Según mi punto de vista, “La felicidad está más allá de vivir el momento”. Cada persona tiene un puesto en la vida, en el mundo y en la sociedad; cada persona conoce algo y tiene un potencial; y que cada uno sabe lo que quiere. Para conseguir la felicidad, hay que tener voluntad; y buscar lo que se quiere.
Bertha es una mujer llena de paz y felicidad, después de pasar muchos años soltera con dos hijos, al fin, encontró el amor.
Les cuento: ella después de un divorcio, se dedicó a trabajar y a cuidar de sus retoños. No le interesaba tener ninguna relación, siempre creyó que una mujer después de los 50 sería imposible encontrar un hombre que cargara con ella y sus hijos. Según sus palabras, decía que una mujer divorciada, abandonada, engañada, desencantada de la vida y de los hombres, jamás volvería a casarse.
Bertha es una atractiva mujer, pero, después de un matrimonio desastroso, se resignó a vivir sin amor. Según su apreciación decía: no hay hombres que me interesen, o no hay los que estén dispuestos a una relación seria y formal.
Ella también tiene una amiga, Cecilia, quien de igual manera está divorciada y piensa lo mismo. Esta dice, la situación es difícil para nosotras las mujeres de esta edad, no hay hombres disponibles. Hay que resignarse a quedarse soltera.
En mi concepto, Bertha y Cecilia son solo la punta del iceberg. Para ellas, hallar una pareja se convirtió en una verdadera carrera de obstáculos, plagada de hombres inmaduros, infieles o temerosos del compromiso.
Yo siempre les decía no se rindan. Siempre se dejaban llevar por la negatividad de otras personas, o de la misma sociedad que repite estadísticas desalentadoras como que hay menos hombres solteros que mujeres, o que ellos las prefieren más jóvenes.
Algunas mujeres se rinden de antemano, pues creen erróneamente que ya pasó su tiempo para el romance. Yo, estoy segura, que las relaciones pueden ser mejores y más satisfactorias a una edad madura.
En estos casos, solo es cuestión de actitud. Son las mismas mujeres, como en este caso, que se sienten gordas, no muy atractivas, se creen un desastre. Sin posibilidades de atraer. Por lo mismo, siempre les aconsejaba: a las dos, que se arreglaran mejor, con un peinado favorecedor, usen ropa más adecuada, (hasta en esto se vestían como viejitas). Les decía, traten de sentirse seguras de sí mismas. Les repetía “la seguridad es el arma de atracción más potente».
Sin embargo, estas amigas pensaban que mejorar el look las ayudaba a sentirse más atractivas, pero ¿qué más podrían hacer para aumentar las probabilidades de conocer a un hombre elegible? Primeramente, ampliar su círculo social, hacerse más visibles ante sus conocidos y sus amigos. Hagan lo que no hacen. Ofrecerse de voluntaria en la iglesia, «turistear”, ir a los museos, etcétera. Así, conocerán hombres elegibles.
Francamente, se debe ampliar la mente de una vez por todas. Si rechazan a todo el que, «no es mi tipo», podrían estar negándose la oportunidad de conocer a hombres maravillosos.
Es el momento de despertar el espíritu aventurero. No sientas que de buenas a primera tienes que conquistar a ese hombre y retenerlo para toda la vida; también la desesperación mata el romance. Disfruta, diviértete, ríe, sin ponerte presión para conquistarlo. Se trata de pasarla bien y romper el hielo. Esto te da un aura de felicidad y confianza en ti mismo.
Déjate conquistar, no trates de deslumbrarlo; deja que él te deslumbre a ti (en el fondo eso es lo que los hombres prefieren: conquistar).
Aunque es importante ser real y genuina, también hay que «editarse», nada de hablar en la primera cita sobre tus problemas, ni de tus hijos. Tampoco reveles tus intimidades. No olvides que gran parte del romance, es el “misterio”.
Y, para terminar, les cuento, algunos de mis consejos le sirvieron a Bertha. En una ocasión fue a un museo, conoció a Michael, (un hombre también divorciado) entablaron amistad, se enamoraron, se casaron y son felices. Cecilia aún sigue esperando a su príncipe azul.