Joe Biden y Donald Trump son dos presidentes con asuntos pendientes y ganas de resolverlos.
Sus trayectorias y planes en materia de aborto, inmigración, impuestos, guerras en el extranjero, etc., no dejan lugar a dudas de que el hombre que elijan los votantes en noviembre tratará de configurar la vida en Estados Unidos de formas totalmente distintas al otro.
Las opciones, si el ganador se sale con la suya, están claramente definidas: o un avance de la regulación y los incentivos para frenar la crisis climática, o una marcha lenta, si no un giro de 180 grados. Mayores impuestos para los súper ricos, o lo contrario. La reafirmación del derecho al aborto, o dejarlo en manos de los estados para que lo restrinjan o permitan según decida cada uno. Otro intento de legislar sobre la seguridad fronteriza y la entrada ordenada de inmigrantes al país, o deportaciones masivas. Un compromiso para apoyar a Ucrania o abandonarla a su suerte.
El aborto
Biden:
El presidente ha pedido al Congreso que le envíe una legislación que incluya en la ley federal el derecho al aborto, que estuvo vigente durante casi 50 años antes de ser anulado por la Corte Suprema. También ha criticado las prohibiciones estatales del aborto en los estados republicanos y dice que vetará cualquier posible prohibición nacional si llega a sus manos. En ausencia de legislación, su Administración ha tomado medidas más limitadas, como propuestas que protegerían a las mujeres que viajan para obtener abortos y limitarían la forma en que las fuerzas del orden recopilan registros médicos.
Trump:
El expresidente a menudo se jacta de haber nombrado a los jueces de la Corte Suprema que revocaron el caso Roe v. Wade, y pusieron poniendo fin al derecho constitucional al aborto. Tras esquivar las preguntas sobre en qué momento del embarazo cree que debería restringirse el procedimiento, Trump anunció en abril que las decisiones sobre el acceso al procedimiento y los cortes deberían ser dejadas en manos de los estados.
Aseguró que no firmaría una prohibición nacional del aborto. Pero se ha negado a decir si intentaría limitar el acceso a la píldora abortiva mifepristona. En una entrevista reciente declaró a la revista Time que también debería dejarse en manos de los estados la decisión de acusar penalmente a las mujeres por abortar o vigilar sus embarazos.
La crisis climática y la energía
Biden:
En un segundo mandato, cabe esperar que Biden siga centrándose en la aplicación de las disposiciones sobre la crisis climática de su Ley de Reducción de la Inflación, que destinó casi 375,000 millones de dólares a incentivos financieros para autos eléctricos y proyectos de energía limpia.
Biden también está alistando a más de 20,000 jóvenes en un Cuerpo Climático nacional, un programa similar a los Cuerpos de Paz para promover la conservación mediante tareas como la climatización de viviendas y la reparación de humedales. Biden quiere triplicar el tamaño del grupo en esta década. A pesar de todo, es poco probable que Estados Unidos esté en camino de cumplir el objetivo de Biden de reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.
Trump:
Su mantra para una de sus principales prioridades: “Perfora, baby, perfora”. Trump, que en el pasado consideró el cambio climático un “engaño” y alberga un particular desdén por la energía eólica, dice que su objetivo es que Estados Unidos tenga la energía y la electricidad más baratas del mundo.
Aumentaría las perforaciones petrolíferas en tierras públicas protegidas, ofrecería exenciones fiscales a los productores de petróleo, gas y carbón, aceleraría la aprobación de gasoductos para gas natural y daría marcha atrás a los agresivos esfuerzos de la Administración Biden para que las personas compren autos eléctricos, que, según él, tienen espacio pero no deben ser impuestos a los consumidores.
También ha prometido abandonar el Acuerdo de París sobre el clima, poner fin a las subvenciones a la energía eólica y eliminar las normativas impuestas y propuestas por la Administración Biden sobre bombillos, cocinas, lavavajillas y duchas de bajo consumo.
