Para las elecciones presidenciales en Estados Unidos todavía faltan casi seis meses. Sin embargo, las últimas encuestas deben estar causándole intensas pesadillas al presidente Joe Biden. Y no necesariamente por los números, que no son buenos, sino por lo que reflejan del momento actual y la solidez de su coalición electoral.
En los últimos sondeos, del New York Times, el Sienna College y el Filadelfia Inquierer, el expresidente Donald Trump lo aventaja en cinco de seis estados de los llamados “indecisos” y que van a definir los comicios de noviembre próximo. Un panorama grave para Biden, pues son seis estados que ganó en las elecciones de 2020 y que necesita nuevamente si quiere otros cuatro años en la Casa Blanca.
Y las diferencias no son pequeñas. En Georgia, por ejemplo, Trump se lleva el 50 por ciento de los votos frente al 41 de Biden. En Arizona la diferencia es 49 versus 43; en Nevada, 51 contra 48; en Pensilvania, 48 versus 45, y en Wisconsin, 47 contra 46. Biden solo lo aventaja en Michigan, donde obtiene el 47 por ciento frente al 46 de Trump.
Eso entre votantes potenciales, porque si mira solo a los votantes registrados -su probabilidad de participación es más alta- las diferencias son más agudas. En otras palabras, son preocupantes estadísticas para el actual mandatario pues en un sistema electoral como el estadounidense, donde no gana el que acumule más votos a nivel nacional sino el que acumule más sufragios al Colegio Electoral (que se distribuyen proporcionalmente entre los 50 estados del país), lo que pase en estos seis “indecisos” será fundamental.
Pero es el trasfondo de los sondeos lo que causa insomnio en la Casa Blanca. Tanto Biden como otros candidatos demócratas en el pasado han podido triunfar gracias a una colación de votantes que la componen los jóvenes menores de 29 años, los afros, los latinos y otras minorías en el país. Y lo que por ahora muestran las encuestas es que hay una fractura en esa coalición.
Trump y Biden, por ejemplo, están prácticamente empatados entre votantes hispanos y los jóvenes de 18 a 29 años, a pesar de que cada uno de estos grupos le dio al actual presidente más del 60 por ciento de sus votos en los comicios del 2020.
Más sorprendente aún, Trump acumula 20 por de la intención de voto entre afros, un nivel de apoyo que, si se sostiene, sería el más alto para un candidato republicano desde la promulgación de la Ley de Derechos Civiles de 1964.
Según los analistas del Times y el Sienna College, el “bajonazo” de Biden con estos grupos sería suficiente para explicar el liderazgo actual de Trump en los comicios.
Las razones tras el desinfle de la coalición son varias. Entre los votantes menores de 30 años, para citar este caso en particular, es la guerra de Israel en Gaza y el apoyo del presidente al gobierno israelí, lo que el estaría restando simpatizantes.
Algo que se ha visto exacerbado con la publicidad que reciben las protestas de estudiantes en decenas de universidades en el país.
Entre latinos y afros el tema que más preocupa es el de la economía y el alto costo de vida. Si bien la inflación ha venido cayendo, la tase de desempleo en Estados Unidos es de las más bajas de la historia (3,9 por ciento en abril) y la economía ha seguido creciendo, esos números aún no se reflejan en el día a día de los estadounidenses.
“La Casa Blanca vive diciendo que la economía está lo más bien. Pero yo estoy pagando más impuestos, más por el mercado, más por renta, más por gasolina, más por todo. Es una contradicción que me molesta”, le dijo a EL TIEMPO Carlos Ramírez, un colombiano que reside en el área de Washington.
La ironía es que ambas cosas son ciertas. A pesar de que los indicadores económicos son mejores, su efecto no es inmediato pues este tipo de tendencias se demoran meses, sino años, en cambiar de dirección.
El tema, de hecho, es la principal preocupación para al menos una cuarta parte del país (el 40 por ciento si solo se mide a los republicanos) y en un contexto en el que al menos el 50 por ciento dice que la economía va por mal camino.
Lo más complicado para Biden es que el público, en general, no cree que el actual presidente cambiaría la trayectoria el país -no solo en lo económico- y muchos entre, ellos los jóvenes, prefieren el cambio que permanecer en el estatus quo.
Los autores de las encuestas subrayan que las mediciones hechas a seis meses de las elecciones no son confiables pues todavía mucho puede pasar.
Entre ello, una resolución, así sea parcial, del conflicto en Oriente Próximo o mejores condiciones económicas que tengan impacto en el bolsillo de los estadounidenses.
Así mismo, dicen, falta ver el impacto que tendrá en la carrera el juicio que se adelante en Nueva York contra el expresidente, sobre todo si es hallado culpable.
Anotan, paralelamente, que los incrementos de Trump entre votantes jóvenes, afros y latinos, podrían ser solo una distorsión temporal que podría comenzar a cambiar a media que se acerque la hora cero.
En otras palabras, no es lo mismo decir ahora que no les gusta Biden a votar por Trump cuando llegue el momento de decidir.
En ese contexto aún es incierto qué porcentaje del electorado se inclinará por un tercer partido y cuál de los dos candidatos -Trump o Biden- se verá más afectado.
Si bien en las encuestas los candidatos alternativos se llevan más del 10 por ciento del voto -un número alto en términos históricos-, eso también podría cambiar en el transcurso de los meses que faltan para la cita electoral.
Todas incógnitas que aún están por resolverse.
Lo único cierto, por ahora, es que la radiografía que emergió de esta última ronda de sondeos no pinta bien para el actual mandatario.