La peor catástrofe climática en la historia del estado de Rio Grande do Sul deja hasta el momento 90 muertos, cinco más que en la víspera, 362 heridos y 131 desaparecidos, según el último balance de Defensa Civil de Brasil.
En 397 municipios afectados, incluida Porto Alegre, capital del estado, 156.056 personas se vieron forzadas a dejar sus casas a causa de las inundaciones provocadas por desbordes de ríos tras fuertes lluvias.
Cargamentos de ayudas y donaciones provenientes de todo el país llegaban este martes a la urbe sureña, donde «la demanda más urgente es el agua», destacó en rueda de prensa Sabrina Ribas, de Defensa Civil.
«Estoy al límite. Dios me libre de quedarme sin agua», dijo a la AFP Elizabeth, una mujer de 67 años que no reveló su apellido, mientras cargaba dos baldes de 5 litros en uno de los pocos grifos disponibles en la ciudad de Alvorada, al oeste de Porto Alegre.
Solo una de las seis plantas de tratamiento de aguas está funcionando, y los hospitales y refugios son abastecidos con camiones cisterna, informó la alcaldía de la capital, donde rige un decreto de racionamiento de agua.
«No hay previsión de normalización del sistema», informó el municipio.
Las autoridades intentan garantizar, además, el abastecimiento en otras localidades gravemente impactadas.
– Ayuda de otros países
La logística de agua y víveres es incesante, con «helicópteros que van y vienen para atender especialmente a municipios colapsados, mientras se trabaja intensamente en la liberación de vías», detalló Ribas.
El presidente Luiz Inácio Lula de Silva informó que los «fondos de emergencia comenzarán a ser liberados» este martes para «los primeros socorros», en su programa transmitido por redes sociales.
Aunque todavía no se «tiene dimensión de los estragos» causados por las aguas, Lula reiteró que «no faltarán recursos para atender las necesidades de Rio Grande do Sul».
Unos 15.000 militares, bomberos, policías y voluntarios trabajan para rescatar a las víctimas en aeronaves, embarcaciones y vehículos de todo tipo.
Países como Uruguay y Argentina han aportado o puesto a disposición equipamiento para rescate y personal especializado.
Temor por más lluvias
En medio de escenas de destrucción, los pronósticos meteorológicos indican que la situación aún podría empeorar.
El Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) alertó por tempestades de «gran peligro» en el extremo sur del estado hasta el miércoles, con lluvias de más de 100 mm, vientos y posiblemente granizo.
Además, se esperan precipitaciones en el centro y norte del estado, que hacia el viernes y sábado podrían incrementarse y «perjudicar los trabajos de rescate», dijo la meteoróloga Catia Valente en la rueda de prensa de Defensa Civil.
El río Guaíba, en medio de la capital y su zona metropolitana, continuaba este martes en un nivel histórico de 5,27 metros.
Imágenes satelitales registradas el lunes y divulgadas por el sitio especializado MetSul ilustraron la dimensión de la catástrofe.
«La inundación cambió el mapa de la región metropolitana» de Porto Alegre, describió MetSul.
El cauce del río Jacuí, uno de los mayores del estado y cuyas aguas llegan hasta el Guaíba, se extendió de forma «increíble», señaló.
En tanto, los ríos Tacuarí y Caí, que registraron máximas sin precedentes, están «disminuyendo en forma continua».
Pero la bajada en el valle del Tacuarí, una de las zonas más afectadas, ha revelado el daño: casas inhabitables, calles cubiertas de barro y vehículos volcados por doquier, mostraron imágenes en medios locales.
Seguridad reforzada
En el centro de Porto Alegre hubo denuncias de robos de viviendas evacuadas.
«La secretaría de Seguridad Pública está adoptando las medidas necesarias para garantizar» la seguridad, dijo Ribas.
Hay «miedo a saqueos» y algunos moradores se niegan a trasladarse a refugios, dijo a la AFP Dionis Bellettini, policía militar del vecino estado de Santa Catarina que participaba en los rescates como voluntario el lunes.
Además, la Secretaría de Seguridad intenta frenar la difusión de noticias falsas sobre la tragedia, y dijo que responsabilizará a quienes lo hagan con «todo el rigor posible».