Andrés Manuel está políticamente debilitado al término de sus primeros tres años de gobierno. Los últimos tropezones, porque lleva muchos, lo han dejado muy golpeado, y se le nota. El primero, los resultados de la revocación de mandato; por más argumentos que él construya a su favor, la verdad es que perdió poco más del 50 por ciento de los votos que recibió cuando fue electo. Posteriormente, la derrota con la ley de energía por parte del Congreso; perdió una apuesta de altos riesgos para el país y que puso en evidencia que no es fácil promover cambios estructurales en México como quizá él lo asumía. Y luego, su respuesta de rescate: la ley minera con el litio, débil propuesta pues los especialistas señalan que la iniciativa es reiterativa dado que el artículo 27 de la Constitución ya establece que el país tiene el dominio directo de todos los recursos naturales y minerales.
México tiene yacimientos de este mineral en fase de explotación y los expertos dudan de la capacidad técnica y visión del gobierno mexicano actual para encargarse de esta actividad que además requiere de tecnología especializada y recursos presupuestales para explotar este recurso. Los planes para crear una empresa paraestatal encargada de la actividad están rodeados de cuestionamientos como todo lo que el presidente propone. Aquí y ahora el tema no es de alto impacto como AMLO pretende que se vea al compararlo con la expropiación petrolera de 1938 o a la nacionalización de la industria eléctrica en 1960.
Lo anterior, aunado a la campaña de “traidores” encabezada por AMLO para referirse los diputados que votaron en contra de la propuesta de ley eléctrica, solo refleja su molestia y afán por recuperar fuerza para posicionar su propuesta de transformación. Como dice el dicho “son patadas de ahogado”.
Esto se suma a las críticas por el fallido aeropuerto de Felipe Ángeles que no logra despegar. Así mismo, a la controversia por la construcción del tramo 5 del Tren Maya incluyendo el revés judicial por parte de un juez de Yucatán quien decidió ordenar la suspensión provisional de las obras debido a la ausencia de información de impacto ambiental. “Si bien la sociedad tiene interés en que se construyen vías de comunicación para el servicio público, también está interesada en que eso se haga conforme a las disposiciones legales que en materia ambiental prevé el derecho mexicano”, consideró el magistrado, sin embargo, el presidente comentó en una mañanera que debido a que no habían sido notificados oficialmente, los trabajos seguían.
Además de las controversias de los ambientalistas y famosos, están los cuestionamientos sobre el destino de la madera resultado de los árboles que se han talado para la realización de esta obra. El gran escudo legal que sirve de respuesta es el blindaje que el presidente hizo en noviembre del año pasado para todas sus obras que son consideradas de seguridad nacional.
El presidente ha dicho que la obra (el Tren) será compensada por un programa de reforestación de 200 mil hectáreas y la creación de tres parques naturales de 18 mil hectáreas, aunque todavía falta conocer el detalle de estos programas. Es una forma de reconocer el daño realizado al ecosistema.
Además, están los conflictos que trae con sus colaboradores consentidos particularmente con su fiscal Alejandro Gertz Manero, con Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia, Manuel Barlett, director de la CFE y su secretario de gobierno, Adán Augusto López; y los problemas de seguridad, la desaparición de mujeres, pobreza, inflación y poco crecimiento. El presidente no muestra competencia para resolverlos y sí, mayor preocupación e interés por la narrativa confrontativa y acomodar la información “a su modo”.
Para Morena, su partido político, este debilitamiento y malos números en la gestión presidencial, es una señal de alerta para las elecciones del 2024. El presidente deberá orientarse a tener resultados reales positivos en su gestión, evitar distraer la atención del pueblo con otros temas y hacer equipo con empresas, organizaciones y sociedad. Sobre todo, aprender a dialogar con respeto con todos, de manera especial con la oposición.
En otras palabras, que se ponga a trabajar si quiere conservar a Morena en el poder.