Ciertamente, es la pregunta que le debemos hacer a todos los líderes políticos del mundo libre. El escritor norteamericano Erich Fromm, autor de un viejo y formidable libro, que recomiendo leer: MIEDO A LA LIBERTAD, dijo en su obra que “Libertad es la facultad o capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad y la vida de los demás”.
Menciono lo anterior porque siento que en un futuro, no muy lejos, vamos a tener miedo a la libertad. Llamó la atención sobre esto debido al PARTE DE GUERRA, que estamos obligados a enterarnos, cada mañana, cuando salimos a cumplir con nuestras obligaciones laborales. Sin dejar de mencionar el antojo de cualquier autócrata gobernante, de algún país, que decide apropiarse de otro, sin anestesia ni nada, produciendo altos costos en vidas humanas.
El evento que me estimuló a escribir este artículo es lo que hace pocos días sucedió en Uvalde, Texas, donde un joven inadaptado acabó con la vida de 21 personas, 19 menores de edad y 2 maestros de la escuela, donde se cometió ese asesinato en masa. Entender esto no es fácil y aceptarlo como un hecho cotidiano, mucho menos, pero la realidad verdadera es que eso está sucediendo en la potencia política y económica del mundo.
La matanza de Uvalde es la segunda que se produce en Estados Unidos en un plazo de solo 10 días, pues el sábado 14 de mayo otro joven de 18 años mató a 10 personas en un supermercado de la localidad de Búfalo, en el Estado de Nueva York, pero en ese caso la motivación fue puramente racista, fundamentada en la funesta y despreciable TEORÍA DEL REMPLAZO. Según esta tesis, la violencia racista es una reacción de los blancos que sienten que el mundo está cambiando en una dirección que no les beneficia. Señala, que a medida que el mundo progresa, los blancos van perdiendo estatus y suponen que hay personas que están por encima de ellos. Los supremacistas consideran que en el mundo existe una jerarquía racial en la que ellos deberían estar en lo más alto de la pirámide.
Pero esas no son las únicas matanzas masivas que se pueden mencionar, el 31 de mayo de 2019, 11 personas murieron en un tiroteo en Virginia Beach, el 7 de noviembre de 2018, doce personas murieron en un tiroteo en un bar de Thousand Oaks, California, en noviembre de 2017, 25 personas y un bebé en gestación fueron asesinados en una iglesia en Sutherland Springs, Texas, un mes antes un hombre disparó desde un hotel de Las Vegas hacia los asistentes a un concierto y mató a 58 personas, en junio de 2016, Omar Seddique Mateen abrió fuego en un bar gay en la ciudad de Orlando dejando 50 muertos. Según el Archivo de la Violencia Armada o Gun Violence Archive (GVA, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro que rastrea la violencia armada en Estados Unidos señala que ha habido al menos 212 tiroteos masivos en Estados Unidos desde el 1 de enero de 2022 hasta mayo de este mismo año. Cifra que no puede ser más espeluznante e inaceptable.
Me pregunto: ¿Por qué sucede esto en Estados Unidos?
La primera razón la encuentro en la historia y la cultura. Para quienes diseñaron a Estados Unidos en las décadas de 1770 y 1780, no había dudas sobre la tenencia de armas. Decían que el monopolio de las armas por parte de las monarquías de Europa y sus ejércitos era el origen de la opresión que los independentistas combatían. Reconocían, que las personas necesitaban cazar y protegerse de animales salvajes y ladrones. En 1791, se llegó a un compromiso en lo que se ha convertido la frase más analizada en la Constitución de Estados Unidos, la Segunda Enmienda, el resguardo del derecho a las armas: “Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas no será infringido”. Debo hacer notar que las circunstancia que llevaron a la adopción de esa enmienda cambiaron hace 200 años, por si no se han percatado.
Durante los dos siglos siguientes, las armas se convirtieron en una parte esencial de la vida y del mito estadounidense, al punto de que muchos historiadores importantes de Estados Unidos hablan de la existencia la “Cultura de las armas 1.0”, donde las armas eran para deporte y caza, a la transición, hacia la “Cultura de las armas 2.0”, donde muchos las consideran esenciales para proteger sus hogares y familias. Lo cierto es que según el Centro de Investigación Pew, EE.UU. tiene más armas que cualquier otro país. Hay alrededor de 270 millones de armas circulando en el país. Con una población de 319 millones de personas, lo cual significa que casi un estadounidense tiene un arma.
Un poco más de un tercio de los estadounidenses dicen que alguien en su casa tiene un arma, de acuerdo a ese Centro de Investigación. El país con el número de armas más grande después de Estados Unidos es la India, con 46 millones de armas en una población de más de 1.200 millones de personas. Es mismo país ni siquiera aparece en el top 5 de los
países con más tiroteos masivos.Vale la pena mencionar a Australia como ejemplo, ese país tuvo cuatro tiroteos masivos entre 1987 y 1996. Después de eso, la opinión pública giró en contra de que las personas pudieran tener armas y el Parlamento aprobó leyes más estrictas. Australia no ha tenido un tiroteo desde ese entonces. La segunda razón y no menos importante es la existencia de un enorme lobby compuesto por los fabricantes de armas y la Asociación Nacional del Rifle (NRA), que han hecho causa común con un sector político del país para insistir en que la Segunda Enmienda es absoluta en su protección al derecho a las armas, y que cualquier regulación es un ataque a la “libertad” de los estadounidenses. Algunos de esos historiadores indican que ese lobby ha convertido la tenencia de armas casi en una ideología centrada en las armas. Los dueños de armas se unieron en torno a esta ideología, formando un poderoso bloque de votos, especialmente en zonas rurales que los republicanos buscaban arrebatar a los demócratas.
Más allá del tristísimo impacto que ha tenido en las familias afectadas, también se ha registrado un impacto importante a nivel político y económico, por ejemplo, la posición de la
administración Biden a favor de reducir la influencia del lobby armamentista y de aprobar leyes más restrictivas que regulan la venta y porte de armas, lo cual choca de frente con las recientes leyes que algunos gobernadores republicanos han firmado mediante las cuales se eliminan los requisitos para la compra y porte de armas. Por otro lado la decisión de una jueza Federal de Nueva York que permitirá demandar a los fabricantes de armas por su responsabilidad en casos de violencia armada, algo nunca visto.
Por el lado económico, aunque nos parezca una burla las acciones de las principales empresas fabricantes de armas en Estados Unidos subieron un día después del tiroteo de
UVALDE, ya que los inversores prevén un aumento de la demanda ante el temor a posibles restricciones a la venta de armamento.
Retomando el título del presente artículo es probable que la cuarentena que nos impuso la pandemia, continúe pero por otras razones la preservación de la vida, pero no de un virus sino de las balas.