La democracia y el estado de Derecho
Biden:
Proteger la democracia ha sido la razón de ser de la decisión de Biden de presentarse a la reelección. En un guiño simbólico a la Guerra de la Independencia, Biden pronunció su primer discurso de campaña de 2024 cerca de Valley Forge, en Pennsylvania, donde habló de la decisión de George Washington de dimitir como líder del Ejército Continental tras la conquista de la independencia estadounidense.
Durante el discurso del 5 de enero, Biden afirmó que la contienda presidencial de este año se “trata sobre todo” de si la democracia estadounidense sobrevivirá y condena regularmente la afirmación de Trump de que no perdió las elecciones de 2020.
Biden ha calificado el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 como un “día en el que casi perdemos a América, casi perdemos todo.”
Trump:
El expresidente, que famosamente se negó a aceptar su derrota ante Biden en 2020, no se ha comprometido a aceptar los resultados esta vez.
“Si la elección es honesta, aceptaré con gusto los resultados”, afirmó Trump recientemente al Milwaukee Journal Sentinel. “Si no lo es, hay que luchar por el derecho del país”. Ha dicho que indultará a los encarcelados or agredir a agentes de policía y otros delitos durante el ataque al Capitolio el 6 de enero.
Promete transformar el Departamento de Justicia y el FBI “desde los cimientos”, agraviado por los cargos penales que el departamento ha presentado contra él.
También promete desplegar la Guardia Nacional en ciudades como Chicago, que están luchando contra una ola de delincuencia violenta, y en respuesta a protestas, y también ha prometido nombrar un fiscal especial para encausar a Biden.
El Gobierno federal
Biden:
El Gobierno de Biden ya está tomando medidas para dificultar los despidos masivos de funcionarios. En abril, la Oficina de Gestión de Personal emitió una nueva norma que prohibiría que los trabajadores federales fueran reclasificados como “designados políticos” u otros “empleados a voluntad”, lo que facilita su despido. Eso fue en respuesta a la Lista F, una orden ejecutiva de Trump de 2020 que reclasificó a decenas de miles de trabajadores federales para que pudieran ser despedidos más fácilmente.
Trump:
El expresidente promete una revisión de la burocracia federal, a la que ha culpado durante mucho tiempo de obstaculizar su agenda durante su primer mandato: “Destruiré totalmente el Estado profundo”. Trump planea reeditar la orden Schedule F, que suprime las protecciones para los trabajadores públicos. A continuación, procederá a despedir a los “burócratas deshonestos”, incluidos los que “armaron nuestro sistema judicial”, y a los “belicistas y globalistas del Estado Profundo, el Pentágono, el Departamento de Estado y el complejo industrial de seguridad nacional”.
Ha prometido acabar con el Departamento de Educación y quiere recortar la independencia de organismos reguladores como la Comisión Federal de Comunicaciones.
La inmigración
Biden:
El presidente Biden sigue abogando por el proyecto de ley integral de inmigración que presentó en su primer día en la Oficina Oval, que concedería una vía de ocho años hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y una vía más rápida para los jóvenes inmigrantes que viven en el país de manera irregular y fueron traídos aquí cuando eran niños. La ley no prosperó en el Congreso.
Este año, Biden respaldó un compromiso del Senado que incluía normas de asilo más estrictas y miles de millones más de dólares federales para contratar más agentes fronterizos, jueces de inmigración y funcionarios para los casos de asilo. Ese acuerdo fracasó en el Capitolio debido a la oposición de Trump.
Biden está considerando la posibilidad de tomar medidas ejecutivas en la frontera, sobre todo si el número de cruces ilegales aumenta a finales de este año.
Trump:
El expresidente promete llevar a cabo la mayor deportación interna de la historia de Estados Unidos, una operación que podría incluir campos de detención y la Guardia Nacional. Reinstauraría políticas que puso en marcha durante su primer mandato, como el programa Permanecer en México y el Título 42, que impuso restricciones a los migrantes por motivos de salud pública. Y reviviría y ampliaría la prohibición de viajar que en un principio iba dirigida contra ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.
