Como mencioné en un artículo anterior, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, nos legó la siguiente afirmación: «la civilización nació cuando el primer humano insultó al enemigo, en vez de lanzarle una piedra». Esta frase ilustra de manera inquietante el contexto actual, caracterizado por la creciente tensión entre diversos líderes políticos, tanto dentro como fuera de Latinoamérica.
Los enfrentamientos entre presidentes, tanto a nivel regional como internacional, plantean, entre otras interrogantes, si estamos retrocediendo a formas primitivas para resolver las diferencias, donde el diálogo y la razón son sacrificados en aras de la confrontación personal y la discordia. Es como si nos encamináramos hacia un escenario donde el lanzamiento de piedras sustituye a la discusión y al intercambio de ideas. Temas relevantes como el desarrollo económico, la erradicación de la pobreza y marginalidad, la gestión de la migración, la inserción en los mercados globales y la lucha contra la creciente influencia de grupos criminales en la sociedad están pasando a un segundo plano, donde las agresiones personales están ganando terreno en las relaciones entre países.
Esto forma parte de lo que se ha llamado «cualquierismo en política». Cualquiera vale para cualquier cargo en la administración pública, por más inepto que sea. Es una enfermedad muy común en estos días en América Latina en general y en algunos países en particular, tales como Argentina, Venezuela, México, Perú, Ecuador y Colombia. En otras palabras, el folklore político ha establecido su presencia en las distintas sedes de gobierno en muchos países del mundo.
Todo esto es relevante en el caso de la actuación internacional del presidente de Argentina, Javier Milei, quien ha convertido el relacionamiento externo de su país en crisis diplomáticas debido a sus provocaciones verbales. Los estridentes comentarios y provocaciones de Milei contra algunos gobernantes de Latinoamérica, así como de otras latitudes, han roto 200 años de relaciones pacíficas y amistosas entre Argentina y varios países del mundo, como es el caso reciente de España, cuyas relaciones bilaterales se encuentran viviendo uno de sus momentos de mayor tensión de los últimos años.
Cinco elementos han contribuido al deterioro de las relaciones entre Argentina y España; a saber:
1.- El tema ideológico como marco fundamental del comportamiento del presidente Milei, sumado a la inestabilidad de su personalidad.
2.- El malestar que le produjo al Sr. Milei que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, por un lado, hiciera campaña en favor del excandidato peronista a la elección presidencial, a través de un video que fue transmitido en Argentina momentos antes de que se realizara la elección, y por otro lado, que no lo felicitara por haber ganado la elección que lo llevó a ser presidente de la República Argentina.
3.- El exabrupto cometido por un miembro del gabinete del señor Pedro Sánchez cuando sugirió, en un acto público, que el presidente argentino, Javier Milei, había consumido drogas. La respuesta oficial de la Casa Rosada apuntó directamente contra el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez: “El gobierno de Pedro Sánchez tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que recaen sobre su esposa. Por el bien del Reino de España, esperamos que la justicia actúe con celeridad para esclarecer semejante escándalo de corrupción que afecta directamente la estabilidad de su nación y, por consiguiente, las relaciones con nuestro país”.
La más reciente visita, no oficial, del presidente argentino a Madrid para asistir a una conferencia de ultraderechistas convocada por el partido español VOX, en esta reunión criticó al presidente del gobierno español y a su esposa, a quien tachó de “corrupta”, en su intervención en ese acto político. Estas declaraciones fueron repudiadas por el Gobierno español, por los empresarios españoles con los que se había reunido un día antes y también por la oposición argentina, donde muchos ven un choque diplomático que pone en riesgo la relación de dos países, mientras él ve un problema personal.
Es importante destacar que, a diferencia de sus predecesores, Milei viajó a España como presidente y no visitó a Sánchez ni al rey Felipe VI, con quien había tenido una reunión cordial en Buenos Aires en diciembre, cuando asistió a su ceremonia de asunción. El objetivo inicial del viaje fue apoyar el lanzamiento de la campaña de Vox a las elecciones europeas.
Los cualquieristas de la política han puesto a prueba la convivencia, no solo en el espacio latinoamericano, sino también con otras regiones del mundo. Con un comportamiento que oscila entre lo errático y la provocación planificada, dificultan la posibilidad de encontrar consensos en temas políticos, económicos y sociales centrales. Analistas políticos argentinos sostienen que los actos de Milei se asemejan más a los del jefe de una facción que a los de un presidente, y se conducen como parte de una internacional de facciones para apoyar a un partido político, como el caso de VOX en España.
No obstante, todo parece indicar que a ambos gobiernos les conviene esta situación porque distrae a sus respectivas sociedades. A Milei, porque la economía argentina está estancada y no ha arrancado como lo prometió. A lo que habría que agregarle la situación de la provincia de Misiones, al noroeste del país, donde la policía está en huelga debido a los bajos salarios, protesta a la que se ha sumado el gremio docente. A Sánchez, porque muy pronto España tendrá las elecciones al Parlamento Europeo, en las que el PSOE se enfrenta, sobre todo, al Partido Popular, que tiene grandes posibilidades de ganar esas elecciones.
En este sentido, el analista político Andrés Malamud, doctor en Ciencias Políticas e investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, señala: “Por eso, ¿qué mejor que polarizar con el que va a salir tercero como Vox, a través del representante de Vox en Argentina, que es Milei?”. “Esto es win-win: los dos presidentes se favorecen mientras, en principio, los países no se perjudican.
“A Sánchez no le importa el presidente de Argentina, le importa que Vox sea su principal rival en España porque, de esta manera, le quita electorado al Partido Popular, que es su verdadero rival.”
Resulta extraño que, en el actual escenario político mundial, donde se necesitan más aliados que enemigos, los presidentes vayan por el mundo con este tipo de actitud contra otros mandatarios, que también representan la unidad de otros estados y pueblos de otros países.