que están en el poder, ¡votemos a otros!”.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com