Tras el atentado de Hamas contra Israel del 7 de octubre, prometió un nuevo “control ideológico” de los inmigrantes para excluir a “lunáticos, odiadores, fanáticos y maníacos peligrosos”.
También intentaría deportar a las personas que están en Estados Unidos der manera legal pero albergan “simpatías yihadistas”. Intentaría poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento para las personas nacidas en Estados Unidos cuyos padres se encuentren en el país sin documentos.
Israel y Gaza
Biden:
La guerra en Gaza, mucho más que otras consideraciones de seguridad nacional, ha definido la política exterior de Biden este año, con importantes implicaciones políticas.
Biden ha ofrecido su apoyo incondicional a Israel desde que Hamas lanzó un asalto legal sorpresa contra Israel el pasado 7 de octubre. Pero a medida que aumenta el número de muertos en Gaza, Biden se enfrenta a una reacción masiva en el país.
Su Administración está trabajando para lograr un alto el fuego temporal que permita liberar a algunos rehenes en manos de Hamas, lo que también permitiría la entrada de más ayuda humanitaria en la devastada región.
Biden también aboga por una solución de dos Estados, en la que Israel coexistiría con un Estado palestino independiente.
Trump:
El expresidente ha expresado su apoyo a los esfuerzos de Israel para “destruir” a Hamas, pero también ha criticado algunas de las tácticas de Israel. Ha dicho que el país debe terminar la guerra de manera rápida y volver a la paz.
Ha pedido respuestas más agresivas a las protestas contra la guerra en Gaza en las universidades y ha aplaudido los esfuerzos de la policía para desalojar los campamentos.
Trump también propone revocar los visados de los estudiantes que tengan opiniones «antisemitas» o contra Estados Unidos.
Asuntos LGTBQ
Biden:
El presidente y los funcionarios de la Casa Blanca denuncian regularmente la discriminación y los ataques contra la comunidad LGBTQ. Poco después de asumir el cargo, Biden revocó una orden ejecutiva de Trump que había prohibido en gran medida a las personas transgénero estar en las fuerzas armadas.
El Departamento de Educación dio forma a una regla en abril que indica el Título IX de una ley de 1972 que fue aprobada para proteger los derechos de las mujeres, también prohíbe la discriminación basada en la orientación sexual o la identidad de género. La nueva norma no se pronunció sobre la cuestión de los atletas transgénero.
Trump:
El expresidente se ha comprometido a mantener a las mujeres transgénero fuera de los deportes femeninos y ha afirmado que pedirá al Congreso que apruebe un proyecto de ley que establezca que “solo dos géneros”, determinados al nacer, son reconocidos por Estados Unidos. Promete “derrotar el veneno tóxico de la ideología de género”.
Como parte de sus medidas enérgicas contra la atención de salud de la afirmación de género, declararía que cualquier proveedor de atención sanitaria que participe en la “mutilación química o física de jóvenes menores de edad” estaría violando normas federales de salud y seguridad y no recibiría dinero federal. Tomaría medidas punitivas similares en las escuelas contra cualquier profesor o funcionario escolar que “sugiera a un niño que podría estar atrapado en el cuerpo equivocado.”
Trump apoyaría una prohibición nacional de terapias hormonales o intervenciones quirúrgicas para menores transexuales, y prohibiría a los transexuales estar en las fuerzas armadas.
La OTAN y Ucrania
Biden:
El presidente ha pasado gran parte de su tiempo reconstruyendo alianzas destruidas por Trump, particularmente en la OTAN, un baluarte fundamental en el enfrentamiento a la agresión rusa.
Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Biden ha prometido apoyo incesante a Kiev y realizó una visita no anunciada allí en febrero de 2023, en una muestra de solidaridad. Su Administración y el Congreso han enviado decenas de miles de millones de dólares en ayuda militar y de otro tipo a Ucrania. El último envío de ayuda ascendió a 61,000 millones de dólares en armas, municiones y otros tipos de asistencia, que se espera que dure para todo este año.
