Las elecciones primarias presidenciales y las asambleas de los partidos políticos (conocidas como caucus) están llegando a su fin, por lo que arranca la recta final para elegir al próximo presidente de Estados Unidos. En el semestre previo al resultado de la votación, la bolsa de Wall Street suele cotizar la evolución de las encuestas de quién será el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Y en el 82% de los casos de todas las elecciones desde 1980, la bolsa ha subido en los seis meses anteriores a las elecciones presidenciales de EEUU.
El S&P 500, el índice de referencia de Wall Street, ha subido de media un 3,3% en el semestre previo a la votación ciudadana del presidente de Estados Unidos, fecha que tradicionalmente cae el primer martes tras el primer lunes de noviembre. De los últimos 11 comicios, que parten de las primeras elecciones que ganó Ronald Reagan, solo en dos ocasiones el S&P 500 dio un paso atrás, siendo el mayor de ellos desde 1980 el semestre previo a la llegada de Barack Obama al Despacho Oval (elecciones del 4 de noviembre de 2008).
La tónica general de Wall Street en los últimos 44 años ha sido la de subir. En este periodo el S&P 500 sube un 4.800% que anualizado implica casi un 9,2%. Sin embargo, fue ante la posibilidad (después certeza) de que Ronald Reagan llegara a la presidencia por primera vez cuando más avanzó este índice al superar el 23%. Ahora, el próximo presidente de Estados Unidos (que podría ser Joe Biden o Donald Trump dado que las encuestas mantienen la estimación de voto prácticamente igualada) se encontraría a Wall Street cotizando cerca de sus máximos históricos alcanzados este mismo 2024.
Sin embargo, en términos puramente estadísticos, Wall Street digiere mejor los seis meses posteriores a unos comicios que los seis anteriores. Frente al 3,3% que sube de media la bolsa en la recta final de la campaña electoral los primeros meses de un presidente de EEUU son más benévolos para el mercado de renta variable, que sube casi un 6% de media (el porcentaje de semestres alcistas es el mismo, un 82%). Y, en este caso, sería Joe Biden el que tendría el récord del periodo más alcista tras resultar elegido en los últimos 44 años.
No obstante, merece la pena recordar que la casualidad no implica causalidad. La prueba está en que las mismas elecciones en las que la bolsa cayó en los seis meses anteriores a conocer el resultado de la votación también se produjo un recorte en los seis meses posteriores. Esto pasó con George W. Bush (hijo) en los comicios que ganó en el 2000 y pasó con Barack Obama en 2008.
Es decir, malos meses para el S&P 500 tanto por un vencedor republicano como por un vencedor demócrata. Con Bush la bolsa se comportó peor en sus primeros meses de mandato mientras que en el caso de Obama el S&P 500 se comportó peor a médica que se acercó su primera victoria presidencial.
Además, en ambos casos se dio una crisis bursátil que nada tubo que ver con las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La auténtica causa del desplome de Wall Street en el 200 estuvo motivada por la burbuja de las puntocom que encontró su suelo en marzo de ese mismo año. En cambio, el año en el que Barack Obama llegó al Despacho Oval la bolsa estadounidense (y el resto del parqué mundial) tuvo que hacer frente a la crisis de Lehman Brothers que encontró su suelo en Wall Street en marzo de 2009.
También por partidos políticos existe una diferencia para la bolsa entre el antes y el después del paso de la ciudadanía por las urnas. En los casos en los que ganó un candidato republicano el periodo previo fue mejor que el posterior. Las campañas electorales en las que ganaron los republicanos la bolsa subió un 6,3% frente a las caídas del lado demócrata. Por contra, una vez con presidente en la Casa Blanca, los seis primeros meses implicaron mayores avances en Wall Street del lado demócrata (la bolsa subió de media un 7,5% con las victorias del actual partido de Joe Biden).
De todas formas, que la bolsa sube en la mayoría de los últimos casos tanto antes como después de las elecciones no quiere decir que todo Wall Street evolucione al unísono. Joe Biden se ha acercado más a las compañías tecnológicas que también están financiando su campaña. Esta misma semana el actual presidente de EEUU visitó el estado de Wisconsin donde se dejó ver en las instalaciones de Microsoft. Por contra, Trump se mostró más cómodo alrededor de magnates del petróleo y de la construcción.
Todo ello responde también a los distintos planteamientos de ambos partidos en materias como el déficit fiscal o en torno a los lazos comerciales y geopolíticos. «Los inversores harían bien en considerar la posibilidad de que los mercados de renta variable recompensen a distintos sectores en el futuro, ya que el potencial de beneficios y valoraciones se verán afectados», explicó el estratega macroeconómico de Welington management, Juhi Dhawan, quien también indica que la actual divergencia política no tiene precedentes en las posibles implicaciones para el mercado.