La asistencia continua de Estados Unidos es crítica, ha indicado Biden, y asegura que el líder ruso, Vladimir Putin, no se detendrá tras la invasión de Ucrania.
Trump:
El expresidente ha discrepado en repetidas ocasiones con la ayuda estadounidense a Ucrania y dice que seguirá “reevaluando fundamentalmente” la misión y el propósito de la alianza de la OTAN si vuelve a la presidencia.
Ha afirmado, sin dar explicaciones, que podrá poner fin a la guerra antes de su toma de posesión sentando a ambas partes a la mesa de negociaciones. (Su planteamiento parece depender de que Ucrania ceda al menos parte del territorio ocupado por Rusia a cambio de un alto el fuego).
En cuanto a la OTAN, Trump lleva años atacando a los países miembros por no alcanzar los objetivos de gasto militar acordados. Trump hizo saltar las alarmas este año cuando dijo que, como presidente, había advertido a los líderes de que no sólo se negaría a defender a las naciones que no alcanzaran esos objetivos, sino que “animaría” a Rusia a “hacer lo que le diera la gana” con los países “morosos”.
Los aranceles y el comercio
Biden:
Aquí es donde Biden y sus tendencias proteccionistas –en un continuo llamamiento a los votantes de clase trabajadora– tienen algunas similitudes con Trump.
Biden ha pedido triplicar los aranceles al acero proveniente de China, una medida que protegería a los productores estadounidenses de importaciones más baratas. La tasa arancelaria actual es del 7.5% tanto para el acero como para el aluminio, pero Biden quiere que llegue a 25%.
Biden también ha dicho que se opone a la propuesta de adquisición de U.S. Steel por parte de la japonesa Nippon Steel, porque es “vital que siga siendo una empresa siderúrgica estadounidense de propiedad y administración nacional”.
Trump:
El expresidente quiere una dramática expansión de los aranceles, proponiendo un gravamen de quizás el 10% sobre casi todos los bienes extranjeros importados. Las sanciones aumentarían si los socios comerciales manipulan sus monedas o participan en otras prácticas comerciales desleales.
También instaría al Congreso a aprobar medidas que otorguen al presidente autoridad para imponer un arancel recíproco a cualquier país que imponga uno a Estados Unidos. Gran parte de su agenda comercial se ha centrado en China.
Trump ha propuesto eliminar gradualmente las importaciones chinas de productos esenciales como la electrónica, el acero y los productos farmacéuticos, y quiere prohibir que las empresas chinas posean infraestructuras estadounidenses en sectores como la energía, tecnología y tierras de cultivo. Tanto si el aumento de los aranceles procede de la Administración Biden como de la de Trump, es probable que incremente los precios para los consumidores, que ya han tenido que hacer frente a costos más elevados debido a la inflación.
Los impuestos
Biden:
En su discurso sobre el Estado de la Nación, Biden propuso elevar los impuestos corporativos al 28%, y el impuesto mínimo corporativo al 21%, por una razón de “justicia fundamental” que aportará más dinero para invertir en los estadounidenses. El interés corporativo actual es de 21% y el mínimo empresarial, aumentado en virtud de la Ley de Reducción de la Inflación, es de 15% para las empresas que ganan más de 1,000 millones de dólares al año.
Biden también quiere exigir a los multimillonarios que paguen al menos el 25% de sus ingresos en impuestos y restaurar el crédito fiscal por hijos que fue promulgado como parte de su paquete de alivio por la pandemia de COVID-19 de 2021, pero que ha expirado desde entonces.
Trump:
El expresidente ha prometido ampliar los recortes fiscales que promulgó en 2017 y que expiran a finales de 2025. Ese paquete recortó la tasa de impuestos corporativos del 35% al 21% y aproximadamente duplicó la deducción estándar y el crédito impositivo por hijos.